El ganadero Borja Domecq Solís ha fallecido este lunes en a la edad de 74 años víctima del coronavirus, que le había provocado una neumonía que no ha podido superar. El prestigioso criador de bravo, que ya arrastraba algunos problemas de salud, había tenido que ser ingresado en la noche del domingo en un centro hospitalario de Mérida, localidad muy cercana a la finca en la que pasta la ganadería familiar de Jandilla.
Borja Domecq era nieto del bodeguero jerezano Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio que, con la compra de la antigua ganadería del duque de Veragua, inició la aventura ganadera de la extensa saga Domecq. Fue su hijo Juan Pedro Domecq y Díez –padre de Borja- el verdadero forjador de la vacada que fue trasladada desde tierras manchegas a la mítica finca Jandilla que acabaría dando nombre a la vacada. En esos predios gaditanos se fue forjando el encaste con el añadido de ganado de Tamarón y el Conde de la Corte.
Borja era hermano de los también ganaderos Fernando y Juan Pedro Domecq Solís, ya fallecidos, además de sobrino del ganadero y rejoneador Álvaro Domecq y Díez y primo hermano del jinete y actual propietario de la ganadería de Torrestrella, Álvaro Domecq Romero. Su hermano Fernando –murió de cáncer en mayo del pasado año- se hizo cargo de la mitad de la vacada paterna a principios de los años 80, anunciándola ya como Jandilla –con el célebre hierro de la estrella- y colocándola en la primera línea de las ferias y los carteles de campanillas. Una décima parte de las reses y el hierro original de Veragua quedó en manos de su hermano Juan Pedro, fallecido en un trágico accidente de tráfico el Lunes Santo de 2011.
Borja tomaría las riendas de Jandilla a finales de los 80 a raíz de la renuncia de Fernando, que creó su propia vacada de idéntica raíz y sangre que anunció como Zalduendo. Borja Domecq, como sus hermanos, siempre había sido considerado uno de los más avanzados y conocedores ganaderos de bravo de los últimos tiempos. La ganadería de Jandilla, ahora dirigida por su hijo Borja Domecq Noguera, ejercía de auténtica matriz del campo bravo contemporáneo arrojando una interminable lista de corridas y toros notables. Su último gran éxito en Sevilla estuvo aparejado de la eclosión de Pablo Aguado, que cortó cuatro orejas a su corrida el 10 de mayo de 2019.