Toros

Éxito artístico y organizativo en el festival en homenaje a Curro Romero

La presencia del "faraón de Camas", precisamente, iba a dotar al evento de una dimensión añadida

El Correo

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La brillantez artística, la bonanza climatológica, el éxito organizativo y el lleno en los tendidos se aliaron en el buen fin del festival organizado en la plaza de la Maestranza bajo la coordinación de Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’ en homenaje a Curro Romero y a beneficio de la Hermandad de los Gitanos y la asociación Nuevo Futuro.

La presencia del "faraón de Camas", precisamente, iba a dotar al evento de una dimensión añadida. Romero, sentado en el palco del ‘Aero’, recibió el brindis de todos y cada uno de los actuantes y recibió una atronadora ovación con toda la plaza puesta en pie cuando fue cumplimentado por Diego Urdiales, que abría el cartel.

El riojano sorteó un ejemplar jabonero de Cuvillo que cantó su mansedumbre desde que salió por la puerta de chiqueros. A pesar de todo logró entonarse en una labor basada en la mano izquierda en la que el novillo sólo se entregó a medias. Por el derecho iba a ser imposible y después de dejar una estocada contraria saludó una ovación.

Muchas más opciones iba a brindar el segundo, un utrero de Fuente Ymbro de buena condición que entendió a las mil maravillas Manuel Jesús ‘El Cid’ en una faena templada, precisa en las distancias y las alturas. Fue una labor de sutilezas, vertical en el inicio y más arrebujada en el desenlace que culminó de una estocada algo caída y fulminante que puso en sus manos las dos orejas.

Otras dos iba a cortar Daniel Luque levantando un auténtico tratado de ciencia torera con el tercero de la tarde, marcado con el hierro de Zacarías Moreno. El torero de Gerena rozó la perfección en una labor de enorme fondo técnico y bella en la expresión. La faena tuvo dos partes: una más clásica y otra, la final, presidida por una nueva vuelta de tuerca del ojedismo. La estocada acabó siendo suficiente; las dos orejas, más que rotundas.

Oliva Soto también pudo subirse a ese carro del triunfo gracias a su fe en el triunfo. El matador camero, hermano de la cofradía de Los Gitanos, llegó a acelerarse de puras ganas en algunos momentos pero tuvo delante un excelente ejemplar de El Parralejo al que toreó con entrega y sentido del ritmo hasta pasear otros dos trofeos.

Aguado, por su parte, tuvo que conformarse con uno. Le habían encerrado un bastísimo y grandullón toraco de El Vellosino al que toreó con mimo en las verónicas iniciales y en el doble quite por delantales y chicuelinas. El toro no se iba a prestar a mayores empresas pero la labor del torero sevillano estuvo presidida por el sentido de la armonía y el buen gusto para llenar la escena. Dejó muy buen sabor de boca.

El mismo que el novillero Javier Zulueta, que aprovechó perfectamente la clase del novillo de Jandilla, lastimado en tres sucesivos volantines que mermaron sus fuerzas. Zulueta toreó con mimo, cadencia y sentido clásico revelando una personalidad cada vez más afianzada y diferenciada. La espada le iba a privar de pasear el trofeo que se había ganado con la muleta.

Concluía así una nueva temporada en el coso del Baratillo, un final demorado una semana tras la suspensión del festejo en la fecha inicial del 12 de octubre por las inclemencias meteorológicas. La plaza de la Maestranza volverá a abrir sus puertas de nuevo el 20 de abril de 2025, que será Domingo de Resurrección.

FICHA DEL FESTEJO

Se lidiaron, por este orden, un ejemplar de Núñez del Cuvillo, manso; Fuente Ymbro, noblón; Zacarías Moreno, con muchas teclas que tocar; El Parralejo, boyante y bravo; El Vellosino, basto y distraído y Jandilla, de buena condición pero lastimado tras un fuerte volantín.

Diego Urdiales, ovación

Manuel Jesús ‘El Cid’, dos orejas

Daniel Luque, dos orejas

Oliva Soto, dos orejas

Pablo Aguado, oreja

El novillero Javier Zulueta, ovación

Lleno aparente en los tendidos. El banderillero Juan Maguilla saludó tras parear al sexto.