Joaquín y el Cid: toros, fútbol y un poquito de humor...

El LVI ‘Mano a Mano’ de la Fundación Cajasol se convirtió en un homenaje a la trayectoria del diestro de Salteras que ha dicho adiós a la profesión en la temporada 2019

23 oct 2019 / 10:58 h - Actualizado: 23 oct 2019 / 11:01 h.
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El cartel era atractivo; también oportuno. El matador de toros Manuel Jesús ‘El Cid’ y el futbolista bético Joaquín iban a obrar de binomio perfecto en una nueva sesión de estos ‘Mano a Mano’ que ya se acercan a las seis docenas y están a punto de rebasar los doce años de vigencia. La cita se había convocado como homenaje al veterano diestro de Salteras que este año ha dicho adiós a la profesión a la que ha dedicado los mejores años de su vida. Pero el encuentro tenía un aliciente especial en el contrapunto prestado por la explosiva y atractiva personalidad de Joaquín, otro veterano –en este caso del balón- que siempre ha confesado que su primera vocación había sido la de torero. La oposición materna fue más fuerte y tuvo que cambiar las zapatillas de lazos por las botas de tacos que le han dado su lugar en el mundo.

Joaquín y el Cid: toros, fútbol y un poquito de humor...

El poder de convocatoria de sus protagonistas y de los propios encuentros que modera José Enrique Moreno volvió a certificarse en la larga cola que aguardaba en la calle Chicarreros antes del comienzo del acto, que volvió a dejar pequeño el salón de actos de la Fundación Cajasol. Por si había alguna duda, el moderador recalcó la orientación de este ‘Mano a Mano’: “Se trata de que hablemos de toros, de fútbol y rindamos homenaje a un torero como El Cid”.

“Es un privilegio estar aquí con mi amigo, con mi hermano Manuel”, señaló Joaquín, repetidor en este escenario para abrir fuego, cediendo cualquier protagonismo a su íntimo. Moreno, en ese punto, desveló una curiosa anécdota del último compromiso profesional de El Cid en la plaza de Zaragoza. Al terminar la corrida, montado en la furgoneta, le preguntó a su banderillero Curro Robles: “¿Y ahora qué hacemos?”. Por lo pronto aún le quedan algunos contratos americanos hasta el mes de enero y después, señaló el propio matador, seguirá vinculado al toro, entrenando para actuar en festivales.

“Manuel ha sido una figura del toreo, su carrera así lo contempla”, añadió Joaquín. “Nadie es maestro por una sola tarde y él ha estado entre los mejores muchos años y eso es muy complicado”, sentenció el futbolista. “A veces te cuesta trabajo admitir que eres figura del toreo pero quiero hablar de Joaquín, una persona extraordinaria que ayuda a la gente más de lo que se pueda pensar; se presta a todo tipo de causas; por eso es grande y lo quiere todo el mundo”, replicó El Cid. El carraspeo de Joaquín despertó las primeras sonrisas antes de que, ya en serio, proclamara que “las personas son grandes por lo que hacen”.

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La forja de la voluntad

Había llegado el momento de hablar de la génesis de sus respectivas carreras. “No es fácil llegar, es muy trabajoso”, reconoció Joaquín aludiendo a las expectativas truncadas de sus siete hermanos. “Todos quisieron ser futbolistas y sólo he llegado yo”, prosiguió el jugador bético recordando que, más allá de las cualidades innatas “hay que sumar trabajo y humildad, eso es lo que tienes que aportar tú”. El futbolista evocó sus años de forja y hasta ese tren diario para poder entrenar en Sevilla: “Me conocía hasta el que vendía los mostachones de Utrera”, bromeó.

