Observatorio taurino

Del toro y el fuego

Las desquiciantes políticas pretendidamente ecologistas sirven de espoleta de los incendios y atentan contra el verdadero equilibrio del campo, también del que cría reses bravas

18 jul 2022 / 12:21 h - Actualizado: 18 jul 2022 / 12:24 h.
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Algunas veces hemos escrito de ello: un viejo ganadero dijo una vez que una vaca muerta en el campo exigía mover más papeles que el cadáver de un hombre. La frase, tenga o no tenga un punto de exageración, nos sirve para tirar del hilo de ese falso ecologismo de pantalla de ordenador que ha condenado al campo y sus órbitas a una estrafalaria galera de burocracia que nada tiene que ver con el agro, su verdad y un equilibrio que depende directamente de la sabiduría ancestral de los hombres que lo habitan.

¿Qué tiene que ver la creciente España quemada con el mundo de los toros? Mucho más de lo que pudiera parecer. No, no se trata de arrimar esa ascua ardiente a nuestra sardina. Gravitamos en las mismas órbitas. Los falsos ‘ecos’ son los culpables directos de esos campos sin limpiar –bombas de relojería en cuanto llega el verano- en los que no se puede retirar ni un rastrojo; en los que ya no entran los rebaños, pastan las reses ni hieren la hoz ni la azada. Son los mismos que ponen los ojos en blanco con ciertas especies pero han roto la cadena trófica al obligar a retirar e incinerar las reses muertas de las dehesas, alimento natural de carroñeras que ahora atacan al lechón o al choto.

Sería muy positivo que los burócratas del ecologismo contemplaran las reses –venados, cabras, vacas, caballos- carbonizadas en las manchas arrasasdas. Pero ya se sabe que corazón que no ve, corazón que no siente... España arde porque el campo necesita de los hombres que le dieron sentido, no de políticas que engordan presupuestos y bolsillos, alimentan campañas de nada y otorgan pulso a ese neocomunismo que busca razones para subsistir apuntándose a todos los bombardeos. A partir de ahí pueden ustedes meter en el saco –algunos lo llaman progresismo- el feminismo salvaje, la ideología de género, el estúpido lenguaje inclusivo, el secesionismo y el separatismo, la condena de la libertad de expresión, la corrección política, el veganismo y el animalismo... No, el campo no se ha librado de toda esa amalgama de memeces. Se ha politizado hasta el ridículo mientras arde sin remedio. Eso sí: la panda de mercachifles echa la culpa al cambio climático. Afortunadamente ya les queda poco tiempo para vender su crecepelo.

Más de los encierros pamplonicas

En el último Observatorio Taurino, habíamos hecho eco del coro de desencanto que ha acompañado la retransmisión de los encierros pamplonicas, este año bajo la locución de un tal Julián Lantzi que, lejos de hacer un acto de contrición o lidiar con el aluvión de críticas ha terminado de enredar la madeja, y de qué manera, en esa dudosa mesa camilla del toreo que es la red social Twitter. “Los palos ya sabemos de dónde han venido, del mundo taurino procorridas, que no han entendido que el programa no iba de los suyo”, se ha despachado el mozo

¡Al mundo taurino ‘procorridas’! ¡Que aquello no iba de lo suyo! ¿Iba de colombifilia? ¿De filatelia? El comentario destila un déspota desprecio a la piedra angular de la tauromaquia: el toreo a pie. Habría que recordar, una y otra vez, que más allá de la impresionante vistosidad del encierro –un innegable espectáculo por sí mismo- el toro baja de los Corrales del Gas a la plaza de toros para lidiarse por esos hombres que se visten de luces al atardecer. Es un dato fundamental que, visto lo visto, no existe para estos presuntos catedráticos del encierro. Pero el asunto empieza a pasar de castaño oscuro cuando el insufrible buenrrollismo –toros a la carrera sí, corrida no- se une a un evidente desconocimiento de lo que se debería dominar. No merece la pena darle más bola al asunto. Con estos bueyes hay que arar...

El tiempo de los toreros

Pero el repaso de la semana taurina no estaría completo sin hacernos eco del momento de dos toreros de excelente fondo y cocción lenta. El primero, que ha tenido a sus partidarios deshojando alguna margarita, es Juan Ortega. Su recentísimo triunfo en la corrida de Manzanares ha vuelto a tener esa repercusión que sólo adorna a los que han sido tocados por cierta varita. Hay que perseverar en esa senda, ganar en regularidad, trabajar la capacidad... Ortega es dueño de uno de los mejores trazos toreros de la actualidad. Hay ganas de verlo en plenitud...

Pero hay otro nombre que conviene destacar como se merece. Es el de David Galván, otro matador de fuego bajo –ya suma una década de alternativa- que ha sabido ponerse en el escaparate a raíz de su triunfo –indulto incluido- en Estepona, una de las plazas más emblemáticas de la Costa del Sol a la que acudió a sustituir a Manzanares. Quedaban muy pocos días para que protagonizara una triunfal encerrona en su pueblo natal, San Fernando, que ha terminado de redondear una semana crucial para su futuro. Adelante...