De Bilbao a Ronda

La Semana Grande de la capital vasca es la última cumbre que escalan los coletudos antes de navegar por el curso bajo de la temporada. Mientras tanto, todos los objetivos apuntan a la Goyesca...

26 ago 2019 / 13:05 h - Actualizado: 26 ago 2019 / 13:09 h.
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  • Los diestros López Simón, Cayetano Rivera y Paco Ureña salen a hombros a la finalización de la corrida celebrada esta tarde en la plaza de toros de Cieza, en la que han lidiado reses de Núñez de Tarifa. EFE/Cristóbal Osete.
    Los diestros López Simón, Cayetano Rivera y Paco Ureña salen a hombros a la finalización de la corrida celebrada esta tarde en la plaza de toros de Cieza, en la que han lidiado reses de Núñez de Tarifa. EFE/Cristóbal Osete.

Rescoldos y pavesas de Bilbao

La ‘Aste Nagusia’, la Semana Grande de Bilbao, ya es historia. El temido bastión del Norte, último puerto de primera antes de que la temporada se adentre en los plácidos meandros de septiembre, ha cumplido su función a pesar del irreversible derrumbe de su taquilla. Bilbao lleva el nombre de Paco Ureña que, con cuatro orejas en la talega, se ha convertido en figura del toreo por derecho propio. El triunfo del diestro murciano fue emocionante, apabullante, apoyado en ese sentido desgarrado y puro del toreo y lejos, muy lejos de cualquier atisbo de patetismo. No le ha hecho falta reivindicar el gravísimo percance que le acabó costando la visión de un ojo y el propio globo ocular después para salir lanzado del coso de Vista Alegre. Y hablando del decadente escenario del Bocho, hay que recordar que se ha cambiado todo para que todo siga igual: los hermanos Chopera, colonizados por los doblones americanos del licenciado Bailleres, seguirán veinte años al frente de una plaza que necesita un centrifugado a fondo. Pero vamos al turrón: la feria de Bilbao también ha servido para revalorizar algunos nombres como los del mexicano Luis David Adame, reconvertido –no sin polémica tuitera- en sustituto de Pablo Aguado. Tampoco hay que olvidar la gran faena de Urdiales, además de reconocer el renacimiento de Manzanares, a la altura de ese temperamental ‘Ruiseñor’ de Victoriano del Río que enamoró al público de Bilbao y a todos los televidentes de Canal Toros. El recuerdo también rescata la entrega incontestable de Juan Leal y deja en el limbo el extraño y farragoso momento que atraviesa El Juli. Pero la feria de Bilbao, ay, también ha enseñado el primer resquicio de la puerta a algunas figuras de muchos quilates. La verdad es que había que frotarse los ojos para ver a Enrique Ponce en la que, posiblemente, sea la peor tarde de su vida, con dos ‘garcigrandes’ a los que habría reventado en su mejor dimensión. La tremenda lesión de Valencia, sumada a esas tres décadas a toda máquina y en la yema, ha pesado más de lo que se esperaba.

Parafernalia goyesca

Hay que alabar el esfuerzo de Francisco Rivera para mantener el nivel de un festejo que debe encontrar en la excelencia taurina su definitivo hilo conductor. El indudable tirón social y mediático de los hijos de Paquirri prestó parte del argumento de la Goyesca después de la prematura desaparición de Antonio Ordóñez. Fueron años de vino y rosas pero la presión antitaurina y la alergia a ser forografiados en una plaza de toros alentó la deserción de la ‘gente guapa’, algunas caras del espectro sociopolítico y los rostros del colorín. En esa tesitura, el acontecimiento necesitaba un cambio de estrategias. Resumiendo: la dimensión taurina debía estar por encima de la social. Así lo ha sabido ver el mayor de los Rivera Ordóñez, apostando por ese frustrado mano a mano entre Morante y Roca. Pero el ‘vis a vis’ quedó en el aire después de los sanfermines. Son cosas del toreo. El definitivo corte de la temporada del peruano no dejó demasiadas opciones: el sustituto natural del peruano sólo podía ser Pablo Aguado. El nombre del sevillano estaba en todas las quinielas pero el emergente diestro –máxima sensación de esta temporada- tenía apalabrada la fecha en la feria de San Antolín de Palencia. El cambio se dio por hecho desde el primer momento pero había que recomponer el hilo del abono castellano. El triunfo reincidente de Luis David Adame en Bilbao sirvió para suplir el casillero inicial de Pablo que, a su vez, ocupó el definitivo sitio libre que dejaba Roca Rey. Todos contentos y Francisco Rivera, el empresario de la Maestranza de piedra, el primero. Ha armado uno de los mejores carteles de la temporada; ha dado carácter de grandioso acontecimiento al evento y ha asegurado el ‘no hay billetes’. Ronda vuelve a ser la Meca.

Alguna marejadilla de fondo

Pero la Goyesca de 2019 no ha estado exenta de algunas tensiones públicas y privadas. La más conocida ha sido el cambio de fecha del tradicional festejo, que se adelantará una semana a la Feria de Pedro Romero en la que (casi) siempre ha encontrado su mejor cobijo. Francisco argumenta que la fecha habitual enfanga la contratación de las principales figuras. No le falta razón: el primer fin de semana de septiembre es, posiblemente, el más intensamente taurino del año y acudir a la Goyesca, en algunas ocasiones, puede suponer un esfuerzo extra para los coletudos de la primera fila. Eso sí: también hay que reconocer que las corridas quedan cojas sin los ciclos festivos que las amparan. No han faltado tensiones entre el ayuntamiento y el nieto de Antonio Ordóñez. De hecho, el consistorio está montando ¡una portátil! para celebrar una novillada con aspirantes rondeños de la que se podrían contar algunas cosas... Lo dejamos ahí. Pero hay otras marejadillas más sutiles, como el evidente malestar –proclamado en público y en privado- de Cayetano Rivera Ordóñez. No estuvo en el cartel inicial de la Goyesca –de lo que se dolió en una reciente entrevista publicada en ABC- y tampoco ha contado para la combinación definitiva. Pero el hermano de Francisco ha ido más allá declarando que no estaba de acuerdo con el adelanto de la fecha de la Goyesca. Cayetano –asegura el diario Andalucía Información- también habría presentado a la junta de gobierno de la Real Maestranza de Ronda –propietaria de la plaza de toros- una propuesta para hacerse cargo de la explotación taurina del histórico recinto. La verdad sólo la conocen sus protagonistas.