La escuela de tauromaquia celebra sus bodas de plata

El centro se fundó en 1994 bajo la tutela de la asociación Aula Taurina de Sevilla. El próximo sábado conmemorará estos 25 años en la Real Venta de Antequera

13 nov 2019 / 12:06 h - Actualizado: 13 nov 2019 / 12:10 h.
"Toros"
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Han pasado 25 años. Fue en el año 1994 cuando la flamante –y entonces muy pujante- asociación de profesores de enseñanzas medias ‘Aula Taurina’ recibió el encargo de poner en pie una escuela de Tauromaquia bajo el patrocinio de la Real Maestranza de Caballería. El empeño tenía precedentes: en la historia había quedado el recuerdo de aquella efímera escuela real que hizo del matadero de la Puerta de la Carne el aula definitiva del toreo decimonónico. A pesar de su corta vida, las corraletas sepultadas por el mercado racionalista que sustituyó al viejo matadero a comienzos del siglo XX –recientemente excavadas- vieron salir dos toreros fundamentales para entender el futuro de la profesión: Paquiro y Curro Cúchares, formados bajo la batuta del gran Pedro Romero.

Pero todo eso quedaba lejos, lejísimos en 1994. Un año que, en lo estrictamente taurino, arrojó pocas cumbres en la plaza de la Maestranza, más allá de la Puerta del Príncipe de Emilio Muñoz en abril y la de Vicente Barrera en la primera novillada picada del abono. El valenciano acabó con el cuadro –literalmente- en una novillada que había logrado llenar los tendidos maestrantes al reclamo de la presentación de Francisco Rivera Ordóñez.

La escuela contemporánea se inauguró por todo lo alto, con un gran tentadero de reses del Conde de la Maza que se celebró en la mismísima plaza de la Maestranza. Los alumnos pioneros del centro fueron los encargados de afrontar las faenas de tienta bajo la dirección del primer cuadro docente, con Rafael Jiménez ‘Chicuelo’ y los recordados Curro Puya y Antonio Chaves Flores a la cabeza además del preparador físico Gabriel Isaac Reyes Cárdenas. “El tentadero inaugural en la Maestranza permitió que todos los chavales de Sevilla que querían ser toreros se matricularan en la escuela” evoca Miguel Serrano, único presidente que ha conocido Aula Taurina y la Escuela de Tauromaquia. “Había un autobús que salía desde la Maestranza hasta El Vizir tres días a la semana y siempre iba lleno entre los profesores y los alumnos”, rememora.

Los inicios

Y la escuela echó a andar... encontrando en la placita de la Hacienda de El Vizir -propiedad del antiguo rejoneador Fermín Díaz, que cedía el recinto desinteresadamente- su primera y más recordada sede. La nómina inicial la integraban cuarenta alumnos a los que muy pronto se sumó uno de los profesores más queridos: el prestigioso banderillero sevillano Manuel Rodríguez ‘Tito de San Bernardo’, que puso su exigente sapiencia al servicio de los aspirantes durante más de dos décadas. “Tito tenía mucho carácter”, señala Miguel Serrano. “Abría la mano y eso significaba que el chaval tenía que pegar cinco muletazos seguidos, uno tras otro. Era duro con los aspirantes pero le tenían un cariño enorme”, añade el presidente de Aula Taurina revelando una anécdota muy representativa: “Luis Martín –ahora es matador- llegó un día a la escuela con una melena tremenda. Lo primero que le dijo Tito es que si quería ser torero se tenía que pelar al día siguiente. Luis llegó con su pelito cortado y se puso a entrenar normalmente”. Serrano también pone sobre la mesa otro nombre, el de Curro Puya, fallecido hace ya seis años. “Era un hombre muy cariñoso y trataba a los alumnos como si fueran sus hijos”, añade el presidente de Aula Taurina recordando también de una forma especial a Pepe Luis Vázquez Silva, que formó parte del cuadro docente algunos años y ahora se recupera lentamente de las secuelas de un ictus.

