Fernando Sánchez Dragó se convierte en el primer triunfador del Domingo de Resurrección

El escritor soriano se mete al público en el bolsillo a través de un pregón culto, ameno, literario y divertido que llenó el Lope de Vega hasta los topes y sirvió para cantar la ética y la estética del arte de torear

05 abr 2015 / 15:01 h - Actualizado: 05 abr 2015 / 15:07 h.
  • El escritor Fernando Sánchez-Dragó pronunciando el Pregón Taurino de Sevilla este domingo, en el teatro Lope de Vega. EFE/Jose Manuel Vidal
    El escritor Fernando Sánchez-Dragó pronunciando el Pregón Taurino de Sevilla este domingo, en el teatro Lope de Vega. EFE/Jose Manuel Vidal
  • Pregón Taurino de Sevilla en el teatro Lope de Vega. EFE/Jose Manuel Vidal
    Pregón Taurino de Sevilla en el teatro Lope de Vega. EFE/Jose Manuel Vidal

Un recorrido literario, personal y vital ha servido a Fernando Sánchez Dragó para pregonar la fiesta de los toros en el teatro Lope de Vega de Sevilla en un acto tradicional que organiza la Real Maestranza de Caballería en colaboración con el Ayuntamiento de la Ciudad para dar el pistoletazo de salida oficial a la temporada taurina hispalense.

El escritor soriano fue presentado por el periodista marchenero Ignacio Camacho, que partió de sus vínculos amistosos, pero sobre todo literarios, con el pregonero para destacar que esa literatura “es en buena medida indisociable de la fiesta taurina, como lo es por completo el lenguaje en el que está escrita”.

El presentador ahondó en esa idea y recordó que “la Tauromaquia, como parte esencial de la historia, la cultura y de la vida española que es, impregna nuestro modo de hablar, de escribir, de pensar y hasta de existir”.

Después de la interpretación del pasodoble ‘Suspiros de España’ por parte de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla llegó el momento del pregonero, que se persignó en el atril del Lope de Vega antes de enfrentarse al público que llenaba todas las localidades admitiendo que “soy un hombre descreído y hace más de cincuenta años que no lo hacía”.

El texto de Dragó concitó muy pronto la atención del auditorio. El tono culto y la referencia a otros autores se movían sobre la propia experiencia vital del escritor que rindió en las primeras líneas su particular homenaje a la fiesta de los toros.

“No hay, a mi juicio, suficientes palabras en el diccionario ni en todas las páginas escritas por todos los autores premiados con el Nobel para describir la belleza, la hondura, la emoción y la pedagogía, ética y estética de ese sacramento que es la corrida de toros”, explicó el autor que también citó a San Isidoro de Sevilla para definir la etimología de la palabra “afición”.

La evocación de la España negra de Jardiel Poncela, “los muertos siempre salen a hombros” sirvió para arrancar las primeras sonrisas. Pero el pregonero acabó de meterse al público en el bolsillo al recordar una conversación con Curro Romero en la que el camero admitió que sólo había montado una vez en metro y en la ciudad de Londres.

La anécdota sirvió para evocar la figura del Faraón de Camas y la definición que de él dio Antonio Díaz Cañabate. “Viene pidiendo poetas”, escribió el autor costumbrista. “No seré yo quien lo corrija. Va por usted, maestro, si estás en la sala. Y si no, también. Quien te hizo rompió el molde de la torería. Abril en Sevilla es menos abril desde que tú te fuiste”.

La narración de un accidentado pregón taurino en la plaza de Las Ventas –el único que había pronunciado antes- también arrancó carcajadas. Pero Sánchez Dragó retomó un tono más serio, casi emocionado, para señalar que “este pregón es un canto a la amistad, a la fraternidad y la bondad. Tres virtudes propias del toreo, de quienes lo practican y de quienes, como nosotros, gustan de él y con él se emocionan”.

“La Tauromaquia es, entre las Bellas Artes, la de mayor rango, puesto que en su órbita giran todas las demás: la pintura, la escultura, la literatura, la música, el teatro, la danza e incluso la arquitectura”, aseguró el pregonero añadiendo que “además de arte es también escuela de valentía. Algo, ésta, que los españoles siempre han apreciado”.

Sánchez Dragó evocó un país, el de su infancia, “donde los niños jugábamos al toro”. El pregonero afirmó que “los de ahora ya no lo hacen. Prefieren el fútbol, que será muchas cosas y yo no quiero criticarlas pero que, desde luego, no es arte ni valor”.

El escritor también hizo un recorrido por el amor, el miedo y la muerte y realizó una justificación literaria de la muerte del toro: “el matador, cuando torea y vence al toro nos enseña a vivir y cuando es el toro quien vence y el torero muere, en la arena o en el hule, el héroe difunto nos está enseñando a morir”.

Aún quedaba la fase final del pregón. Dragó recorrió los primeros recuerdos taurinos de su niñez –unidos a la muerte de Manolete en 1947- y también mostró el hondo pesar que le causó la muerte de Ernest Heminway, que combatió con un viaje de juventud a la Pamplona de los 60 en la que conoció a Juan de la Palma, “un banderillero troskista”, y su hermano, el gran Antonio Ordóñez.

Sánchez Dragó continuó su glosa de la ética del toreo, que a su juicio, sobrepasa a las demás artes “porque se juntan en él la representación de la realidad y la representación del ideal”. Comparó el rito taurómaco con los sacramentos, buceó en la mitología griega y realizó un recorrido histórico de las fiestas de toros en los reinos españoles reivindicando su condición de celebración popular.

Pero el pregonero aún se emocionó visiblemente al leer, completa, la columna que escribió tras la excursión realizada a la localidad francesa de Nimes para la triunfal encerrona de José Tomás el 16 de septiembre de 2012. Dragó no pudo ver al maestro madrileño. El nacimiento de su último hijo le obligó a tomar un avión de vuelta.

El acto, que abrió el edil Gregorio Serrano, fue presidido por el alcalde Juan Ignacio Zoido y el teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Sevilla acompañado de las primeras autoridades civiles y militares de la ciudad y de numerosos representantes de la sociedad y la cultura sevillanas.