En apenas diez días –el próximo 16 de mayo- se cumplirá un siglo exacto de la trágica muerte del diestro sevillano José Gómez Ortega ‘Gallito’ en Talavera de la Reina. La historia es sabida y la refrescaremos estos días en distintas entregas que se unirán a otras muchas publicadas anteriormente en El Correo. Todas han servido para trazar la semblanza humana y taurina del coloso de Gelves, que muró hace cien años víctiama del toro ‘Bailaor’. Había caído el que era tenido por ‘Rey de los toreros’... Gallito lo fue todo en el toro. Además de alumbrar el camino por el que acabaría transitando el arte de torear, sentó las bases de la crianza y la selección ganadera; marcó las pautas organizativas del negocio taurino y hasta alentó la construcción de plazas monumentales. Capítulo aparte merece el inmenso y efímero coso de San Bernardo, erigido en la estela de la revolución regionalista que mudó la piel de la ciudad. No sobrevivió a la vida de su inspirador...
No hay que olvidar su simbiosis con otro creador fundamental para entender los modos que estaban por venir. Y es que la figura de José es inseparable de la de Juan Belmonte y seguramente complementaria. El diestro trianero fue el contrapunto de Joselito. Juntos marcaron a fuego aquella breve Edad de Oro del toreo que acabó sentenciada en Talavera... En el toreo del menor de los Gallo se resume toda la historia, todos los hallazgos de la historia del toreo anterior. Pero Joselito no fue una antología del pasado sino un nexo comprometido con el futuro. El gran diestro de Gelves anunció la ligazón –piedra angular del toreo moderno- y puso las bases de lo que desde entonces se entiende por una primera figura. La regularidad, el sentido de la responsabilidad y la superioridad profesional de José contrastan con la desigualdad genialidad de Belmonte que sí abre nuevos caminos estéticos a ese arte que cambia de acepción: de habilidad u oficio a vehículo de expresión artística.
Hablar de Gallito es hablar de Sevilla, del campo que fue y hasta de sus devociones, con la Esperanza Macarena a la cabeza. Pero nos interesa ahora refrescar la memoria de sus actuaciones en la plaza de la Maestranza y, cómo no, en esa efímera Monumental por él alentada de la que sólo queda un exiguo testigo arquitectónico en la actual avenida de Eduardo Dato. José debutó como novillero en el coso del Baratillo el 23 de junio de 1912, mano a mano con Limeño, su pareja novilleril, y ante un encierro de Moreno Santamaría. El mismo cartel, con reses de Agüera, se repitió al día siguiente –día 24 de junio- y volvería a programarse los días 25 y 26 de julio con ganado –nuevamente- de los Moreno Santamaría y Salas. Gallito y Limeño aún repetirían el ‘vis a vis’ el 12 de agosto con novillos de Miura. Tres días después, el día de la Virgen, Joselito se encerraría en solitario con seis ejemplares de distintas ganaderías a beneficio de la Hermandad de la Macarena, que pagó parte de la fastuosa corona de oro de la joyería de Reyes con el producto de este festejo.
La alternativa se había programado el 15 de septiembre de aquel 1912 en Madrid. Un percance inoportuno retrasó el doctorado al día 27 en el mismo ruedo pero las inclemencias meteorológicas forzaron la cesión de trastos, el día 28, en la plaza de la Maestranza de manos de su hermano Rafael y en presencia de Antonio Pazos con la ganadería talismán de Moreno Santamaría. El mismo cartel se repitió el 29 con reses de Surga, dejando para el 30 el mano a mano de los hermanos Gómez Ortega con ganado de Salas. 1913 fue la primera temporada completa de Joselito como matador. El 23 de marzo, Domingo de Resurrección, volvió a la plaza de la Maestranza, mano a mano con Bombita, para despachar un envío de Trespalacios. En la Feria de Abril alternaría en las tres tardes con su hermano Rafael en unos carteles completados, sucesivamente, con los nombres de Cocherito de Bilbao, Bombita y Bombita III. Hubo que esperar a 1914 para que, por fin, se viera las caras con Juan Belmonte ante un encierro de Miura que acabaría propiciando un gran triunfo del trianero. Fue en la cuarta corrida de las cinco que había contratado en aquella Feria en la que también actuaron Rafael, Gaona, Paco Madrid y Bombita.
