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Actualizado: 10 may 2018 / 17:18 h.
  • Una postal social antes de ir a las urnas
    La presidenta de la Junta, Susana Díaz, tras su intervención ayer en el debate de situación de la comunidad en el Parlamento de Andalucía. / El Correo
  • Una postal social antes de ir a las urnas
    Juan Marín, sostén de Díaz en la Junta, ayer. / Europa Press

Han pasado 353 días desde que Susana Díaz se viera forzada a marcar con un hiato su trayectoria política. El diptongo Andalucía-España no fue posible y la dirigente socialista se vio forzada a agazaparse en su feudo, primero para sobrevivir y luego para reconstruirse. En este periodo, la presidenta de la Junta ha tratado de precipitar la maquinaria política y legislativa de la comunidad para sacudirse su primera derrota política, la que le infringieron sus propios compañeros de partido.

Los reproches a su presunta desidia en la gestión durante los meses en los que se centró en su intento de liderar el PSOE federal, intentó mitigarlos con su «ahora toca Andalucía». Díaz parece decidida a prolongar ese ahora hasta el último minuto de la legislatura. En ese sprint final del cuadrienio, la jefa del Ejecutivo quiere poner todo el carbón en la maquina de su Gobierno para llegar a las elecciones en la mejor forma posible. La imagen que se difundió en algunos círculos de que se perdió la primera parte de su mandato le obliga a la remontada en la segunda.

De este modo, la presidenta usó ayer su comparecencia para repasar cómo va Andalucía a tratar de convencer a la ciudadanía de que su Gobierno sigue en marcha y lo va a estar hasta el descuento de este periodo de sesiones. No hay mayor prueba de todo ello que anunciar que la Consejería de Hacienda ha dado orden de iniciar los trámites de la Ley de Presupuestos para 2019. Censuró a los grupos de la oposición por «sólo estar interesados en la fecha de las elecciones. Los pitonisos de Tercera División vaticinaban que habría elecciones en primavera. Que las urnas nos cojan trabajando».

Ni una, ni dos, ni tres, fueron constantes las referencias de la presidenta de la Junta a medidas que se aplicarán a lo largo de 2018. Díaz se afanó en su intervención en dar la imagen de que su Consejo de Gobierno trabaja sin mirar el calendario ni sondeos, como sí reprochó a algunos grupos parlamentarios.

El último año de la legislatura de un Ejecutivo es la última postal que se envía al votante antes de que se dé por terminado un ciclo político. Y en eso anda Susana Díaz, en presentarse ante los ciudadanos con planes, proyectos, propuestas e iniciativas a tutiplén. Además de los presupuestos, anunció, por ejemplo, que el consejero de Fomento se reunirá el próximo día 16 de mayo con su homólogo en el Gobierno central para tratar las infraestructuras y las inversiones necesarias para la comunidad autónoma.

Díaz usó un tono más pausado y menos vehemente que en intervenciones anteriores. Sacó de su discurso la muletilla de «¿verdad?», que usó con demasiada insistencia en ocasiones anteriores y que fue utilizada como reproche por la oposición.

En este sucedáneo de debate sobre el Estado de la Comunidad, la presidenta consideró que Andalucía avanza «en buena dirección y a buen ritmo». Así recordó que desde que se hizo cargo de la presidencia de la Junta de Andalucía, el paro ha bajado en medio millón de personas, y las cifras ya sitúan los registros en niveles parecidos a los que se acumulaban antes del estallido de la crisis económica.

En este último tramo de la legislatura, el asunto de la financiación autonómica ha sido tema nuclear. En este sentido, la presidenta se comprometió a no arrebatar al Parlamento andaluz el protagonismo que ha tenido en la cuestión. Así anunció que promoverá reuniones de la consejera de Hacienda con los distintos portavoces de los grupos parlamentarios a medida que vayan avanzando las reuniones entre el Gobierno central y las comunidades autónomas. Confió en que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, convoque una reunión de la Conferencia de Presidentes para abordar la financiación.

Díaz anunció iniciativas en casi todos los ámbitos. Empezó por el empleo, puso el acento en la Educación y la Sanidad, hizo parada en medidas sociales, se acercó al flamenco, no olvidó la polémica surgida después de algunos dictámenes judiciales sobre agresiones a mujeres y cerró su intervención con una mención al final de ETA. Invitó a las asociaciones de víctimas andaluzas a que expliquen en los centros educativos su testimonio para que «la historia no se reescriba». Una de las principales novedades fue la intención de encontrar puntos de acuerdo en la iniciativa presentada por Podemos e IU para blindar un mínimo de inversión en Educación en las leyes de presupuestos andaluces.

La oposición, por su parte, rechazó la imagen que ofreció la presidenta y criticó su imagen triunfalista. Todos los grupos, excepto Ciudadanos, hicieron mención al último caso de corrupción en el que se ha visto salpicada la Junta de Andalucía a cuenta de la presunta existencia de tarjetas black con la que se habrían pagado servicios en prostíbulos con dinero público.

Antonio Maíllo, coordinador regional de IU, consideró que tras la intervención de la presidenta daba la impresión de que «el PSOE no ha gobernado y usted acaba de llegar». El líder de la coalición hizo hincapié en los nefastos resultados que la colaboración público-privada ha tenido en Andalucía, y que vienen avalados por el Tribunal de Cuentas Europeo, Antonio Maíllo consideró esta práctica como una «corrupción legal».

Por su parte, Juan Marín marcó cierta distancia con el Gobierno de Susana Díaz, después de tres años de pacto de investidura entre Ciudadanos y el PSOE-A. El portavoz de la formación naranja parece dar por imposible el cumplimiento de algunos asuntos como la reforma de la Ley Electoral o la del consejo de administración de la RTVA. Es un casus belli, que en caso de ser utilizado, va a servir al partido naranja para separarse de los socialistas, pero también del PP-A, al que también acusa del bloqueo de estas cuestiones.

Teresa Rodríguez, portavoz de Podemos, también desechó la imagen triunfalista de la presidenta y trató de meter el dedo en la corrupción. Como ya es costumbre, el debate entre Rodríguez y Susana Díaz se enfangó en las réplicas y obligó al presidente del Parlamento a pedir orden a los diputados en más de una ocasión.

La intervención de Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente del PP andaluz, tuvo su interés ya que dedicó su primera intervención más que a atacar a la Junta a presentar cuál sería su programa de Gobierno en caso de ganar las elecciones. Adobó su discurso de propuestas que chocaban con las políticas planteadas por Susana Díaz. En la segunda ocasión en la que subió al estrado sí que puso más el acento en las críticas y puso también sobre la mesa el asunto de las tarjetas black. La presidenta de la Junta consideró inverosímil que el PP-A sacara un asunto de hace ocho o nueve años y lo achacó «a la debilidad» de los populares.