Observatorio taurino

De los toros, las elecciones y... Antonio Gala

El mapa político surgido de los comicios autonómicos y municipales debería disipar la hostilidad sociopolítica en la que se ha movido el mundo del toreo en los últimos años

29 may 2023 / 12:07 h - Actualizado: 29 may 2023 / 12:09 h.
"Observatorio taurino"
  • Antonio Gala. / E.P.
    Antonio Gala. / E.P.

España se despierta en este Lunes de Pentecostes –la Virgen del Rocío es la gran devoción global de los hombres del toro- contemplando el mapa político de un país que empieza a enterrar algunos demonios. Los que vienen son aún un melón por calar pero hay que celebrar como merece –que maten el cabrito cebado- que se marchen los que se van a largar. Ojalá no vuelvan. El país de la confrontación, del uno contra otro, de la división, de la aberración, de la dictadura de las minorías, de la resurrección de tantos fantasmas... el mundo del sanchismo y sus tristes compañeros de viaje está en un tris de recoger la maleta, la flauta y el perro para vender su mercancía averiada en otra parte.

¿Qué tiene todo esto que ver con los toros? Todo y más. El mundo de las sedas y los oros estaba colocado indisimuladamente en el punto de vista de la extrema izquierda que después de fracasar en todas sus revoluciones había abrazado credos como el animalismo, el separatismo, el feminismo salvaje, el colectivo okupa y demás peripecias para seguir chapoteando en el barro. En ese dudoso retablo de esplendores no tenía cabida una fiesta que consagra otros valores y que, además, se erige como fachada perfectamente reconocible e identitaria del ser español.

Pero antes de que las urnas dictaran sentencia contra esta tropa olvidable ya se percibían otras señales. Todo estaba dando la vuelta; había una reacción. Las magníficas entradas que se registran en la mayoría de los espectáculos taurinos, la ilusión de la juventud por ir a la plaza y el renovado orgullo de ser y sentirse taurino eran síntomas inequívocos de que algo estaba cambiando. No sólo para el toro... Una y otra vez hay que hacer bueno el pensamiento de Ortega, entendiendo las corridas de toros como reflejo de la propia sociedad, inscrita en la historia y su momento.

En la muerte de Antonio Gala

Pero la jornada electoral se sacudió con una noticia luctuosa que hila asombrosamente con lo expuesto en los párrafos anteriores. El fallecimiento de Antonio Gala –tres lustros enclaustrado en el convento que acoge su fundación- desplazaba por un momento las componendas de los partidos y los sondeos y animaba a recordar su inmensa obra. El magistrado y flamante académico Antonio Rodríguez Castilla, una de las cabezas pensantes del modélico capítulo cordobés de la Fundación del Toro de Lidia, ya lo había hecho hace un año en el preciado boletín del Bolsín Taurino de La Carlota, rescatando algunos de los escritos taurinos del gran creador de Brazatortas que cobran una sorprendente actualidad. Les animo a leer el trabajo completo.

“...leo en estos días con frecuencia que las corridas de toros son una vergüenza nacional. (Aquí somos propensos a calificar de vergüenza nacional todo lo que no nos hace individualmente gracia). Y bastantes cartas me piden, apoyándose en mi afecto por ti, Troylo, que escriba denigrando lo que se llamó siempre fiesta nacional, y procure su prohibición. Parece que a la democracia española le ha dado más por proteger a los animales que a las personas. Y hasta tú sabes, Troylo, que eso es comenzar la casa por el techo”. Tal y como advierte Rodríguez Castilla, el artículo –incluido en ‘Charlas con Troylo’- estaba escrito hace cuatro décadas “para interpretar realidades, descubrir esencias y pintar nubarrones que nadie por aquella época podía imaginar” según apunta con absoluto y asombroso acierto.

El autor del artículo se adentra en otras consideraciones y hasta evoca el primer y hermoso encuentro de Antonio Gala con el mundo del toro, sentado en el viejo coso de Los Tejares entre su padre y el mismísimo Machaquito. Pero no vamos a destripar más el impagable artículo aunque no nos resistimos a rescatar un párrafo más que hilvana en tres o cuatro líneas la emoción común, la belleza irrepetible del instante, que despiertan el cante, el toreo y hasta las cofradías: “Inmortalizar lo efímero. La emoción estética obra como un buril, y graba en los sentidos y en el ánimo de los asistentes el pellizco que no va a volver jamás a repetirse: un quite, un jipío, el vuelo de una muleta, el mecerse de un palio, los dos dedos de una mano recogiendo la cola de una bata”. Impresionante, ¿no?

Adiós a José Fuentes

Nos marchamos ya, lamentando otro fallecimiento, el de José Fuentes, un torero de Jaén que había escogido tierras sevillanas para afrontar el último tramo de su vida. “Linares se lo llevó, Linares nos lo devuelve”, proclamó otro cordobés genial llamado Rafael El Pipo, que llegó a ser su suegro. El Pipo tiró de la memoria manoletista para promocionar a su nueva criatura taurina tras la sonora ruptura con Manuel Benítez, al que sacó del arroyo y le trazó su primera leyenda. Fuentes fue un torero fino, de definida personalidad, un punto estigmatizado por el supuesto abuso del ‘pico’ de la muleta que alargó su carrera, toreando esporádicamente, hasta la bisagra del siglo. Dueño de un peculiar sentido del humor, se le veía aún por Sevilla en este o aquel acto taurino evidenciando que la enfermedad no tenía retorno. Brille para él la luz perpetua...