Demasiados vaivenes para una causa justa
Nada que no se sepa: el festival a beneficio de la antigua y ejemplar Bolsa de Caridad del Gran Poder será el encargado de cerrar la temporada taurina 2022 en la plaza de la Maestranza siguiendo la estela marcada por la Hermandad de la Macarena en 2018. El Baratillo y la Esperanza de Triana –vía Moeckel- se apuntaron al bombardeo en la temporada posterior sabiendo que sus obras sociales y asistenciales podían experimentar un impresionante espaldarazo -200.000 euros- con la celebración del evento. Pero es importante subrayar que además de recaudar la pastora se volvía a poner de manifiesto la decidida vocación solidaria de los hombres del toro que no se lo suelen pensar demasiado para ponerse ponen delante del ídem sin pedir nada a cambio cuando hay una causa justa que lo merezca.
Es importante que eso vaya por delante. La cofradía del Gran Poder era la siguiente de una lista de hermandades que, cuentan, se ha ido engrosando sin que sepamos que mecha puede tener el asunto. Mientras tanto, se aguarda la presentación oficial de un cartel que ha dado muchas vueltas, demasiadas, desde que la pandemia obligó a aplazar un empeño que –visto lo visto- ha encontrado algunas dificultades imprevistas para llegar a buen puerto. La cofradía de la Madrugada confió en Emilio Muñoz la gestación del elenco torero y ganadero y el encargo le podría haber hecho sudar tinta.
Más allá de la fábula de Ortega Cano, que se dejó querer entre Padilla y Molés anunciando una reaparición imposible, el veterano diestro trianero se ha encontrado con algunos escollos que han acabado modificando los planes iniciales. Se llegó a hablar estos días de una hipotética e improbable ‘entente cordiale’ entre Diego Ventura y los Pagés que, más allá del festival del 12 de octubre, debería haber allanado el camino del jinete de La Puebla para contratarse en 2023. El dato chocaba con otros rumores mejor fundados que apuntaban en dirección opuesta. Mejor dejarlo ahí.
Morante se queda fuera
Y hablando de La Puebla: tampoco habría tenido ajuste –al menos hasta ahora- el nombre que debía haber sido la fachada más rutilante del evento. Morante, dicen, se habría agarrado al exceso de actuantes para caerse del cartel que, al menos hasta ahora, quedaría encabezado por el diestro riojano Diego Urdiales seguido de los matadores José María Manzanares, Daniel Luque, Juan Ortega, Pablo Aguado y el novillero Diego Bastos, que supliría al preconizado Álvaro Burdiel, poderdante de Ortega Cano. La guinda del asunto, salvadas ciertas pamplinas reglamentarias, será la presentación del célebre becerrista Marcos Pérez en modalidad de clase práctica. El fuego, cruzado, ha sido amigo. Dicho lo cual, se abren algunas interrogaciones: ¿Merecía la cofradía del Gran Poder estos vaivenes? La respuesta es obvia.
El ambiente del coliseo arlesiano en una tarde de toros retratado por Van Gogh.
De toros, indumentarias y el podio final
Ya lo hemos escrito alguna vez: la única corrida goyesca que merece tal nombre es la que se organiza en la Maestranza de Ronda recogiendo el espíritu de Antonio Ordóñez, subrayado por el imponente marco arquitectónico. Es en ese escenario, seguramente el único, donde cobran sentido las vestiduras de majo que también merecerían un mejor y mayor acercamiento a la auténtica propiedad indumentaria de la época. Morante es un buen ejemplo de esa preocupación estética aunque también se la haya ido un punto la mano mezclando la monterilla a lo Paquiro –de la primera mitad del siglo XIX- con un traje de aires más dieciochescos, tal como hizo en su reciente comparecencia en la enésima goyesca de la temporada, la que se celebra en Arlés con halos pictóricos.
Y hablando de pintura, Van Gogh llegó a retratar el inigualable ambiente del coliseo arlesiano en aquella época –tan turbulenta como creativa- en la que compartió casa y broncas con Paul Gauguin. Lo hizo pocas semanas antes de cortarse la oreja, la suya propia... Pero hay que ir al turrón: la celebración de goyescas de todo tipo y oportunidad se ha sumado a la profusión de corridas temáticas que empiezan a rebasar el límite de lo razonable. Picassiana, Pinzoniana, Magallánica... hasta una corrida del aceite –retransmitida este domingo por Canal Sur- en la que se lucieron unas indumentaria eclécticas que lo mismo valen para un roto que para un descosido. El primo de un servidor tenía una ajada capa de tuno que empleaba, invariablemente, cada vez que tenía que participar en un sarao con exigencia de disfraz. Daba igual que fuera de vikingo o de mosquetero. Esto lleva el mismo camino.
Mientras tanto la temporada sigue su curso, consagrando algunos nombres en el podio final. Roca, Morante y Daniel Luque podrían ser los candidatos más sólidos a entrar en ese medallero mientras el comienzo del curso escolar, de paso, enseña el final de la larga campaña, la primera absolutamente normal –dentro de lo que cabe- tras esa nefasta pandemia que también ha dejado su paisaje después de la batalla. La semana que viene seguimos.