Era el turno de El Cid. El moderador recordó al incipiente torero, subido en un tractor, labrando las tierras familiares antes de que comenzara a sonar su nombre como novillero. “Todavía me subo al tractor”, explicó el torero poniendo sobre la mesa otra cualidad para sobresalir: la vocación. “Hay que poner lo mejor de ti mismo sin buscar excusas de terceros. Cuando tú te propones algo de verdad lo consigues”, reflexionó el torero recordando algunos momentos de zozobra. “Debuté en Salteras en el 94 y me fui a Madrid; estuve viviendo allí solo seis años. Intenté acoplarme lo mejor posible a la vida de la capital después de estar metido en un cortijo. Yo quería ser torero y tenía que hacer ese esfuerzo. Afortunadamente soy una persona con suerte pero la suerte también hay que buscarla. La encontré y la aproveché”.

Joaquín también estuvo a punto de tirar la toalla antes de alcanzar el éxito y la fama. “Me convocó la selección andaluza y le dije a mi padre que no quería jugar más al fútbol; antes de acostarme me cogió y me dio un cate. Jugué y le dije que quería seguir intentándolo. Aquello me cambió la vida”, añadió el futbolista que también narró su progresiva vocación bética. “Siempre me he sentido muy ligado a esta ciudad y a estos colores aunque también han podido condicionar mi carrera. Pero no me arrepiento de nada”, reconoció el jugador, que renunció a algunas oportunidades profesionales que le habrían alejado de la ciudad de la Giralda. “Es que no lo sentía y la vida es como es” afirmó el astro bético confesando, una vez más, su fuerte vocación taurina.

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La vocación

El balón volvió rebotar en el córner de El Cid. “Tienes que estar a gusto donde estés y como estés; el dinero no lo es todo”, precisó Manuel volviendo a incidir en esa idea, la de la vocación como motor de los artistas. El matador recordó su simbiosis profesional con Manuel Tornay y Santi Ellauri, sus apoderados más fieles. “Yo pude cambiar de apoderados pero estaba a gusto; eran y son mis amigos, salían las cosas y no sentía ninguna necesidad de cambiar”, explicó el matador. “Yo he ganado lo que tenía que ganar y he toreado lo que tenía que torear; he sido feliz”, zanjó el diestro de Salteras.

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La conversación entró en terrenos más relajados. El Cid se vio como apoderado de Joaquín. Moreno, por su parte, invitó al futbolista a vestirse de corto para torear un festival en la plaza de la Maestranza. “Qué cosa más bonita... ¿por qué no?”, respondió Joaquín. “Me da mucho respeto lo que puedan pensar dentro del toro”, argumentó el jugador confesando que sentía “mucho miedo” entre las risas de los presentes. “Es muy buen torero”, aseguró El Cid desvelando que habían toreado algunas becerras juntos. “Es que en su interior, antes que futbolista, tiene vocación de torero” reveló el matador destacando una cualidad: “torea muy despacio”.

“Yo lo he sentido desde muy pequeño”, apuntó Joaquín recordando sus travesuras infantiles, entrando a matar a los sofás de su casa. Llegó a apuntarse a la escuela taurina de El Puerto y, para contrarrestar, la familia le apuntó al fútbol. “Soy futbolista de profesión y torero de corazón” apostilló antes de que un vídeo proyectado en la sala sirviera de homenaje y reconocimiento a la trayectoria de El Cid, que recogió una fuerte ovación de la sala visiblemente emocionado.

Yo he aprendido muchas cosas de los toreros; son diferentes a todo, y los valores que tiene esta gente se los daría a mucha gente. Son gente honrada, profesional y amigos de sus amigos” apreció Joaquín. “Esos valores de respeto, admiración, compañerismo... así es esta gente aunque luego en la plaza peguen bocados. Lo he podido comprobar con Manuel y muchos toreros”, concluyó el futbolista antes de que El Cid remachara el encuentro con una verdad irrebatible: “a Joaquín le quiere todo el mundo”. Aún quedaba la sorpresa final: torero y futbolista se cambiaron los papeles. El del balón tomó el capote, ensayó algunos lances al aire y el de coleta tocó la bola. No lo hicieron nada mal...