Novilladas de promoción en la Maestranza

Barroso y Román ponen un pie en la final

Los aspirantes de Badajoz y Córdoba lograron puntuar en un accidentado festejo en el que Miguel de Juan, presentado por la Escuela de Sevilla, resultó herido de consideración

08 jul 2022 / 10:28 h - Actualizado: 08 jul 2022 / 10:33 h.
"Novilladas de promoción en la Maestranza"
  • Barroso y Román ponen un pie en la final
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  • Antonio de los Reyes/Pagés
    Antonio de los Reyes/Pagés

A los chavales deben insistirles hasta la saciedad en aquello de la lentitud, en disfrutar del momento... Todo eso está muy bien pero el obejtivo debe ser torear despacio dejando a un lado ciertos excesos escénicos, como el estrafalario paseíllo a cámara lenta o alguna vuelta al ruedo interminable. Cosas de la juventud, también de una errada cultura taurina. Pero hay que ir al turrón, que esta vez fue del duro. Se haría interminable contar y recontar las volteretas y achuchones que cobró el personal en esta tarde noche que supuso recuperar uno de los más hermosos ritos taurinos de la ciudad. Se ensayó un nuevo horario, adelantando media hora más los festejos cambiando un punto la atmósfera del ambiente. Aún quedan tres festejos más para calibrar el asunto...

Y en el festejo hubo de todo, como en botica, dentro de un nivel más que aceptable entre los chavales presentados. La actuación global más importante la firmó Tristán Barroso que volvió a hacer honor a ese Patronato Provincial de Tauromaquia de Badajoz que suele poner el listón muy alto año tras año. Barroso, que es de nacimiento madrileño, había sorteado un ejemplar abantote y corretón que también sirvió para que el cordobés Manuel Román, que seguía en turno, dejara su primera carta de presentación con un quite alado.

Barroso respondió a la verónica pero lo mejor llegaría con la muleta en una labor bien hecha y bien dicha, de trazo preciso y templado, preocupado siempre por hacer las cosas bien. El chaval toreó siempre firme, muy atornillado a la arena, empeñado en ligar todos los muletazos y, sobre todo, en resolver algunos problemas que le planteaba el eral, de aire rajado, al que había que dejar siempre puesta la muleta para evitar que terminara de cantar la gallina. Hubo buen toreo al natural, ritmo en los muletazos... La espada entró. Cortó una justa oreja.

Otra se iba a llevar el más joven del elenco, Manuel Román, que tiene formada su pequeña revolución en tierras cordobesas. Se notó ese tirón en los tendidos y hasta en los autobuses aparcados en el paseo de Colón. Ayudas que siempre son buenas, máxime cuando el chico reúne condiciones para navegar por el toreo. Tiene desparpajo, sentido de la escena, buen corte... quizá deba cuidar el exceso de facilidad para perseverar en la hondura pero lo cierto y verdad es que Román acaparó la atención del público pese a las muchas asperezas y dificultades que le planteó el manso y distraído quinto de Dolores Rufino. Se mostró siempre por encima, resolutivo, dueño de la escena, solvente, con aire de torero hecho... El espadazo validó una oreja espoleada por sus muchos partidarios. ¿Y por qué no?

Del resto de la tropa hay que reseñar que Javier Illanguas, que procede del Club de los Aficionados Prácticos, se sabe el oficio, mueve a los novillos y tiene capacidad para andar por allí aunque en el debe hay que anotar cierta falta de expresión. Tuvo que despachar también al tercero por el percance de Miguel de Juan que resultó alcanzado después de una emocionante portagayola. El novillo hizo por él cuando trataba de tomar el olivo y le lanzó sobre el burladero interior, cayendo de mala manera. Las lesiones eran graves. Fue un novillo bronco y áspero con el que Illanguas anduvo firme y animoso sin librarse de otro porrazo.

También quedaron en la retina los buenos capotazos abelmontados del aspirante peruano Julio Alguiar, que hizo una faena más que estimable al segundo que le acabaría echando mano a él y al banderillero Sául Villar. El limeño torea bien, con algún exceso en la composición, pero hace las cosas con gusto y firmeza. Tuvo delante un novillo tardo y remiso con el que se pasó de rosca en el reloj llegando a tocarle un aviso toreando por ayudados. No se libró de la paliza...

Cerró plaza el salmantino Cristiano Torres que debe dejar el espejo en el hotel. Nada que no se pueda corregir. Le tocó un novillo, el sexto, con el que abusó de arrimones y arrucinas hasta el punto de ser alcanzado en su ansia de lucrar otro trofeo. Se le agradece la entrega.

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: Se lidiaron novillos de Dolores Rufino, desiguales de presentación y juego. Fue el más boyante por noble y duradero el primero; tardo pero potable el segundo; duro de patas el tercero; manejable pero rajado el cuarto; manso el cuarto; noblón pero sin ritmo el sexto.

Aspirantes: Javier Illanguas, de noche y oro, ovación tras aviso y ovación en el que mató por Miguel de Juan

Julio Alguiar, de macarena y oro, vuelta al ruedo tras aviso.

Miguel de Juan, de tabaco y oro, fue cogido por el tercero y pasó a la enfermería.

Tristán Barroso, de rosa chicle y oro, oreja con petición de la segunda.

Manuel Román, de blanco y oro, oreja.

Cristiano Torres, de maricler y plata, ovación tras petición.

Incidencias: La plaza registró menos de un tercio de entrada en tarde noche muy calurosa. En la enfermería fueron atendidos el novillero Miguel de Juan de “politraumatismo con afectación hemodinámica que responde a reposición volémica y vasoconstrictores. Sospecha de lesión abdominal interna, se traslada”. Este percance fue calificado como grave en el parte oficial firmado por el doctor Octavio Mulet. El novillero Julio Alguiar, por su parte, fue atendido de “contusión en región perianal”; y el banderillero Saúl Villar de “contusión en ligamento lateral externo de la rodilla derecha”, ambos de pronóstico leve.