Expectación defraudada y resaca morantista
Roca Rey reventó las costuras de la Maestranza pero no manejó un lote con posibilidades. Manzanares, desdibujado, invistió matador a Calerito que cortó la única oreja de la tarde
Álvaro R. del Moral
En estos tiempos de pan llevar el personal prepara todo con la misma antelación como se cocinan los carteles en invierno y se consumen en el otoño siguiente. En cualquier caso, la fuerza, el tirón taquillero y el excelente momento de Roca –rey indiscutible de la campaña y número uno de la grey torera- pusieron la alcayata para colgar el ansiado cartel de ‘no hay billetes’. Pero una cosa es lo que se prepara y otra lo que acontece. Y el aficionado, ésa es la verdad, seguía hablando de Morante. ¿Quién es el aficionado? Cada vez se ven más eclipsados en una babélica plaza de la Maestranza que tiene su clientela actual lejos de Sevilla real. Un paseo por el barrio de Santa Cruz o la plaza de la Virgen de los Reyes –donde ahora hay meno Sevilla- sirve de radiografía precisa y exacta del público que va a llenar los tendidos baratilleros. ¿Mejor? ¿Peor? Es así la cosa. No hay que darle más vueltas...
Pero hay que ir al toro dentro de una corrida, la de Victoriano del Río, que habría tenido otras lecturas si las reses se hubieran enlotado en otro orden. Hubo tres, quizá cuatro reses que podrían haber propiciado otro espectáculo. Nunca lo sabremos aunque tampoco es aventurado constatar que José María Manzanares, tan consentido en Sevilla, sigue navegando a años luz de sí mismo, de sus resultados en esta plaza en otro tiempo que ya empieza a antojarse demasiado lejano. Para él fue un segundo ejemplar importante y con un punto de exigencia que siempre lo quiso todo por abajo. El alicantino escenificó un esfuerzo más o menos sincero y hasta logró poner al personal atento mientras la banda atacaba ‘Suspiros de España’ en el final de un trasteo tibio y demasiado discontinuo. Llegó a escuchar dos avisos después de media tendida y algunos descabellos.
Pero el Manzana iba a estropear esa impresión de sí mismo con el cuarto, un animal despegadete del suelo, alto de cruz, al que picó de cine Paco María. Hubo un largo sobo antes de ponerse a torear formalmente, un pelín en noria. Pero aquello no terminó de tomar forma mientras se sucedían cortas rondas de muletazos sin ajuste, hilo ni argumento. Vamos que aquello no fue a ningún sitio, tampoco con su otrora infalible espada. La impresión no pudo ser más opaca.
Tan opaca como el lote que se llevó Roca Rey, verdadero protagonista de la tarde y vértice sobre el que giraba ese taquillazo que colmó los tendidos del coso sevillano. No tuvo mucho que rascar con un tercero de salida mansa, tardo, probón y mirón que embistió a pasitos en la muleta del peruano que se vio obligado a cortar sin remedio antes de atravesarlo en un feísimo sablazo de costado a costado. Tampoco iba a poder ser con el quinto por más que se puso firme, muy de verdad delante de un animal desentendido y sin celo, loco por marcharse, al que intentó someter en todo momento con muletazos de trazo rotundo, siempre atornillado a la arena. El bou acabó diciendo basta. Esta vez sí le recetó un buen espadazo.
Dejamos para el final la notable alternativa de Calerito, un novillero sólido y forjado a fuego lento que se había ganado tarde a tarde este doctorado de lujo. Tuvo enfrente un primero de excelentes hechuras que sólo anunció cosas buenas en los dos primeros tercios, humillando en todos los capotes. Juan Pedro, vestido de blanco y oro, se lo brindó a su padre y lo toreó con buen aire desde la primera tanda, arrancado de largo con codicia. Había que estar a esa altura y el nuevo matador de Aznalcóllar pasó la prueba con solvencia en dos o tres tandas diestras antes de tumbarlo de un estoconazo que validó la oreja. Responsabilizado, volvió a la carga con el sexto, brindado a su señora madre. Fue un toro con algunas teclitas que tocar al que pasó reunido y centrado después de abrir la tienda con el cartucho de ‘pescao’. Calerito resolvió algunos problemas como la tendencia del bicho a hacer hilito. Había que llevar siempre muy tapada esa embestida que tampoco terminó de romper por completo. La espada no funcionó esta vez.
FICHA DEL FESTEJO
Ganado: Se lidiaron toros de Victoriano del Río, bien presentados. Tuvieron importancia el primero por su codicia y embestida humillada; el segundo por su exigencia y el cuarto por su fondo. Tercero y quinto, rajados y deslucidos, conformaron un lote sin posibilidades. Tuvo teclas que tocar el sexto.
Matadores: José María Manzanares, de marino y oro, ovación tras dos avisos y silencio tras aviso
Roca Rey, de corinto y oro con sedas de colores, silencio y ovación
Juan Pedro García ‘Calerito’, de blanco y oro, oreja y silencio tras aviso.
Incidencias: se puso el cartel de ‘no hay billetes’ en tarde veraniega. Daniel Duarte saludó tras parear al segundo. Destacó con los palos Antonio Chacón con el tercero y Paco María picando al cuarto. También saludaron Punta y Mambrú.
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