La Edad de Oro ya estaba en su apogeo en 1915. José contrató cinco corridas y en cuatro de ellas alternó con Belmonte, incluyendo dos ‘mano a mano’ consecutivos con toros de Santa Coloma y Gamero Cívico. Ese ‘vis a vis’ se reeditaría con un encierro de Murube en la feria de San Miguel, que vería actuar a la pareja una tarde más con Rafael el Gallo por delante. Pero el hito de aquel año –que resultó apoteósico- fue la encerrona en solitario del día 30 de septiembre en la que corto la primera oreja https://elcorreoweb.es/toros/joselito-primera-oreja-en-sevilla-EA6310107 que se concedía en la historia de la plaza de la Maestranza.
Los públicos sólo querían ver el contrapunto de José y Juan, que vuelven a verse anunciados en la plaza de la Maestranza en la temporada de 1916 cinco tardes consecutivas durante el ciclo abrileño con el complemento de Gaona y Vicente Pastor. Pero Joselito aún volvería en septiembre, acartelado con El Gallo y Saleri, y llegaría a torear una atípica corrida benéfica el 5 de noviembre. La pareja de colosos volvió a verse las caras en una única tarde de la Feria de Abril de 1917 con Rafael de cabeza de cartel. La misma terna repitió el 17 de mayo en una corrida organizada a beneficio de la Asociación Sevillana de Caridad pero Gallito también se apuntó el 24 de junio para despachar –él sólito- seis de Carmen de Federico en una corrida organizada para la Asociación de la Prensa.
José se contrató en abril de 1918 con la empresa de la plaza de la Maestranza. Aquel año brilló por su ausencia la figura de Belmonte, precariamente suplida con nombres como los de Gaona, Fortuna o Camará. Pero esa temporada se iba a producir un acontecimiento trascendental: fue la inauguración de la Monumental inspirada por Joselito. Después de no pocos contratiempos, fue estrenada el 6 de junio por su impulsor compartiendo cartel con Curro Posada y Fortuna. Su rival y amigo Juan Belmonte quedaría aún alejado de ese inmenso recinto que se levantaba en la actual avenida de Eduardo Dato. Y allí volvería Gallito en las tres corridas organizadas con motivo de la Feria de San Miguel, paralela a la que se celebraba en el histórico coso maestrante. No faltaron dos festivales en el flamante coso con la participación del diestro de Gelves. El primero, organizado el primero de noviembre como homenaje a los picadores, contó con el propio Gallito oficiando de varilarguero y ayudando a al becerrista Pepito Maera a despachar una res. El ocho de diciembre se celebraría otro festejo mucho más resonante íntimamente ligado con el proceso material y humano que desembocó en la coronación canónica de la Virgen del Rocío que detallamos en un reportaje anterior. https://elcorreoweb.es/toros/gallito-pabon-y-el-rocio-centenario-de-un-festival-BB4560838
En 1919 se organizaron dos temporadas paralelas con dos empresas operando y compitiendo por separado en la Monumental y la Maestranza. Se llegó a dar el hecho insólito de celebrar dos alternativas casi simultáneas en la tarde del 28 de septiembre. Fueron las de Chicuelo, otorgada por Belmonte en el Baratillo; y la de Juan Luis de la Rosa, que concedió Gallito en la Huerta del Rey. Uno y otro coloso, de alguna manera, se habían convertido en los mascarones de proa de cada plaza. Gallito, que no actuó ese año en la Maestranza, encabezó los carteles de diez de las once corridas organizadas en la Monumental; Belmonte no estuvo en ninguna de ellas. A José aún le quedaron ganas para organizar un festival otoñal para la Macarena.
Las cosas cambiaron en 1920, la última temporada activa de la Monumental. Los vericuetos de la política taurina pusieron a ambas plazas bajo la misma batuta empresarial. José abrió fuego en la Maestranza el día 19 de abril, estoqueando un encierro de Tamarón con los hermanos Belmonte para pasar a la Monumental el día 21 junto a Manolo Belmonte y su cuñado Ignacio. Pero la fecha del 22 tuvo una significación especial. José coincidió por fin con Belmonte en la Monumental alternando con Chicuelo. Repetirían al día siguiente delante de la reina Victoria Eugenia que también se subiría al Palco Real de la Real Maestranza para asistir a la última tarde que compartieron ambos ases en Sevilla. Fue el 28 de abril, mano a mano, y con los toros de Guadalest . Una reina, dos ases; sólo les quedaban seis paseíllos juntos...