Observatorio taurino

Córdoba, lejana y sola: demasiadas preguntas por contestar

La celebración de la Feria de la Salud ha vuelto a sembrar demasiados interrogantes en torno al futuro inmediato del inmenso coso de los Califas, que ha registrado paupérrimas entradas

23 may 2022 / 11:57 h - Actualizado: 23 may 2022 / 12:03 h.
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  • Morante mantuvo su excelente nivel en la feria de Córdoba. / Foto: Arjona-Lances de Futuro
    Morante mantuvo su excelente nivel en la feria de Córdoba. / Foto: Arjona-Lances de Futuro

Culminó –en lo taurino- el breve ciclo taurino de la Feria de la Salud. Se han celebrado dos corridas de toros y una novillada con picadores que han servido para confirmar algunas certezas, más allá del complejo laberinto en el que camina la plaza y la afición locales. Pero antes de meternos en esos vericuetos conviene dar un repaso apresurado a lo que dio de sí el breve serial, comenzando por el pésimo momento de la ganadería de Juan Pedro Domecq, que soltó cuatro toros podridos en la mixta de apertura. Con ellos, a pesar de todo, hay que anotar otra faena de los esplendores de Morante de la Puebla en una tarde opaca para Pablo Aguado. Ambos los han escogido para volver a verse las caras en Madrid, con Ortega en medio del cartel. Pues ellos sabrán... Por delante salió Diego Ventura, orillado del ridículo monopolio de los Hermoso de Mendoza, que se acabaría llevando el gato al agua en una apabullante actuación que le abrió de par en par la Puerta de los Califas.

Al día siguiente fue el turno de Talavante y Roca Rey, que tenían que darle la alternativa al novillero local Lagartijo. El peruano demostró que quiere reinar en esta orilla. Talavante enseñó su mejor nivel en Córdoba pero sin alcanzar la excepcionalidad que pretendía en esta vuelta que le sitúa en un plano de normalidad e igualdad con el resto de las figuras. El neófito, por su parte, se encontró con la bola premiada del interesante, abierto y plural encierro de Álvaro Núñez del Cuvillo que estrenó su esperanzador proyecto ganadero. Salió en hombros en unión de Roca aunque también enseñó demasiadas carencias. Finalmente el domingo se celebró una novillada picada que volvió a espolear a Marcos Linares, un valor emergente y al alza.

Cuestión de cifras

El caso es que José María Garzón se ha estrenado, por fin, a pleno aforo al frente del decadente coso de los Califas. Era una auténtica prueba de fuego para tomar el verdadero pulso a una afición que depende de sí misma y no goza de las inyecciones de espectadores de otras latitudes como –es un poner- sí hace Sevilla. Pero hay que volver a bajar el río. En 2020, primer año de la pandemia, sólo se pudo organizar la corrida extraordinaria del 12 de octubre. Fue aquel mano a mano entre Morante y Juan Ortega; el único festejo celebrado en una plaza de primera en aquel año de incertidumbres. Y hay que prestar atención al dato: con metro y medio obligado de espectador a espectador, se dispusieron 2.951 localidades que se agotaron rápidamente.

Al año siguiente, sin apenas tiempo para adaptarse a la posibilidad de vender la mitad del aforo después de la relajación de medidas decretada por la Junta, la empresa Lances de Futuro dispuso de unas 4.000 localidades que se agotaron sin problemas en una feria de parecido esquema a la que concluyó el domingo. En el festejo del pasado viernes –Morante y Aguado; Ventura, a caballo- salieron de las taquillas, a pleno aforo, 3.200 entradas –a las que hay que sumar las casi 800 de las que dispone la propiedad del coso- de las menos de 14.000 que se pueden poner a la venta en el inmenso embudo cordobés. La cifra se incrementó ligeramente al día siguiente, el día de Talavante y Roca, pero siguió enseñando miles de las deterioradas butacas de plástico que se heredaron de la Copa Davis en septiembre de 2011.

Algunas reflexiones en torno a la ciudad de Los Califas

¿Quién le pone el cascabel a ese gato? En 2021 se ensayaron fechas más cercanas a la festividad de Los Patios, el mejor escaparate visual que tiene Córdoba, por encima de la horterona y desnortada feria del Arenal, hipertrofiada en su metraje y perdida en busca de un modelo propio que nunca llega, ni llegará. Pero ésa es otra historia... Garzón había escogido para 2022 el primer fin de semana del ciclo festivo –tan ajeno a lo que pasa en la plaza de toros- arriesgando mucho en un viernes laboral. Tampoco podía atisbar que las dos principales jornadas taurinas se verían enhebradas a un infernal e insoportable clima africano.

Al gerente de Lances de Futuro no se le pueden negar las iniciativas promocionales, su sincera implicación con el medio que pisa, incluyendo la deslumbrante puesta en escena de la presentación de los carteles. Sí se le podría demandar una mejor sintonía con algunas precisas sensibilidades locales pero, más allá de eso –que tampoco quitaría o daría demasiado en la taquilla- siguen latiendo las mismas preguntas: ¿Qué está pasando en Córdoba? ¿Esto tiene solución? Son preguntas que necesitan de una larga y fundamentada contestación. Tiempo habrá para ponerse con ello.

La memoria de una gran figura

La semana taurina que se fue quedó ensombrecida con la muerte de un torero que permanecía instalado en la memoria popular de varias generaciones, no sólo de aficionados. Litri ya era figura antes de tomar aquella alternativa valenciana junto a Julio Aparicio, su pareja novilleril bajo la batuta de Pepe Camará, gestor de la trastienda de Manolete y uno de los forjadores del moderno negocio taurino. Miguel Báez se fue, vino y se volvió a marchar cuando quiso sin abdicar jamás de ese rango de gran figura.

Llevó la bandera de Huelva a todos los rincones del universo taurino y dio gloria a una dinastía que hundía sus raíces en el modesto Mequi, revitalizó su padre –el primer Litri- y honró la sangre de su hermano Manuel, una de las víctimas más recordadas de la sangrienta Edad de Plata. También ha sido torero –y figura- su hijo Miguel, que superó la etapa novilleril junto a Rafael Camino convirtiéndose en torero imprescindible en las ferias. Pero el Litri de los 50 y 60 fue ante todo y sobre todo una buena persona, un ser humano excepcional que llevó a su gente, a su tierra y a sus amigos marcados en lo más profundo de su corazón. Merece la pena, una vez más, desempolvar el epitafio que reza en la tumba de Cúchares: “dichoso aquel que fuera llorado sin dejar en la tierra un enemigo...”