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Coronavirus: Las reapariciones de Talavante y Roca Rey tendrán que esperar

Si el peruano ya tenía que haber hecho su primer paseíllo el pasado sábado en Valencia, el extremeño iba a volver a vestirse de luces el Sábado Santo en Arlés

18 mar 2020 / 13:08 h - Actualizado: 18 mar 2020 / 13:45 h.
"Toros","Salud pública","Coronavirus"
  • Roca Rey y Talavante a hombros. / Efe
    Roca Rey y Talavante a hombros. / Efe

Los respectivos retornos –en circunstancias tan distintas- de Alejandro Talavante y Andrés Roca Rey habían añadido sal y son a una temporada que ya no podrá ser tal y como se preparó. Los estragos del coronavirus se han encargado de ponerlo todo patas arriba sin que ni siquiera podemos poner fecha de reanudación a esta campaña que ha quedado varada en tierra de nadie. La temporada apenas empezó en Illescas y Olivenza; no sabemos dónde, cómo y cuándo recuperará su hilo mientras los políticos ya hablan de ampliar los plazos de este estado de alarma que, previsiblemente, rebasará una Semana Santa sin cofradías en la calle.

Si el joven paladín peruano tenía que haber vuelto a enfundarse el vestido de torear el pasado día 14 en la plaza de Valencia junto a Castella y Cayetano, el extremeño tenía que haber hecho el paseíllo el próximo 11 de abril –Sábado Santo- en el coliseo de Arlés, mano a mano con el diestro galo Juan Leal. Ese festejo, y toda la feria de Pascua de la ciudad francesa, fue el ciclo que se canceló con mayor antelación mientras las ferias y corridas más inmediatas caían como en un efecto dominó. Pero el ‘Tala, además, estaba anunciado un día después en la lujosa apertura de la temporada sevillana que, según avanzó Ramón Valencia, se quedará reducida a una semana de toros en torno a San Miguel.

Circunstancias de una ausencia y una vuelta

La retirada y reaparición de Talavante –al revés que la de Roca Rey- eran consecuencia de una serie de decisiones personales. El matador extremeño había decidido cortar por lo sano después de actuar en la feria del Pilar de Zaragoza de 2018. Esa retirada seguía a varios aconteceres de su vida profesional, con la ruptura con la casa Matilla al frente, que entre unas cosas y otras, le acabaron orillando de algunas ferias y carteles.

A partir de ahí llegó la soledad y, pocos meses después, la fallida apuesta en la madrileña Feria de Otoño, apuntado a la primera edición del famoso bombo de Simón Casas. El ‘productor’ y la suerte le colocaron ante las corridas de Victoriano del Río y Adolfo Martín sin que acompañara un nuevo triunfo que el diestro extremeño había querido convertir en palanca definitiva para elevar su cotización y revalorizar su sitio en el circuito. Pero no fue así... Es importante recordar que el papel de víctima de Matilla que quisieron dibujar algunos periodistas afines –el reportaje de Javier Negre en El Mundo escoció mucho- acabó siendo matizado con pelos y señales con una inédita salida a la palestra del apoderado y empresario charro. En voz baja se repetía que ni su antiguo mentor había podido defender ni las empresas iban a aceptar el considerable aumento de caché ansiado por el torero a raíz de la salida a hombros en la feria de San Isidro de aquel año con una corrida de Cuvillo.

Coronavirus: Las reapariciones de Talavante y Roca Rey tendrán que esperar
Alejandro Talavante. / Mikel Urmeneta.

Ese triunfo fue su gloria, pero también su tragedia. Dispuesto a defender esa supuesta primacía, forzó la máquina en las negociaciones de las nuevas ferias hasta desencadenar la comentada ruptura con Toño Matilla, que no estaba dispuesto a asumir las nuevas aspiraciones dinerarias de su poderdante. El silente taurino salmantino, un hombre muy reacio a hacer declaraciones de ningún tipo, había emitido un extenso comunicado en el que aportaba su versión sobre la ruptura. Fue el propio apoderado el que cortó por lo sano ante la exigencia de Talavante “de cobrar más que el que más”. El torero argumentaba que él era “el mejor, el número uno”, según desveló Matilla en dicho comunicado. “Tras intentarlo de forma fallida en alguna ocasión, consideré que yo no podía conseguir lo que él exigía y di por terminada la relación profesional que nos unía. No podía defraudarle ni a él ni a mí mismo” añadía el ex apoderado de Talavante apostillando la verdadera clave del asunto: el número uno “ha de reflejarse en taquilla, y él no lo era”. A partir de ahí sigue coleando la pregunta del millón: ¿logrará serlo ahora? La taquilla y el público iban a tener la palabra pero su vuelta, catalizada por el empresario Juan Bautista en el coliseo de Arlés, va a tener que esperar. No sabemos cuánto...

Las inesperadas consecuencias de una voltereta...

Han pasado ocho meses. Día arriba, día abajo. La última vez que Andrés Roca Rey se vistió de torero en la Madre Patria fue el 10 de julio de 2019. Era la primera de las dos tardes que había contratado en la feria pamplonica de San Fermín pero ya arrastraba las dolorosas secuelas –que le inhabilitaban por completo- de la fortísima voltereta sufrida el 22 de mayo anterior en la plaza de Las Ventas cuando toreaba de capote a un sobrero del Conde de Mayalde. Aquella tarde, paradójicamente, marcó una de las cimas de su breve temporada; pero también la sima. Andrés abrió la Puerta de Madrid después de desorejar al sexto ‘parladé’, al que cuajó una grandiosa faena. Se lo llevaron a hombros camino de la calle de Alcalá. Entonces no se podía atisbar pero el torero estaba roto...

El resto es bien sabido: Roca no pudo cumplir su segundo compromiso en Pamplona mientras se ampliaban los plazos de recuperación, se recurría a distintos médicos y se marcaba un punto de no retorno: la Goyesca. Pero el torero no pudo acudir a la cita rondeña. La temporada ya se había dado por perdida. Roca tuvo que esperar al pasado 3 de noviembre en su ciudad natal, Lima, para volver a sentir el tacto del traje de luces.

Coronavirus: Las reapariciones de Talavante y Roca Rey tendrán que esperar
Roca Rey en la Maestranza. / Toromedia

Expectación defraudada

Pero la máxima expectación radicaba en conocer su estado de forma de cara a la trascendental temporada española. Roca Rey había reventado la taquilla en la tarde de su reaparición, prevista para el pasado sábado. La cita no tendrá lugar pero sí sirve para analizar las renovadas estrategias del peruano, decidido a rentabilizar su tirón y elevar definitivamente su caché. El torero, sus mentores y la empresa comandada por Simón Casas habían sabido jugar bien las cartas: su nombre brillaba indiscutiblemente entre dos matadores –Castella y Cayetano- que gravitan en otras órbitas.

Es una cuestión de cotización y de equilibrar la balanza. El creciente caché del diestro limeño necesita de toreros más asequibles para permitir que salgan las cuentas. No deja de ser una aspiración del actual empresariado que se las ve y se las desea para equilibrar la astronómica demanda económica de los viejos senadores del escalafón. Aunque las consecuencias del coronavirus –en clave interna taurina- podría ser la chispa que lo cambie todo. A Roca le esperaban otras citas de relumbrón –además de algunos duelos demorados- que ya no tendrán lugar. La expansión o retroceso de la epidemia volverán a tener la palabra.