Enrique Ponce permanece ingresado en el hospital Nisa de Aravaca al que fue derivado desde la clínica valenciana en la que fue atendido después de la operación de urgencia que siguió al grave percance sufrido el pasado lunes en la penúltima corrida de las Fallas. El toro, de la ganadería de los hermanos García Jiménez, le propinó una cornada en un glúteo y le fracturó una costilla pero la lesión más temida –la triple fractura de ligamentos- se produjo al caer. La rodilla falló ostensiblemente y el torero fue conducido a la enfermería entre evidentes muestras de dolor.
El torero, que había estado ingresado en la Clínica de la Salud de Valencia, fue trasladado en ambulancia al hospital Nisa de Aravaca para ser intervenido por el doctor Villamor que ha reparado el ligamento cruzado anterior -ya dañado anteriormente-, el ligamento lateral interno, la meseta tibial y el menisco externo que, como había aventurado el propio médico, también estaba dañado. Por delante le quedan varios meses de rehabilitación y recuperación que podrían poner en peligro su temporada. Villamor ha explicado que algunos tratamientos de células madre y factores de crecimiento podrían acortar estos plazos pero, en cualquier caso, parece aventurado que el torero valenciano pueda cumplir los compromisos que había contraído en la plaza de Las Ventas.
Mientras tanto, sigue chocando el documento aireado por Simón Casas en el que, de alguna manera, quiere asegurar la presencia del torero valenciano en el serial de San Isidro. El comunicado es, en realidad, un acuerdo firmado con Victoriano Valencia, suegro y apoderado del torero, en el que se reseña textualmente que “a pesar del percance sufrido el 18 de marzo en la plaza de toros de Valencia, la voluntad del diestro Enrique Ponce es que siga en vigor el contrato firmado entre las partes el pasado 15 de febrero de 2019 para las dos actuaciones en la plaza de toros de Las Ventas en la feria de San Isidro y Corrida de Beneficencia de 2019”.
La voluntad del torero es una cosa. Y la de Simón Casas, que deja desarbolado el abono isidril, es otra. Pero los hechos parecen tozudos. Será muy difícil que Enrique Ponce pueda estar listo para hacer el paseíllo antes de cuatro o cinco meses. Casas se encuentra con una difícil papeleta después de propiciar la ausencia de Morante de la Puebla, Julián López ‘El Juli’ y José María Manzanares, que rehusaron prestarse al juego del bombo que sirvió de reclamo publicitario del interminable serial isidril durante la gestación de los carteles que están a punto de presentarse. La realidad camina por senderos distintos que los sueños: la única figura digna de tal rango anunciada en San Isidro es Roca Rey. La cosa se pone cuesta arriba.