Ante un nuevo reglamento taurino

Los distintos sectores profesionales que integran el Consejo de Asuntos Taurinos de Andalucía ultiman una novedosa normativa que pretende ser espejo para el resto de España

15 oct 2017 / 23:32 h - Actualizado: 16 oct 2017 / 11:23 h.
"Toros"
  • El texto incluiría un censo de plazas. En la imagen, la de La Algaba. / A. D–R.
    El texto incluiría un censo de plazas. En la imagen, la de La Algaba. / A. D–R.
  • Ante un nuevo reglamento taurino

Los trabajos avanzan sin prisa pero sin pausa bajo el paraguas de la Dirección General de Emergencias e Interior que detenta la fachada más nítida de la identidad taurina de la Junta de Andalucía. Demetrio Pérez, director general, ha ejercido de catalizador de este proceso que aún tiene que limar algunas aristas. La última reunión de la sección ejecutiva del CATA (Consejo Andaluz de Asuntos Taurinos) se celebró hace dos semanas. En la misma mesa se sentaban los representantes de los distintos sectores taurinos: veterinarios, presidentes de las plazas de toros, empresas, ganaderos, cuadrillas, matadores y hasta aficionados. O lo que es lo mismo: el veterinario Fidel Estudillo; el presidente Fernando Fernández–Figueroa; la empresaria Mar Gutiérrez; el criador Carlos Núñez; el picador David Prados; el diestro Juan Diego y el aficionado Diego Martínez además del propio Demetrio Pérez acompañado de Carmen Capitán, jefa de servicio del área de Espectáculos. Se trataba de analizar y poner en pie las últimas consideraciones efectuadas al borrador del futuro reglamento taurino andaluz. El proceso permanece abierto y habrá nuevas reuniones pero la filosofía del asunto es clara: se trata de mejorar; eso sí, desde el consenso absoluto entre todos los sectores. Sólo hay una advertencia: si ese consenso no llegara, las cosas se quedarían como están. En esta tesitura, las posibles mejoras sólo dependen de los propios profesionales. El texto definitivo, además, pretende servir de modelo unificador de los distintos reglamentos comunitarios siguiendo las premisas del Plan Nacional de Fomento y Protección de la Tauromaquia (Pentauro) que, ésa es la verdad, permanece en un inquietante barbecho.

Las distintas fuentes consultadas coinciden al delimitar las principales novedades reglamentarias que permanecen en estudio. La primera es el establecimiento de un censo de plazas de toros permanentes. También se pretende tipificar las nuevas modalidades de espectáculo –tentaderos públicos, recortadores o forcados– que se han incorporado a la oferta real de los calendarios festivos. El mismo texto definirá las condiciones mínimas que deben reunir las enfermerías o poner en pie un registro de profesionales y, especialmente, censar las empresas taurinas para evitar algunos abusos y corruptelas que están en boca de todo el sector. El nuevo marco reglamentario, en definitiva, persigue un abaratamiento y agilización de la gestion del propio espectáculo reduciendo cuadrillas, número de veterinarios y hasta alguacilillos en las plazas de menor categoría.

La polémica se abona, inevitablemente, en alguna de las novedades propuestas. Una de ellas es la pretensión de los matadores de adoptar algunas prerrogativas en la dirección de la lidia –y supeditar la concesión de la segunda oreja a la petición del público– que tradicionalmente han pertenecido a los presidentes que, sorprendentemente, perseguirían reglamentar algunas cosas rozando el ridículo. Verbigracia: la salida a hombros de un mayoral obedecería a un farragoso cálculo de trofeos y la autorización del palco. De la misma forma, los toreros también anhelan que la figura del delegado gubernativo del callejón se limite al mantenimiento del orden publico .

Matadores y banderilleros también estarían de acuerdo en rebajar el peso máximo en vivo de los novillos lidiados en plaza de segunda de los actuales 475 kilogramos a 435. Y hablando del ganado, la preocupación por el bienestar del animal antes de su lidia buscaría mejorar las condiciones del embarque y el transporte. Los ganaderos también abanderan la defensa y el respeto a la diversidad de encastes invocando el respeto a los distintos tipos zootécnicos que, tantas veces, entran en conflicto con las básculas. De la misma forma, abogan por una leve reducción de la puya. En la mesa de trabajo también figura el sorteo de las reses que ha sido objeto de polémicas recientes. Se plantean algunas excepciones –festivales, alternativas o concursos– aunque la Junta aboga por anunciar explícitamente las reses que estoqueará cada matador en el supuesto más discutido.