Las últimas goyescas de Antonio Ordóñez
El maestro de Ronda se vistió de majo por última vez, mano a mano con su yerno Paquirri, el 9 de septiembre de 1980. Entonces no podía saber que iba a ser la última...
Álvaro R. del Moral
Fue el 9 de septiembre de 1980, hace ya 42 años. Aquel día se tomó aquella icónica fotografía de la vuelta al ruedo de Antonio Ordóñez, Francisco Rivera ‘Paquirri’ y los niños Francisco y Cayerano Rivera Ordóñez, lejos aún de sus primeros sueños toreros. Entonces no podía saberlo, pero el maestro de Ronda se estaba despidiendo del festejo que más amó; al que dotó de su más íntima personalidad a través de distintas épocas del toreo convirtiéndolo en el escenario de esa reaparición puntual –desde 1972- que convocaba anualmente a los fieles del ordoñismo a las cumbres rondeñas. Quedaban cuatro años exactos para la tragedia de Pozoblanco; once, para que Francisco se presentara en público en ese mismo ruedo, vestido de celeste y plata. Fueron muchos más, hasta 26, para que Cayetano se convirtiera en matador en la Maestranza de piedra, recibiendo los trastos de matar de su propio hermano...
Pero cuando Ordóñez se anunció, mano a mano con Paquirri, para torear esa Goyesca del 80 nadie podía atisbar que sería la última. El maestro, de hecho, seguía rumiando su reaparición formal en los ruedos. Además llevaba sin torear el célebre festejo desde 1977, una Goyesca extraordinaria organizada en homenaje a Pedro Romero en la que se lidiaron hasta nueve toros de Carlos Núñez –Antonio mató el sobrero según su costumbre- anunciando al coloso de Ronda junto a Curro Romero, Paquirri y José María Manzanares.
A partir de ahí, mientras los sueños de la reaparición se envenenaban, se iban a complicar algunas cosas... En 1978, de hecho, tenía pensado torear una vez más en la vieja Maestranza rondeña mientras sonaban campanas de alternativa para el novillero de moda, un muchacho de flequillo rubio que había heredado el apodo de su padre, bautizado por El Pipo, el genial descubridor de El Cordobés. No era otro que Espartaco, apoderado por los hermanos Lozano, esos astutos taurinos de La Sagra toledana, que tenían muy avanzado el frustrado doctorado del jovencísimo paladín de Espartinas en la feria de Valladolid de aquel lejano 78 sin dejar de formar pareja con El Mangui, novillero sanluqueño que acabaría siendo estrella en el escalafón de plata.
Una alternativa que no tuvo lugar
¿Qué tiene que ver todo esto con Antonio Ordóñez? El proyecto era paralelo a esos vientos de reaparición que venían rondando al maestro, que se había vestido de luces por última vez en el añorado coso del Chofre de San Sebastián en 1971. Desde ese momento, había convertido esa comparecencia anual y puntual en la Goyesca de Ronda en un centro de peregrinación de los fieles de la religión ‘ordoñista’. Pero en ese 1978 algo bullía en la cabeza del maestro mientras sonaban los tambores de reaparición de otro coloso dormido que se llamaba Manuel Benítez ‘El Cordobés’...
Ordóñez se dejó rondar por los hermanos Lozano, que querían sumar el carácter de acontecimiento de su vuelta a la pretendida alternativa vallisoletana de Espartaco, el diamante en bruto que tenían entre manos. Y el diario ABC, en su edición del 24 de junio de 1978, llegó a anunciar a bombo y platillo que la vuelta del coloso de Ronda era un hecho. ¿Fue una maniobra de los astutos taurinos de la Sagra para precipitar los acontecimientos? Puede ser... El periódico daba pelos y señales: Antonio Ordóñez daría la alternativa el 17 de septiembre de aquel año a Espartaco y El Mangui en la plaza de Valladolid con una corrida de don Carlos Núñez. Pero había más: el maestro tenía previsto actuar en la víspera, mano a mano con Paco Camino, en ‘su’ Goyesca de Ronda.
Ordóñez desmiente a los hermanos Lozano
¿Había autorizado Ordóñez a los Lozano a filtrar aquellas noticias? Lo cierto y verdad es que el veterano maestro seguía deshojando la margarita y sólo una semana después del anuncio de esa pretendida reaparición empleó la misma tribuna, la de ABC, para negar la mayor. Fue el 1 de julio. El torero afirmaba desconocer cualquier idea en torno a esa vuelta y la presunta alternativa de Espartaco y El Mangui que habían proclamado los Lozano.
Sólo tenía previsto participar en la Goyesca, en ese vis a vis con Camino. Una nota de la redacción inserta en la misma información de ABC afirmaba que el propio Ordóñez había ofrecido a la pareja de novilleros que se doctoraran en la Goyesca un año después, en la edición de 1979. En la misma página se recogían las explicaciones de Eduardo Lozano que aseguraba haber contado con el placet del rondeño a la hora de tirarse a la piscina. “¿Se ha echado atrás Antonio Ordóñez? ¿Lo ha pensado mejor? Pronto lo sabremos. El caso es que está noche habrá una cena en El Puerto de Santa María, donde quedarán aclaradas muchas cosas...” refería la información de ABC.
