A veces es necesario remar contracorriente. Ya lo hemos contado en estas mismas páginas: el encaje de Ventura en una corrida mixta para satisfacer los deseos de la familia Hermoso y propiciar, fuera como fuese, su encaje en el ciclo tenía escaso recorrido. Es verdad que el jinete de La Puebla estuvo a punto de lucrar un premio mayor si no falla con los aceros. Pero también lo es que esta vuelta necesitaba otros argumentos. El año pasado se negó a actuar en la plaza de la Maestranza anunciado con una corrida de Bohórquez. La de este año le ha podido dar la razón pero Diego había escogido dos toros de Los Espartales –de idéntica procedencia Murube que los de Fermín- para escenificar esta vuelta en la que se echó –ésa es la verdad- la auténtica competencia con sus iguales.
Tampoco tenía mucho sentido que El Juli, primer gran triunfador de lo que va de Feria y primera figura del toreo, se viera colocado en esta mixta de circunstancias como si fuera uno de esos artistas decadentes de los ochenta. ¿Qué pintaba aquí? ¿Qué sentido tenía volver a anunciarse de nuevo con los toros de su amigo Justo Hernández? ¿No había otras reses en el campo para Sevilla? El que asistiera a la corrida podrá decir que se divirtió con los esfuerzos de unos y otros pero a la mixta le faltó contenido, más allá de ese lleno pastoso con un público con aire de sábado de farolillos.
¿Qué le podemos contar de la tarde? Pues que Ventura, ésa es la verdad, estuvo cerca de salir a hombros; que Cayetano pudo cortar una oreja de cada enemigo y que El Juli –qué hace un chico como tú en un lugar como éste- escenificó sendos esfuerzos con dos astados que no terminaron de romper. Si nos atenemos al capítulo ecuestre –tomando el hilo que presta Toromedia- hay que recordar que el rejoneador de La Puebla del Río se dobló bien con el toro de salida pero marró en el primer rejón de castigo. Con ‘Nazarí’ imantó el toro al costado del caballo y recorrió el ruedo con temple, clavando un buen palo. En el segundo resultó tropezado, pero rectificó de inmediato y volvió a galopar templado a dos pistas. Cambió de caballo y sacó a ‘Lío’ para clavar al quiebro, el segundo pegado a las tablas sin apenas terreno. Remató con ‘Dólar’ poniendo un par a dos manos sin cabezada. Pinchó y perdió el trofeo que se había ganado.
A su segundo sólo le colocó un rejón de castigo. Lo dejó entero para lucirse en galopadas de costado con ‘Sueño’, con el que pasó en falso varias veces antes de clavar dos buenas banderillas. Su virtud fue encelar siempre a un toro manso. Con ‘Bronce’ puso otras dos banderillas arrodillando el caballo antes de citar sin que faltara uno de esos absurdos cantes desde el tendido, que llegó a parar la banda. Sacó a ‘Gitano’, clavó con un quiebro al contrario y de nuevo sacó a ‘Dólar’ para hacer la suerte sin cabezada. Mató de pinchazo y rejón y tuvo que descabellar, perdiendo una nueva opción de triunfo. El año que viene hay que verlo con sus iguales.
Vamos con la torería andante: El Juli sorteó en primer lugar un animal que derribó estrepitosamente a Barroso después de lancearlo con temple. Las chicuelinas del quite se convirtieron en recorte antes de tomar la muleta –con el aire molestando- en una faena sin demasiado hilo ni rumbo que encontró el mejor acople cuando el torero se fue a los medios. A partir de ahí el trasteo fue a menos y la espada tampoco funcionó. El madrileño sortearía en segundo lugar un toro flojo, bravucón y con un punto de violencia al que logró meter en la canasta en una labor encimista y entregada en la que sobraron algunas voces extemporáneas. La espada, una vez más, volvió a atascarse.
Hay que reconocer que Cayetano sorteó el lote de mayores posibilidades. El tercero, sueltecito de salida, se lo brindó a Espartaco con un largo parlamento. El animal tenía nobleza y seguía la muleta pero toro y torero no lograron entenderse por completo hasta que el segundo vástago de Paquirri no se lo llevó a los medios para ligar una estimable serie por la izquierda. El bicho acabó cantando su condición mansa pero Cayetano terminó de echar toda la carne en el asador con una fulminante estocada que validó la vuelta al ruedo. Fue el mismo premio que lucró después de estoquear al sexto, seguramente el mejor ejemplar del desigual envío de la familia Hernández. El menor de los Rivera Ordóñez comenzó su faena sentado en el estribo y calentó el ambiente con unos buenos ayudados trazados de rodillas. Hubo toma y daca con la música que arrancó definitivamente después de una buena tanda de redondos. Cayetano se puso en serio con el animal aunque la cosa no volvió a recuperar el mismo nivel. Hubo pinchazo, estocada, vuelta al anillo. El reloj marcaba casi dos horas y media de espectáculo...
Ganado: Se lidiaron dos toros de Los Espartales para rejones en primer y cuarto lugar y cuatro Domingo Hernández para lidia a pie. Se dejó sin romper el segundo y destacó, especialmente, el sexto. El tercero, rajadito, también fue potable
Matadores: Diego Ventura, ovación y ovación.
El Juli, de lirio y oro, silencio tras aviso y palmas.
Cayetano, de Triana y oro, vuelta tras petición y vuelta tras petición.
Incidencias: La plaza se llenó hasta la bandera en tarde nublada y de agradable temperatura.