Años frenéticos

Serrano Falcón recuerda nítidamente aquel tiempo de ilusiones. “Los inicios fueron intensos, intensísimos. Lo que se organizó allí, en El Vizir, fue impresionante: las becerradas, los 40 alumnos, el cuadro de profesores... Los ganaderos en aquella época eran más generosos y teníamos cada temporada unos quince tentaderos. Íbamos al campo con los chavales, tentaban, se les invitaba a un refrigerio... Era un ambiente totalmente distinto al que hay ahora” evoca Serrano sin poder rendirse a la nostalgia. En aquellas pruebas de fuego no faltaron ganaderías de referencia como la de Buendía, Torrestrella, La Quinta, Manolo González... “Aquello era increíble; aquella primera etapa en El Vizir fue la más intensa. Por allí pasaron Escribano, Salvador Cortés o Francisco Javier Corpas, los hermanos Ronquillo. Fueron muchos toreros...”, añade el presidente.

Fueron años de gran carga de trabajo; excursiones camperas; intercambios; ilusiones; entrenamientos en la placita de la hacienda aljarafeña... La memoria rescata, fruto de uno de esos intercambios, la conmoción que supuso la presentación de un niño de Madrid que quería ser torero. Se llamaba Julián López y ya se apodaba El Juli. Chaves Flores no pudo resistirse y le sacó a hombros. “Aquello fue increíble. No sólo la expectación que levantó sino como actuó” añade Miguel Serrano.

Las peripecias de la vida social y política de la ciudad también afectaron a la vida de la escuela, que dio contenido taurino a aquella efímera Feria de San Miguel que se montó en los terrenos de la ‘Calle del Infierno’ entre 2001 y 2002. En aquel predio que en abril ve elevarse los cacharritos se montó una plaza portátil en la que se organizaron becerradas y clases prácticas. “Allí debutó El Dani (Daniel Luque) con la escuela” apunta Miguel Serrano recordando que, con el cambio político, aquella intentona de recrear la fiesta acabó agonizando en FIBES, donde se montó una nueva plaza que no lograría tener continuidad.

Del Aljarafe al Alamillo

En El Vizir se cerró una etapa, seguramente la más ilusionante, antes de que las lecciones prácticas pasaran al Parque del Alamillo para que la actividad lectiva no saliera de la ciudad. “Llegamos a montar una plaza portátil al lado del puente”, recuerda Miguel Serrano apuntando algunas anécdotas, como el festejo exclusivamente femenino en el que descollaron novilleras como Carmen Torres, “la máxima figura”; la italiana Eva Florencia o una jovencísima Vanessa Montoya, “que era una cría con una gracia gitana impresionante”. Aquellos festejos no se libraron de la visita de algún antitaurino. “Se metieron con los carniceros que estaban desollando los animales que enarbolaron sus herramientas; todavía están corriendo”, bromea Serrano.

En El Alamillo se cerró otra etapa. La escuela encontró en marzo de 2017 un lugar mucho más apropiado en la placita y las instalaciones de la Real Venta de Antequera, que ha reforzado su vocación taurina gracias al decidido impulso de sus actuales propietarios: Lola Rojas y Daniel de la Fuente.

Durante estos 25 años han pasado por el centro más de 300 aspirantes a toreros. En la Escuela de Tauromaquia de Sevilla forjaron sus primeras armas taurinas o han estado vinculados en algún momento los matadores de toros Francisco Javier Corpas, Salvador Cortés, Manuel Escribano, los mexicanos Ernesto Tapia ‘Calita’ y Angelito de Arriaga, Alberto Gómez, Luis Martín, Daniel Luque, Pepe Moral, Pablo Aguado, Lama de Góngora, Rafa Serna y Alfonso Cadaval además de novilleros con picadores como Emilio Silvera, Pablo Páez, Daniel de la Fuente o Calerito. En la actualidad el cuadro docente lo dirige el diestro retirado Luis de Pauloba acompañado del matador de toros Pepe Luis Vargas y el novillero Curro Sierra. Son 30 los alumnos que forman la nómina de esta escuela. El próximo sábado celebrarán estos 25 años de forja e ilusiones con un tentadero en el que se lidiarán reses de Astolfi. Estará seguido de una convivencia en la Real Venta de Antequera. Será el momento de recordar muchas cosas y recuperar muchos rostros...