Algunos toreros que cuentan (I)

José Garrido, Javier Jiménez o Curro Díaz se han ganado un sitio en todas las ferias

23 ene 2017 / 09:39 h - Actualizado: 23 ene 2017 / 09:40 h.
  • La salida a hombros de la plaza de toros de Bilbao confirmó al matador José Garrido como figura en ciernes. / Efe
    La salida a hombros de la plaza de toros de Bilbao confirmó al matador José Garrido como figura en ciernes. / Efe

En Bilbao se produjo uno de los momentos más reveladores de la temporada. El suceso destapó la escasa altura de miras de los fontaneros del toreo. Pero aquella tarde del 26 de agosto iba a servir de plataforma de despegue de un joven matador extremeño que se ha abierto un ancho hueco en la línea de salida de la temporada que ya calienta motores. Aquella corrida había comenzado con los peores pronósticos. Andrés Roca Rey -herido en Málaga- había dejado un puesto libre y los aficionados apostaron por el sevillano Javier Jiménez, flamante triunfador en los madriles, como sustituto natural del torero peruano.

Desgraciadamente, el mediocre argumentario de ciertos estrategas del toreo presionó para que el festejo quedara en un inapropiado mano a mano. Los inesperados pitos del público sorprendieron a todos pero, sobre todo, a los dos matadores. Uno de ellos, López Simón, no aguantó la presión y acabó en el hospital con un brutal ataque de ansiedad que le impidió matar su tercer toro. El otro, José Garrido, echó las cartas por el aire y apostó a todo o nada. El polémico presidente del Bocho le robó la puerta grande aquella tarde pero se la acabaría devolviendo en su segundo compromiso. Garrido había salido lanzado de Bilbao. Fue el auténtico triunfador de una extraña y desoladora Semana Grande.

Y de Bilbao.. a Madrid. Garrido, que empezaba a ampliar su agenda de actuaciones, iba a encontrarse anunciado en otro mano a mano otoñal que promete reeditarse para el próximo Domingo de Resurrección en la plaza de Las Ventas. Su partenarie fue y será Curro Díaz, el veterano torero de Linares, que cuajó en 2016 la temporada más completa de su vida en la que -paradojas del destino- tuvo que ser testigo de la muerte de su compañero Víctor Barrio. Con Garrido, se empleó a fondo en aquel duelo venteño. Curro fue capaz de abandonarse sin importarle las consecuencias para darle la réplica al joven cachorro. El torero de Linares ha conseguido pasar de los apuntes a las obras redondas y es uno de los nombres a tener en cuenta para la campaña que vendrá. Díaz ha conseguido imponer su concepto a toros de distinta condición sin renunciar a hierros más duros. El diestro de Linares, que estuvo a punto de dejarlo antes de comenzar el año, es ahora un nombre que ilusiona.

Pero habíamos dejado en el tintero otro nombre: el de Javier Jiménez. El joven matador de Espartinas ha sabido cimentar su ascensión en una sucesión de golpes medidos en plazas de primera que explotaron definitivamente en ese portazo agosteño en Madrid. Comenzó el año puntuando y convenciendo en Sevilla pero tuvo que esperar a San Fermín para partirse -literalmente- la cara y las vértebras cervicales antes de volver a convencer a los profesionales. Fue en Málaga. A pesar de los tres avisos accidentales que escuchó ya no había marcha atrás. Pero su vida iba a cambiar en el Foro. La repercusión de ese triunfo madrileño, la desastrosa gestión de las bajas de Bilbao y la necesidad de completar la generación del cambio colocaron su nombre en el disparadero. Y el joven matador de Espartinas no defraudó. Cogió algunas sustituciones -tampoco demasiadas- y se ganó con creces el hueco libre que había quedado en San Miguel. El toro más potable del decepcionante envío de Alcurrucén le permitió confirmar esas certezas y contrastar su acreditada capacidad de crecimiento taurino, artístico y personal. A Javier le quedaba aún un cartucho en Zaragoza. Una cornada inoportuna le volvió a dejar en el dique seco pero su nombre cotiza al alza.

Es de justicia incluir el nombre de Escribano en este repaso. La depuración de su propio concepto, el hallazgo de nuevos registros y la capacidad de resolver cualquier situación se frenaron en seco en la plaza de Alicante. Escribano había protagonizado el suceso más importante de la última Feria de Abril al oficiar el indulto del famoso Cobradiezmos, el toro de Victorino Martín que se llevó todos los premios. Pero Manuel, con razón, se sintió ninguneado por los jurados. Después llegó San Isidro, que se puso cuesta arriba. En la feria de San Juan de Alicante le esperaban los adolfos. Escribano toreó a su segundo con la cadencia, el pulso y la expresión que venía persiguiendo pero el pitón del toro alcanzó su ingle. Su vida corrió peligro. Después llegó ese durísimo proceso de recuperación que ahora empieza a ver la luz. Quiere estar listo para las Fallas.