La Goyesca de 1978 cambia de cartel
No sabemos que daría de sí esa enigmática cena pero no hubo alternativa ni reaparición oficial en Valladolid en 1978. Pero Ordóñez, que sí había dado oficialidad a su presencia habitual en la corrida Goyesca, tampoco se vestiría de majo aquel año... Las cosas empezaban a torcerse. Un teletipo de EFE fechado en Ronda el 10 de agosto de aquel año se hacía eco del malestar de ciertos partidos de izquierda en torno a la fecha del tradicional festejo. Antonio había retrasado su celebración sobre las fechas tradicionales hasta hacerla coincidir con el día que se conmemoraba la entrada de las tropas nacionales en la localidad malagueña.
El propio torero ya había advertido que el retraso de la corrida se debía a que necesitaba un mes de preparación después de la conclusión de la feria de Málaga, de la que era empresario. ¿Qué pasó después? El ansiado mano a mano de Antonio Ordóñez y Paco Camino no llegaría a celebrarse. El maestro, en su lugar, programó un cartel de circunstancias y tono menor con Manolo Cortés, José Antonio Campuzano y Raúl Aranda, anunciados para estoquear un encierro de Ruchena. Cortés, finalmente, fue sustituido a la carrera por Macandro que acabó siendo el triunfador de aquella Goyesca para salir del paso.
Pero el maestro de Ronda seguía madurando la idea de volver a los ruedos y su reaparición, finalmente, se fijó el 15 de julio de 1979 para la añorada ‘Corrida del Arte’ que se celebraba en Jerez de la Frontera. Los planes seguían pasando por dar la alternativa a Espartaco mientras que la estrella declinante de El Mangui le había apeado del proyecto. El cartel se completaba con la presencia de Rafael de Paula como testigo de la ceremonia y los toros de Carlos Núñez. Lo cierto y verdad es que hubo marejada en los corrales jerezanos aquella mañana de verano aunque la suspensión de la corrida pasó a la historia justificada por el fuerte viento de Levante que ese día soplaba en la ciudad gaditana. La vuelta de maestro de Ronda volvía a quedar aplazada y Espartaco, una vez más, sin alternativa. Ordóñez, definitivamente, no sería su padrino.
Allí mismo se recompusieron los platos rotos. El Cordobés, que iba a reaparecer el día 22 de julio en Benidorm para estoquear seis ‘núñez’ en solitario, se convertiría en el definitivo padrino de Espartaco en la plaza de Huelva, el primero de agosto y en la feria de Colombinas. Y Ordóñez, por cierto, volvió a renunciar a estar en Ronda anunciando a Galloso, Emilio Muñoz y Paco Ojeda para estoquear una corrida del conde de la Corte.
1981: La definitiva –y desgraciada- reaparición de Antonio Ordóñez
Pero el maestro volvería a torear. Lo hizo en la Goyesca de 1980. Fue ese recordado mano a mano con su yerno Paquirri que dejó para la historia la imagen de ambos toreros dando la vuelta al ruedo en la Maestranza de piedra, llevando de la mano a Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez. Ya lo hemos mencionado: entonces no sabía que iba a ser la última pero, eso sí, la decisión de volver a enfundarse el traje de luces era firme y volvería a espolearse con la vuelta –a la postre triunfal- de otros toreros de su generación como Antoñete y Manolo Vázquez que iban a dictar las mejores páginas de sus carreras rebasando el medio siglo.
Antonio, que había firmado una exclusiva con Pedro Balañá, quería hacer una corta temporada de tanteo antes de volver a pisar los principales ruedos del firmamento taurino en 1982. Venía a por todas y el acontecimiento, una vez más, volvía a tener fecha: Málaga, 9 de agosto de 1981. Para ponerse a punto, el maestro se sometió a unas intensas sesiones de entrenamiento en su cuartel general de la plaza de Estepona. Y fue allí, en el coqueto ruedo de la Costa del Sol, donde Antonio sufrió el percance que acabaría sentenciando su carrera. El veterano diestro fue cogido y pisoteado por un toro que le lesionó irreversiblemente, dejándole cojo para los restos. Ordóñez volvió a probarse a puerta cerrada pero comprobó que la pierna no respondía. Se suspendió su presencia en Málaga pero, a pesar de todo, fijó su ansiada reaparición para el 16 de agosto en Palma de Mallorca. Las cosas no salieron. No podían salir. El gran maestro de Ronda aún hizo un nuevo esfuerzo para hacer el paseíllo en Ciudad Real pero a pesar de su empeño su carrera había concluido de una forma que no hacía justicia a su trascendencia taurina.
El maestro ya no pudo acudir a la Goyesca de aquel año. Algunos meses antes se había llegado a especular que actuaría mano a mano con Diego Puerta (ABC de Madrid, 2 de julio de 1981) pero el cartel había quedado fijado -con Ordóñez a la cabeza- con Manolo Vázquez y José María Manzanares. Antonio se hizo sustituir por El Cordobés, que cumplió la única goyesca de su vida. Jamás había coincidido con él, vestido de luces, en una plaza de toros.
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