El 20 de febrero de 1980, hace ya cuarenta años, fue Miércoles de Ceniza. El lunes siguiente –día 25- el Cristo del Amor había presidido el Vía Crucis de las cofradías sevillanas en la Catedral. Quedaban sólo tres jornadas para que se abrieran los colegios electorales. Los andaluces habían sido llamados aquel 28 de febrero para responder a una farragosa pregunta que, de alguna forma, daba idea del complejo galimatías político y jurídico que había precedido la convocatoria de aquel referéndum que cambiaría la historia al Sur de Despeñaperros: “¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo ciento cincuenta y uno de la Constitución a efectos de la tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo?”. El resto es historia sabida aunque hubo que salvar nuevos escollos -incluida la conocida esgrima legislativa para sortear los adversos resultados de Almería- que acabaron desembocando en la autonomía plena que, con sus luces y sus sombras, ha disfrutado Andalucía en estas cuatro décadas.

Pero en esos días, inevitablemente, también se hablaba de toros; especialmente de los carteles abrileños que estaban por salir. Fueron muy comentadas las ausencias de toreros como Luis Francisco Esplá, Pepe Luis Vargas y, ojo, Manuel Benítez ‘El Cordobés’. El primero, reseñaba la prensa de la época, no se había puesto de acuerdo en el dinero a cobrar con Canorea... o Balañá. Pero escoció más –lógicamente- la falta de Vargas, que había reivindicado su cartel el año anterior al jugarse la vida a carta cabal con una corrida de Albaserrada en la feria de San Miguel. Y se quedó fuera... Como también quedó a las puertas de los carteles abrileños el mismísimo Benítez que había vuelto a los ruedos en 1979 con 43 cumplidos y siete de retirada. Sólo unos días antes de la presentación de las combinaciones definitivas se daba por hecho que estaría dos tardes en la plaza de la Maestranza. Pero no fue así...

La campaña comenzó el Domingo de Resurrección, que aquel año cayó en un 6 de abril. La empresa había montado un cartel de circunstancias –la corrida no había cuajado aún en el acontecimiento que hoy es- que reunía los nombres de Jaime Ostos, Ángel Teruel y Manolo Cortés que estoquearon un encierro de Fermín Bohórquez.

El ciclo continuado se inició el día 13 de abril. En los corrales había encerrados seis toros de Antonio Ordóñez que fueron despachados por Manili, Macandro y Tomás Campuzano que acabaría acaparando los titulares de la tarde. El personal pidió insistentemente una oreja que el palco denegó obligando al entonces jovencísimo diestro de Gerena a dar hasta tres vueltas al ruedo de desagravio. Su hermano José Antonio y los cameros El Almendro y Antonio Chacón no dejaron ningún recuerdo destacable al día siguiente con una corrida de Salvador Guardiola.

El festejo más destacado de aquella Feria de la autonomía se iba a celebrar el día 19 de abril. Sobre el papel era el primer cartel de campanillas del abono: Curro Romero, José María Manzanares y Espartaco estaban anunciados con una corrida de Carlos Núñez. El Faraón se entretuvo en cortar tres orejas que validaron la que iba a ser la última Puerta del Príncipe de su carrera. Josemari y Juan Antonio también obtuvieron un trofeo que en el caso del jovencísimo diestro de Espartinas era el primero que cortaba en la plaza de la Maestranza. Aún le quedaban seis largos años para romper en primera figura a raíz de la célebre faena al toro ‘Facultades’ de Manolo González.

Poco más hay que contar de aquel ciclo que se resolvió con escasos resultados para la estadística. Galloso, El Capea y Muñoz tumbaron una corrida de Osborne remendada con un ejemplar de Camaligera; Curro, Cortés y Ojeda hicieron las veces con otra del Marqués de Domecq; Paquirri, Manzanares y Espla estoquearon otro encierro de Núñez –lo de repetir ganaderías de postín no es nuevo- que se completó con un toro de Berrocal; Capea, Emilio Muñoz y Espartaco se enfrentaron a tres de Manolo González y otros tres de Antonio Ordóñez... hasta llegar al Viernes de Farolillos –con Ostos, Paquirri y Ángel Teruel en el cartel- en la que el diestro de Barbate cortó dos orejas del toro ‘Comadrón’, guinda de una corrida de Torrestrella. En medio se había celebrado una novillada picada, en la que brillaba con luz propia el nombre de Pepe Luis Vázquez Silva, anunciado junto a Mario Triana y el francés Richard Milian a plaza llena. Pepe Luis, que ya se había presentado en Sevilla el año anterior, resultó herido al poco de abrirse de capa dejando a los aficionados con la miel en los labios...

Quedaba el último tranco. Aquel sábado ferial volvía a hacer el paseíllo don Francisco Romero López acompañado, esta vez, de José Luis Galloso y Manili. Les esperaban seis de Maribel Ibarra a los que no cortaron ni una sola oreja. Los farolillos, a esas alturas, tenían ya poca mecha y la balanza de orejas quedó apuntalada con la escasa exigencia de la desaparecida matiné ecuestre dominical. Los hermanos Peralta, Alvarito Domecq, Manuel Vidrié, Antonio Ignacio Vargas y Joao Moura se enfrentaron a seis ‘ibarras’. Tocaron pelo Rafael, una; Vargas, dos; y Moura, un único trofeo. La cosa era más seria por la tarde: la corrida de Miura tenía que ser despachada por tres especialistas como Limeño, Ruiz Miguel y Antonio José Galán, que resultó herido dejando su segundo toro para el valeroso maestro de Sanlúcar de Barrameda.

