Dos historias con final feliz

David de Miranda selló con un rotundo triunfo su particular resurrección humana y taurina en una tarde que venía con bola premiada: un nuevo prodigio de Morante

03 ago 2018 / 22:20 h - Actualizado: 03 ago 2018 / 23:22 h.
  • El torero Morante de la Puebla da un pase a su primer astado durante la corrida de toros celebrada hoy en la Feria de Colombinas de Huelva. EFE/Julián Pérez
    El torero Morante de la Puebla da un pase a su primer astado durante la corrida de toros celebrada hoy en la Feria de Colombinas de Huelva. EFE/Julián Pérez
  • El torero David de Miranda da un pase a su primer astado durante la corrida de toros celebrada hoy en la Feria de Colombinas de Huelva. EFE/Julián Pérez
    El torero David de Miranda da un pase a su primer astado durante la corrida de toros celebrada hoy en la Feria de Colombinas de Huelva. EFE/Julián Pérez
  • El torero José María Manzanares da un pase a su primer astado durante la corrida de toros celebrada hoy en la Feria de Colombinas de Huelva. EFE/Julián Pérez
    El torero José María Manzanares da un pase a su primer astado durante la corrida de toros celebrada hoy en la Feria de Colombinas de Huelva. EFE/Julián Pérez

La tarde estaba marcada por un indudable componente sentimental. La reaparición del diestro local David de Miranda, providencialmente recuperado de una gravísima lesión medular, prestaba el argumento previo del festejo. La ovación de reconocimiento tras romperse el paseíllo tardó demasiado. Hizo falta que Morante, en un gesto de elegancia torera, animará a saludar al joven matador. Sólo él sabe el calvario que ha pasado.

Pero el cartel tenía otros alicientes, como la presencia -tan imprevisible- del propio Morante, que se hizo presente con un mazo de verónicas de otro mundo instrumentadas al basto ejemplar que saltó en primer lugar. Repitió el prodigio en el quite pero el toro, aplomado en la muleta, no tenía vocación de milagrero. El de la Puebla se marchó por la espada...

Pero aún le quedaba el cuarto, al que volvió a cuajar un ramillete de lances arrebujados y aclamados que remató con una media de libro. Hubo galleo, nuevas verónicas, una serpentina arqueológica y ¡hasta banderillas!... Morante resultó alcanzado cuando trataba de saltar la valla tras el segundo par pero colocó un tercero al quiebro que rindió la plaza. La faena, basada sobre la mano derecha, tuvo el don de la armonía. Hubo magia en los redondos e inspiración en los naturales a pies juntos mientras cosía serie con serie gravitando por el ruedo. Eso sí, la batería del animal aconsejó buscar la espada antes de reunirse con el toro en unos muletazos postreros llenos de sabor y torería añeja. Entró a matar después de un larguísimo preámbulo con la muleta plegada. En Huelva había tocado la lotería.

Manzanares, navegando en un año de grisallas, se encontró con un segundo que cantó su escaso motor desde el primer capotazo. El personal se enfadó, con razón, cuando rodó por los suelos. El alicantino no pasó de las probaturas y se lo quitó de en medio con una estocada de las suyas. Tuvo que esperar al quinto para estirarse con el capote y mecerse, por fin, en una faena de buen trazo pero lejos de su propia calidad. Hubo más profesionalidad que entrega; más compostura que expresión y sentimiento por más que éste o aquel muletazo evocara sus mejores fueros. La espada, esta vez, encalló.

¿Qué le pasa a Manzanares?

David de Miranda afrontaba la prueba de fuego: volver a vestirse de torero y ponerse delante del toro. Para este nuevo comienzo sorteó un tercero escurrido al que pasó a pies juntos. Un traspié le obligó a improvisar lances a la espalda que animaron el cotarro. Pero las palmas terminaron de echar humo en el quite por saltilleras. La recuperación se certificó, muleta en mano, con una faena reunida, bien trazada y plena de cadencia. No faltó un sincero arrimón final y una estocada fulminante. Había que redondear aunque el sexto, que salió a la defensiva, sólo le permitió mostrar una indeclinable disposición para aguantar la violencia y el mal estilo de ese sexto que no quiso unirse al buen final de esta historia de superación personal que debe tener continuidad. Felicidades.


PLAZA DE TOROS DE LA MERCED

Ganado: Se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, desigualmente presentados. Basto y aplomado el primero; noble e inválido el segundo; potables y flojos tercero, cuarto y quinto; muy deslucido el sexto.

Matadores: Morante de la Puebla, de negro y oro con sedas de colores, silencio y dos orejas

José María Manzanares, de corinto y oro, silencio y ovación

David de Miranda, de azul mahón y oro, dos orejas y silencio

Incidencias: La plaza registró dos tercios de entrada en tarde muy calurosa. Saludaron Suso y Blázquez.