Javier Zulueta, la puerta de la ilusión

El novillero sevillano, que cortó una oreja que pudieron ser dos, gana el XXXVI ciclo de promoción de nuevos valores y se hace acreedor del traje de luces que regala la Maestranza

Foto: Arjona - Pagés / Álvaro R. del Moral

Álvaro R. del Moral

Javier Zulueta ya había logrado prender la llama de la ilusión en su primera comparecencia, en el segundo festejo clasificatorio. El joven novillero sevillano partía como claro favorito y acertó a no defraudar esa expectación que se había traducido en la magnífica entrada que presentaban los tendidos gracias a ese público trufado de pandillas juveniles y familias en pleno que otorgan su carácter definitivo a este ciclo que –en su XXXVI edición- abre una puerta de oro a la promoción de las bases del toreo.

Zulueta ganó con todo merecimiento y podrá recoger, en los albores de la próxima temporada, ese preciado vestido de torear que regala la Real Maestranza y entrega a la vez que sus prestigiosos premios taurinos y universitarios. Más que una meta es un suma y sigue, una estación ilusionante en una carrera que podría dar muchas satisfacciones a la afición sevillana. La suerte, su propia capacidad y la definitiva ambición del chaval darán las medidas de sus posibilidades. Que sea enhorabuena...

Javier no había terminado de cogerle el aire con el capote a su primer novillo, el tercero de la noche, que se movió muy suelto en los primeros compases. Pero el animal sacó un enorme fondo de nobleza en el último tercio que el joven novillero –después de brindar al cielo- administró en una faena de menos a más en la que volvió a brillar su templada y ligada naturalidad. Descolgado de hombros, cada vez más abandonado, subió el tono con un cambio de mano que electrizó a los tendidos. La banda de Tejera atacó 'Suspiros de España' y el toreo comenzó a fluir por naturales, perfectamente acompasado a la buena condición de un eral que tuvo la duración justa. Zulueta apreciar el momento –es fundamental el sentido de la medida- y se marchó a por la espada. Los ayudados finales preludiaron un feo espadazo que no impidió que se pidiera con verdadera fuerza una oreja que el palco negó en un afán rigorista que tiene poco que ver con el sentido de estos festejos.

Pero tal y como se había ido desarrollando la novillada, Zulueta tenía la victoria en la mano. El sexto iba a protestar y marcar una marcada querencia a los adentros. El brindis fue para el público pero la faena, muy extensa esta vez, entró en un largo sobo. Tardo, aquerenciado, corto de recorrido... el bicho demandaba más ataque que espera y la labor de Zulueta mantuvo la compostura pero se acabó calentando de verdad en las postrimerías. La estocada, a matar o morir, fue clave. A la presidenta Macarena Pablo-Romero no le quedó otra que devolver el trofeo que antes había negado. Se lo entregó su propio padre, el alguacil de la plaza, después de que su hijo le cortara la coleta a Manolo Lebrija, que se quitaba del toreo. La vuelta iba a ser de clamor...

Hijo del cuerpo

Hay que subrayar como merece la actuación de Mariscal Ruiz, hijo, sobrino, nieto y primo del cuerpo, que no se dejó nada en casa para buscar con ahínco la victoria. Tuvo delante un novillo manso y noblón y otro demasiado blando pero mostró forma y fondo para navegar a todo trapo. Su estatura le permitirá lucir mejor con el cuajo del utrero. No hay que perderle de vista... Después de mostrar la seda de su capote, centrado a tope, dejó la muleta puesta y acabó toreando reunido y compuesto, bregando con las huidas de un novillo que no quería guerra. Pero Mariscal se la iba a dar: una cadenciosa tanda al natural revelo la calidad del chaval, trazando los muletazos con temple líquido y verdadera personalidad. Fue la cima de una faena que se sobrepuso a la mansedumbre del ejemplar de Dolores Rufino. Eso sí, se pasó de rosca y aunque la espada entró a la primera apenas hubo petición de trofeo.

Mariscal se iba a marchar a portagayola a recibir al quinto. La larga salió tan limpia como los lances por cordobinas de su réplica a Zulueta. Brindó a Tomás Campuzano y volvió a echarse de rodillas para enjaretarle una arrucina casi imposible de la que salió trompicado pero indemne. Con la caldera a tope siguió toreando de hinojos, hasta mirando al tendido. Fue un novillo pronto en los inicios; progresivamente blando. Lo toreó con excelente trazo aunque con la escasa trascendencia que prestaba la flojedad de su motor. En cualquier caso, la próxima primavera recogerá el capote de paseo que le acredita como dignísimo segundo clasificado. Es un nombre a tener en cuenta.

Francisco Mazo, primer espada y tercer clasificado, dejó una impresión muy alejada de su primera comparecencia y acrecentó ciertas dudas: su puesto debía haber tenido otros nombres. Lo dejamos ahí... Su primero mantuvo el aire mansurrón de la globalidad del encierro de Dolores Rufino pero tuvo la virtud de acabar repitiendo en cuanto Mazo pudo y supo dejarle la muleta puesta en una labor meramente voluntariosa aunque demasiado ayuna de fluidez y compromiso. La verdad es que el eral -con ese puntito rajado- ganó en clase, recorrido y humillación. Habría merecido más apuesta. Con el informalete cuarto volvió a mostrar idénticas carencias, abusando de buscar la pala del pitón sin decidirse a cruzarse de verdad y comprometer una embestida que tenía teclas que tocar. Le vino largo el asunto. Quedó como tercer clasificado según el veredicto del jurado de asesores, reunidos al final de la novillada.

Ficha del festejo

Ganado: Se lidiaron seis erales de Dolores Rufino, desigualmente presentados. El primero, algo rajado, sacó clase y recorrido. Manso y noblón el segundo; noble el tercero; potable el cuarto; blando y noble el quinto y muy deslucido el sexto.

Finalistas: Francisco Mazo (Escuela de Albacete), de Rioja y oro, vuelta al ruedo tras petición insuficiente y ovación tras aviso.

Mariscal Ruiz (Mairena del Aljarafe), de blanco y plata, ovacion tras aviso en ambos.

Javier Zulueta (Escuela de Sevilla), de azul nenuco y oro, vuelta al ruedo tras fuerte petición y oreja tras aviso.

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Incidencias: La plaza registró dos tercios de entrada en tarde noche de temperatura agradable. El banderillero Manuel Muñoz 'Lebrija' se cortó la coleta.

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