El 4 de mayo se iniciaba el extenso serial de novilladas picadas que sumaron hasta trece espectáculos a los que hay que sumar los festejos sin picar. En los cuatro primeros –los días 4 y 18 de mayo y el primero y el cinco de junio- se pueden anotar nombres que luego lograrían fama de distinto calibre como matadores: hablamos, entre otros, de Juan Mora, Pepín Jiménez o Víctor Mendes, también del extremeño Luis Reina, a los que hay que sumar otros que no lograron abrirse paso como Fernando Vera, actual presidente de la tertulia taurina El Porvenir. Pero el toreo estuvo más pendiente esos días de la gravísima cornada sufrida por Paco Camino el día de San Fernando en la plaza de Aranjuez. Era la corrida de su reaparición en los ruedos y estuvo a punto de costarle la vida...

Pero el interés giraba en torno a la frágil figura de Pepe Luis Vázquez que, recuperado del percance de la feria –no había revestido demasiada importancia- se anunció el domingo posterior al Corpus –el día 8 de junio- para torear en el festejo organizado para la Cruz Roja Española. Se trató de una mixta abierta por el rejoneador Antonio Ignacio Vargas y en la que figuraba como matador Curro Romero. El festejo, que contó con ganado de Juan Pedro Domecq y Marqués de Domecq tampoco ofreció demasiados recuerdos para la historia...

Las novilladas picadas se reanudaron el día de San Pedro. Jesús Cardeño –que lograría una dudosa fama por el tremendo percance que le desfiguraría el rostro tres lustros después- acompañó a Mario Triana y el infortunado José Cubero ‘Yiyo’, que encontraría la muerte en 1985 en la plaza de Colmenar Viejo. En los siguientes festejos desfilan otros nombres que dejaron algún retazo en el recuerdo del aficionado: Roberto Bermejo, Vicente Salamanca, Melquíades Garrido, Álvaro Amores, el francés Curro Caro, Maldonado, Carlos Aragón Cancela, Pedro Santiponce... pero especialmente la figura menuda de aquella torera de larguísima coleta negra que se llamaba Maribel Atiénzar que, por cierto, cortó dos orejas.

En medio del serial novilleril, al día de la Virgen de los Reyes no le faltó su corrida de toros: un encierro de Murube remendado con un ejemplar de Ruchena que echaron abajo Manolo Cortés, Antonio Chacón y Pepe Luis Vargas que por fin había podido meter cabeza en un cartel maestrante. No debió quedar mal el menudo diestro ecijano para ser incluido en las combinaciones de San Miguel que en aquellos años, para qué nos vamos a engañar, solventaba el expediente con combinaciones de medio tono. En la primera de las corridas, el día 27 de septiembre, hicieron el paseo los diestros Gabriel Puerta y Antonio Alfonso Martín –que no tardarían en pasarse a las filas de plata- y el mentado Vargas. Por delante, en prólogo ecuestre, desfiló el équite Luis Valdenebro, ganadero de la corrida de la siguiente jornada –Marqués de Ruchena- en la que desfilaron Rafael Torres, Macandro y Antonio Chacón.

Pero a la temporada, sin toros el 12 de octubre, aún le quedaba un acontecimiento que dejó un gran recuerdo en los aficionados. Fue el festival organizado por Radio Sevilla bajo los oficios de Filiberto Mira que recordaba en su libro ‘Cien años de toreo en Sevilla’ los pormenores del festejo. “Vino expresamente a torearlo, desde México, el gentil Calesero que demostró ser el poeta del toreo. Se le admiraron delicias a Manolo Vázquez –decidió reaparecer- y a Curro Romero. Muy inspirado Manzanares, que tuvo su tarde cumbre en Sevilla. Superiores el rejoneador Domecq Romero y Tomás Campuzano. Muy bien el novillero Manolito Tirado...” Mira hablaba de la vuelta puntual de Manolo Vázquez para actuar en aquel festival de la SER. Pero algo rumiaba el veterano diestro de San Bernardo...

En 1977 ya se escucharon rumores de vuelta pero la eclosión novilleril de su sobrino Pepe Luis Vázquez Silva -hijo de su hermano Pepe Luis- fue el definitivo chispazo que le animó a volver a vestirse de luces para darle la alternativa. En su ánimo, posiblemente, también pesaba la fulgurante resurrección de Antoñete, reconvertido en el torero de la ‘Movida Madrileña’ y hasta los planes de vuelta de su rival de otro tiempo, el gran Antonio Ordóñez, frustrados posterior y definitivamente por una dura lesión que se hizo evidente después de torear sin fortuna en Palma de Mallorca y Ciudad Real. Manolo Vázquez tenía 51 años cumplidos el 11 de abril de 1981, Domingo de Resurrección, cuando volvió a hacer el paseíllo en la plaza de la Maestranza junto a Curro Romero y el flamante matador de la familia. Pero esa es otra historia...