Toros

Diez verónicas para la nostalgia

Finito de Córdoba cuajó el momento de mayor diapasón artístico en medio de una tarde declinante en la que conmemoraba su trigésimo aniversario de alternativa

17 may 2021 / 09:38 h - Actualizado: 17 may 2021 / 10:14 h.
"Toros"
  • El diestro Juan Serrano "Finito de Córdoba" torea de capote al segundo de su lote en el tercer festejo de la Feria de Mayo que se celebra hoy domingo en el Coso de los Califas, en Córdoba. EFE/Salas
    El diestro Juan Serrano "Finito de Córdoba" torea de capote al segundo de su lote en el tercer festejo de la Feria de Mayo que se celebra hoy domingo en el Coso de los Califas, en Córdoba. EFE/Salas

Una, otra, tres, cuatro... Perdimos la cuenta mientras nos mirábamos en el incierto espejo de nuestro propia vida. Hace treinta años teníamos tres décadas menos y la ilusión intacta en torno a un torero que había revolucionado desde sus cimientos la dormida afición cordobesa. Fueron tiempos de juventud, kilómetros, excursiones y mucho toreo. El mazo de lapas que estaba cuajando Finito de Córdoba nos abrió la puerta a aquella época, a esos años indecisos en los que, Córdoba se volvió loca con su torero.

Faltan muchos de los que se echaron a la carretera en ese tiempo hermoso. Su recuerdo, de alguna forma, revoloteó en la cálida ovación que siguió al paseíllo. Tampoco había faltado la Marcha Real, el toque de oración y todos esos detalles –marca Lances de Futuro- que convierten cada corrida de toros organizada por José María Garzón en una reivindicación de nuestra identidad. El papel, un día más, se había agotado certificando que el milagro es posible. La plaza de Los Califas vuelve a contar en el mapa del toreo y ha sido pionera en la reactivación taurina de nuestro país en las dos orillas de la pandemia.

Pero hay que ir al turrón: el propio Finito había decepcionado a propios y extraños sin ocultar su desconfianza y disgusto con un primero blando y rebrincado con el que, ésa es la verdad, tampoco se decidió a apostar nunca. Fue una faena perfilera, de pasos perdidos e insustancial argumento que remató a sartenazos. ¿Ésa era la actitud? Todo iba a cambiar con la salida de ese tercero, de pitones arremangados y fabulosas hechuras, que se acompasó a la perfección a ese eterno ramillete de verónicas que comenzó en las rayas y creció en intensidad, temple, sabor y cadencia hasta los mismos medios del coso califal.

Fue una brisa de primavera, un vendaval del mejor Finito... pero el toro ya se quiso quitar el palo en el primer puyazo. En el vaivén de la lidia anotamos una media de antología, las chicuelinas y la serpentina de Morante y, por fin, el brindis a Manuel Benítez ‘El Cordobés, último gran califa del toreo. Había un run run de cante grande y la impronta de Finito, transfigurado, hacía augurar un faenón que no pudo ser. El toro se derrumbó y con él toda la tarde. Se había acabado la fiesta.

Antes de la revelación capotera de Finito de Córdoba habíamos contemplado una faena de pinturas de Morante de la Puebla, que recetó esos capotazos de mano levantada –tan de la Edad de Plata- que ahora prodiga en su puesta en escena, reforzada por sus trajes arqueológicos y hasta la montera de impronta decimonónica que ha estrenado esta temporada. Brindó a Garzón, reforzando ese papel que cuestiona la anquilosada clase alta de la patronal taurina, y se empleó en un trasteo de fondo y sabor cuajando bellísimos naturales, ese toreo de otro tiempo sobre los pies y un ser y estar naturalmente torero que no pudo ir a más por las muchas carencias de su enemigo.

No hubo más. Finito instrumentó una faena de meras apariencias a un quinto falto de todo y Morante tiró por la calle de en medio en cuanto adivinó la insustancialidad del sexto. Así se acabó la Feria de Córdoba, donde no ha quedado ni un papel en taquilla. Ya hablaremos de ello. Hay motivos para la esperanza.

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, incluyendo el sobrero que hizo cuarto, bien aunque desigualmente presentados y de mal juego global. El primero embistió siempre a la defensiva; tampoco rompió y se defendió el segundo; el tercero, de buenos principios, se derrengó enseguida; el cuarto fue muy deslucido; vacío el quinto; sin un pase el sexto.

Matadores: Finito de Córdoba, de fuego y azabache, silencio, gran ovación y ligera división al saludar tras aviso.

Morante de la Puebla, de rioja y azabache, ovación, silencio y silencio.

Incidencias: el aforo previsto, unas 4000 localidades, se cubrió en su totalidad en tarde muy calurosa. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Joselito El Gallo al cumplirse el 101 aniversario de su trágica muerte en Talavera y en recuerdo del 80 aniversario del fallecimiento de Rafael Guerra ‘Guerrita’, II califa del toreo.