Una etapa que hay que saber vivir

Más de 13.000 andaluzas son atendidas al año en Atención Primaria a causa de la menopausia

17 nov 2017 / 21:32 h - Actualizado: 18 nov 2017 / 08:43 h.
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  • Los sofocos y las alteraciones del ánimo son dos de los síntomas más frecuentes que afectan a las mujeres cuando llega la menopausia. / El Correo
    Los sofocos y las alteraciones del ánimo son dos de los síntomas más frecuentes que afectan a las mujeres cuando llega la menopausia. / El Correo

No es una enfermedad, pero tampoco es algo que deba tomarse a la ligera. Aunque la menopausia no sea más que una etapa (más) de la vida de la mujer, y como tal hay que asumirla con naturalidad y sin dramatismos, bien es cierto que en ocasiones puede adquirir la apariencia de una patología –de hecho, tiene unos síntomas muy definidos, igual que unos tratamientos– y convertir en un calvario el día a día de la persona afectada.

Una definición de esta fase del ciclo vital de la mujer la ofrece la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), que habla de «un momento de la vida de la mujer caracterizado por el cese de la menstruación, y que inicia una etapa de la vida que se conoce como climaterio. Esta etapa representa la transición entre el período fértil y la vejez. A pesar de no ser una enfermedad, provoca, en la mayoría de las mujeres, síntomas molestos que alteran la dinámica social y laboral».

La menopausia se sitúa alrededor de los 51,4 años con un espectro que va de los 48 a los 54 años. En Andalucía, por ejemplo, acudieron a los centros de Atención Primaria para consultas relacionadas con este asunto algo más de 13.000 mujeres, con la siguiente distribución por grupos de edades: 1.017 (40-44 años); 5.076 (45-49); 5.518 (50-54); 1.286 (55-59); 173 (60-64); y 135 (más de 65).

La menopausia se produce porque la mujer comienza a perder progresivamente su función ovárica y por tanto baja la producción de las hormonas femeninas, los estrógenos y progesterona. Este período se caracteriza por presentar fuertes cambios endocrinológicos, imprevisibles y variables, con una marcada repercusión clínica que lleva a que las pacientes acudan frecuentemente a la consulta. Hasta hace unos años existían unidades de menopausia en la mayoría de los hospitales, pero en la actualidad la atención queda en manos de los ginecólogos con el refuerzo de la Atención Primaria.

Doce meses sin la regla

Se entiende que una mujer es menopáusica cuando han transcurrido doce meses desde su última regla. Por definición, en tal caso se acepta que los ovarios no funcionan ni en cuanto a la síntesis de hormonas ni para producir óvulos, con lo cual ya no hay riesgo de embarazo. No hay que confundirla con la perimenopausia (época de transtornos menstruales), en la que sí existe riesgo de embarazo y por tanto han de tomarse precauciones, máxime porque, al ser ciclos irregulares, el momento de la ovulación es imprevisible.

La pérdida hormonal no se suele producir de manera brusca. En la mayoría de las mujeres suele darse un primer período conocido como premenopausia, en el que se desarrolla una transición hacia la menopausia, durante unos cinco años, aunque puede ser más corto en mujeres fumadoras y sujetas a estrés, así como en mujeres operadas de útero y ovarios.

Ya en esta premenopausia se producen cambios que pueden afectar tanto al ritmo físico de la mujer (prolongación de la etapa entre menstruaciones, sequedad en la piel y mucosas, cambio en la distribución de la masa corporal, pérdida de la masa ósea...); como a aspectos psicológicos de su vida, con cambios emocionales, depresión, ansiedad o pérdida de la capacidad de atención.

Tanto esa etapa previa como la menopausia propiamente dicha y la postmenopausia –fase anterior a la edad senil o a la vejez– comprenden un fenómeno natural y evolutivo de adaptación, y de acuerdo a la intensidad de la sintomatología puede ser tratada y permitir a la mujer continuar con una vida plena y de calidad.