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Esaú y Lama salen a hombros en Sanlúcar la Mayor

Los jóvenes matadores sevillanos se impusieron al desigual encierro de Julio de la Puerta en una tarde de llenazo y monserga antitaurina

18 feb 2023 / 19:24 h - Actualizado: 19 feb 2023 / 10:01 h.
"Toros","Antonio Muñoz","Farruquito","Esaú Fernández"
  • Imagen de los diestros a hombros.
    Imagen de los diestros a hombros.

Al festejo, que abarrotó hasta la corcha la portátil instalada junto a la clásica Venta Pazos, no le faltó el prólogo de la inevitable monserga 'anti' pero la rotundidad de ese taquillazo -por más que gritaran los cuatro gatos de la pancarta, las sirenas y las consignas demagógicas- era el mejor síntoma de andar en el buen camino. Estos festejos que despiden el invierno y abren la puerta a la primavera recuerdan esos tiempos, no tan lejanos, en los que los pueblos prestaban el primer aliento a la gran temporada. Hay motivos para la esperanza...

Pero una vez más tenía que salir el toro, un terciado ejemplar de Julio de la Puerta -tardó un siglo en saltar- que dejó que Esaú se mostrara sobrado con el capote. Hubo galleo por rogerinas, puyazo de circunstancias y quite por gaoneras del propio matador, que después de brindar a Farruquito se plantó en los medios para iniciar su faena con un ceñido péndulo que se resolvió con un volantín del animal. El diestro de Camas le cogió la vueltas a una embestida fija pero un punto tarda en rondas de muletazos, cada vez más ceñidos, en los que brilló el toreo al natural. Fue la base central de un trasteo ligado, encajado y muy bien trazado que acabó poniendo en sus manos las dos orejas de su enemigo después de una estocada que necesitó del refrendo del descabello.

El cuarto, un bonito colorao brindado al torero sanluqueño José Antonio Muñoz, acabaría entregado en la muleta del camero en un trasteo trazado desde abajo y muy hacia atrás. El bicho tuvo un punto de picante por el izquierdo pero la labor de Esaú tuvo la virtud de tapar todas las asperezas para hilvanar una faena ligada y compacta, culminada con luquecinas, que remató de media estocada y descabello.

El segundo espada, y principal impulsor del festejo, era Paco Lama de Góngora. El año pasado había sido el primer catalizador de la recuperación taurina en la capitalita del Aljarafe después de algunos años de sequía. Su primer enemigo, de 'agradable' presencia le permitió estirarse en un puñado de lances que precedieron al puyazo. Lama gustó y se gustó en los primeros muletazos pero había que resolver problemas: el bicho hacía hilito, estaba loco por rajarse... En esa tesitura tocaba andar solvente, consentirle todo en la puerta de chiqueros antes de robarle un puñado de naturales y unos sabrosos ayudados. La espada encalló al primer viaje pero fue un auténtico cañón al segundo. Y cayeron las orejas, que pasearon sonriendo a la charanga antitaurina que se escuchaba más allá de las chapas de la plaza.

Lama recibió con una larga en el tercio al quinto, al que lanceó animoso. Chacón lo banderilleó con autoridad y el torero del Arenal se encontró con una embestida enclasada y rebosante en los primeros muletazos. Lama supo tocar esas teclas antes de comprobar que por el izquierdo no quería ni uno. El toro había cambiado y hasta le lanzó dos o tres derrotes al pecho antes de cambiar la espada. La cosa había calado; cayeron las orejas. Se había ganado la salida a hombros.

El tercer espada era el joven diestro choquero Alejandro Conquero. Tuvo delante un bastito tercero al que toreó con corrección en medio de un ambiente un punto frío. El flamante matador encontró el mejor tono con la mano izquierda en un mazo de muletazos bien asentados, por encima de la movilidad cansina y ayuna de clase de su enemigo. Recibió una tremenda voltereta del playero que hizo sexto de la que salió visiblemente quebrantado. Sin chaquetilla ni montera volvió a la cara del toro para pasarlo en una faena animosa, brindada al público, que no terminó de alcanzar demasiado relieve por las desigualdades de su enemigo.

Ficha del festejo

Ganado: Se lidiaron seis toros de Julio de la Puerta, desigualmente presentados. El anovillado primero resultó noble, fijo y un punto rajado; manso y desigual el segundo; se movió sin clase el tercero; potable el cuarto; de más a menos el quinto; gris el sexto.

Matadores: Esaú Fernández, de lirio y oro, dos orejas tras aviso y oreja.

Lama de Góngora, de corinto y oro, dos orejas y dos orejas tras aviso

Alejandro Conquero, de aguamarina y oro, ovación tras aviso y oreja.

Incidencias: la plaza portátil instalada para la ocasión registró un llenazo absoluto en tarde primaveral. José Chacón saludó tras banderillear al quinto.