- El toreo bulle en el inicio de la campaña. Foto: Arjona-Pagés
La temporada ya está en marcha. La feria de Olivenza –que mantiene su poder de convocatoria- ha vuelto a levantar el telón de ese tortuoso camino de casi ocho meses en el que se decidirán las posiciones del toreo. La lluvia impidió que se pudiera celebrar el último festejo pero el intenso serial oliventino puso sobre el tapete las declaraciones de intenciones de algunos diestros incluyendo a Alejandro Talavante que, eso cuentan, despertó de su larguísima siesta en la bombonera oliventina...
Pero más allá del lujo de esas corridas hay que consignar que el toreo bulle como no lo hacía mucho, muchísimo tiempo... Los cosos portátiles salen de sus naves y se montan aquí y allá mostrando una efervescencia que se antojaba perdida. Es una buena noticia para las bases de la profesión y ese circuito rural que se anima cuando las cosas se preparan con un mínimo de lógica y una buena política de precios pero sobre todo, cuando se cuenta con chavales que despierten ilusiones. El pasado martes, sin ir más lejos, el cordobés Román se llevó un puñado de autobuses hasta el coso de Linares que lució una entrada que ya quisieran alcanzar los matadores más encopetados del escalafón.
Ha habido festejos en Lora, Sanlúcar la Mayor, Guillena, Écija y pronto habrá una corrida de toros en Morón... ¿efecto rebote en estos tiempos de ataques y menosprecios? Podría ser. En cualquier caso esta profusión de festejos nos lleva a esos tiempos, tan cercanos, en los que el toreo y sus órbitas empapaban con naturalidad la vida de nuestros pueblos. Pues que no decaiga...
Los toros por ‘streaming’: algunas cosas por saber...
Y es que la Primavera acecha, a un mes lunar de la Semana Santa que dará paso a la Pascua Florida, definitiva explosión taurina que en Sevilla tiene una fachada destellante: la corrida del Domingo de Resurrección. Ya conocen de sobra el cartel: Morante, El Juli y Roca Rey serán los encargados de pasaportar el envío de Núñez del Cuvillo que se ha reseñado para la ocasión. También serán los primeros protagonistas que se asomen a móviles, tablets, ordenadores y televisores con conexión a internet para protagonizar la retransmisión inaugural de Mundotoro TV, la marca televisiva que Herr Roever e Ignacio Díez han puesto en pie provocando, de paso, el próximo fundido a negro del clásico Canal Toros de Movistar.
Ya hemos hablado largo y tendido de un empeño que aún debe resolver demasiadas dudas a su clientela potencial sin saber si sólo quieren actuar como comercializadores o tienen intención de convertirse en una productora sólida. En la reciente rueda de prensa convocada en el taurino hotel Wellington de Madrid no se avanzó demasiado sobre lo que ya se sabía más allá de esbozar un estimable plan de precios que peca aún de inconcreción, toda vez que se desconoce el calendario definitivo de retransmisiones que, eso sí, comenzará por todo lo alto sumando las ferias de Sevilla y Madrid.
A partir de ahí sigue habiendo demasiadas dudas por resolver y un ingente trabajo por abordar antes de enchufar el primer cable en el coso del Baratillo, incluyendo la necesidad de sentarse a hablar con los que se ponen delante y lidian sus toros además de definir una programación que complete las emisiones de los festejos. La presencia de Víctor Santamaría, el histórico realizador de las retransmisiones del Plus, genera cierta tranquilidad pero las palabras del promotor alemán –que dice contar con inversores de postín- no aclaran qué arquitectura técnica hay detrás para poner en pie un asunto de tanto calado. Se les desea suerte. El toreo no puede permitirse el lujo de perder su última ventana al mundo
75 años de una gran figura
La muerte de Paquirri está instalada en la propia memoria doméstica de varias generaciones de españoles a pesar de las casi cuatro décadas transcurridas de aquella tragedia que inmortalizó al gran diestro de Barbate. Su figura permanece viva en el recuerdo de los buenos aficionados y en la mejor historia del toreo por más que su nombre siga manoseado por los mercaderes del templo. Francisco Rivera Pérez habría cumplido 75 años redondos este domingo. Cayó con 36, brutalmente corneado por aquel toro de Sayalero y Bandrés antes de ingresar en una sórdida enfermería donde se le practicó una cura de urgencia y se decretó aquel traslado agónico por una endiablada carretera. Llegó expirando a las puertas de Córdoba...
Pero antes fue una gran figura, un torero famoso, un auténtico mandón que rompió en medio de la baraja de colosos de la Edad de Platino y brilló con luz propia en los años difíciles que siguieron a la imposición del toro del guarismo y la progresiva retirada de los grandes de la década anterior. Paquirri, de una u otra forma, fue el torero de la transición volviendo a hacer buena, una y otra vez, la sentencia orteguiana. Fueron años duros para el toreo que también vive su propia y peculiar transición. Aquellos años de plomo sólo se cerrarían con la propia muerte del torero, que redimió a toda la profesión en un periodo de discusión, con una crítica que en algunos casos no supo distinguir la severidad de la ferocidad. Que le dejen descansar en paz.