Toros

Lama de Góngora suma otra puerta grande

Sanlúcar la Mayor recuperó los festejos taurinos en una tarde en la que también brilló el buen momento de Javier Jiménez

26 feb 2022 / 19:31 h - Actualizado: 26 feb 2022 / 19:34 h.
"Toros"
  • Lama de Góngora saliendo a hombros.
    Lama de Góngora saliendo a hombros.

La amenaza de lluvia, esa inestabilidad de la tarde de febrero, no aplacó las ganas de toros en Sanlúcar la Mayor, uno de los viveros taurinos de la provincia de Sevilla que, paradójicamente, llevaba más de dos lustros sin acoger un festejo. Hay que reconocerle a Lama de Góngora -que se marchó a hombros de la placita portátil después de cortar cuatro orejas- el papel catalizador del buen fin de esta iniciativa a la que se desea continuidad.

El primero de la tarde, un voluminoso ejemplar de espectacular pelo burraco puso a prueba la solidez de la raquítica plaza portátil instalada en terrenos del polideportivo municipal. La verdad es que se defendió desde el primer capotazo y marcó querencia a los adentros. El animal se mantuvo a la defensiva en la muleta de Javier Jiménez sin emplearse ni una sola vez, haciendo hilo, cortando el viaje y lanzando gañafones. La faena nunca pudo tomar vuelo aunque, eso sí, Jiménez lo despenó de un gran volapié

El cuarto, de altísima cruz, también hizo sonar las chapas. La cuadrilla iba a pasar en falso sin colgar un solo palo pero Javier venía dispuesto a torear y se templó desde el primer muletazo en una labor tan bien hecha cómo bien dicha que dio la medida del buen momento que atraviesa el matador de Espartinas. Un pinchazo precedió al estoconazo defintivo. Las oreja era de peso. Había merecido las dos.

Paco Lama se estiró lanceando al cuarto, que también amagó con echar abajo el tinglado. Brindó a Farruquito, presente en el callejón, antes de ponerse a torear sobre el lado diestro en muletazos de acople creciente, perdiendo los pasos que le imponía la exigencia del toro, que tenía su punto de genio. Un inoportuno desarme no impidió que el diestro sevillano retomará el hilo del trasteo, especialmente cuando volvió a la mano derecha. El espadazo fue efectivo y cayeron las orejas. Jugaba en campo propio...

Con el desigual castaño que hizo quinto -al que Chacón cuajó un gran tercio de banderillas arrancando la ovación de la tarde y hasta la música de la banda- se empleó en una faena que tuvo que remontar la desordenada embestida de su enemigo. Lama mantuvo la compostura y lejos de desanimarse acabó metiendo al bicho en la canasta mientras Farruquito se arrancaba al cante y él seguía toreando. La espada, una vez más, iba a ser definitiva para sumar dos trofeos más y convertirse en el triunfador absoluto de la tarde.

El último en discordia era José Ruiz Muñoz, sobrino nieto de Curro Romero y matador de reciente alternativa. Tuvo delante un tercero de pelo castaño al que toreó de capa con cierta personalidad. Lo mejor de su faena lo iba a firmar con la mano izquierda, hilando varias tandas de naturales en una larga faena que no tuvo la misma continuidad sobre el otro lado. Cobró un espadazo muy trasero que tuvo que ser refrendado con el descabello. Le quedaba el sexto, un animal corto de cuello que puso en aprietos al picador y estuvo a punto de echar mano a un banderillero. La tarde, de alguna forma, ya estaba sentenciada y Ruiz Muñoz no llegó a encontrarle las vueltas a un animal que iba y venía sin definirse demasiado sin que faltará un fandango cantado desde el tendido.

Ficha del festejo

Se lidiaron seis toros de Buenavista, desigualmente presentados. Áspero y a la defensiva el primero; exigente y bruto el segundo; noble y manejable el tercero; se dejó siempre el cuarto; desigual el quinto y algo soso el sexto.

Javier Jiménez, de verde manzana y oro, ovación y oreja con petición de la segunda

Lama de Góngora, de blanco y oro, dos orejas y dos orejas

José Ruiz Muñoz, de marfil y oro, vuelta al ruedo y ovación

La plaza portátil instalada para la ocasión registró tres cuartos de entrada en tarde fresca y nublada. José Chacón saludó tras banderillear al quinto.