Toros

Mansedumbre y trienios

Manuel Diosleguarde mostró su solvencia profesional en una novillada anodina marcada por el fondo manso de los utreros de Pereda y la escasa preparación del resto de la terna

10 jun 2022 / 09:54 h - Actualizado: 10 jun 2022 / 10:04 h.
"Toros","Real Maestranza"
  • Fotos: Arjona - Pagés
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Volvían las carretas del Rocío, tiradas por esos bueyes –cuentan- que acusaron el calor extremo de una jornada que no invitaba demasiado a moverse de casa. También era el retorno de las novilladas de abono después del breve paréntesis rociero en estas noches de jueves que acompañarán al aficionado entre junio y julio en las restantes novilladas picadas y las que aún se tienen que anunciar para la promoción de nuevos valores. Y hablando de bueyes, la mansedumbre extrema del encierro de José Luis Pereda acabaría marcando el desarrollo de un festejo en el que, pese a todo, hay detalles, comportamientos y actitudes más que matizables...

Si nos atenemos al orden de antigüedad gana por goleada el malagueño Santana Claros. En años, queremos decir. Y además siembra algunos interrogantes en torno a los criterios empleados para poner en pie la nómina de novilleros de la temporada. Si algunos no pintan nada se echa de menos la repetición de los nombres con verdaderas posibilidades. El tal Santana debutó con picadores hace diez años y hace cinco que se había presentado como tal en la plaza de la Maestranza. ¿Qué pintaba a estas alturas en su ruedo? Esos prejuicios inevitables se confirmarían a lo largo de su actuación, especialmente con el excelente ejemplar que saltó en primer lugar.

Mansedumbre y trienios
Foto: Arjona - Pagés

Nadie se habría extrañado si el palco hubiera decidido enviarlo a los corrales a tenor de sus escasas fuerzas pero, inopinadamente, el novillo rompió con alegre, pronto y codicioso galope en la muleta sin que el chaval pasara de meras composturas, más preocupado de ponerse bonito que de conducir unas embestidas que –estas sí- eran de premio gordo. Su segundo enemigo fue un torete ensabanado, casi burraco, que mostró una mansedumbre de libro de historia, repuchándose del palo y el peto con aire arqueológico. El caso es que el animal acabaría brindando cierta movilidad en el último tercio y aunque el propio novillero se dio cuenta de que la cosa podía fluir por el pitón izquierdo no fue capaz de coger el hilo y dar continuidad a su anodina labor.

Mansedumbre y trienios
Foto: Arjona - Pagés

Comparecía en Sevilla el novillero sevillano Jesús Álvarez. Había protagonizado una sonora protesta encadenándose a las rejas de la plaza de toros, en la que se había presentado hace ya seis largos años. Logró el compromiso de la empresa, que lo anunció en 2020. La pandemia fulminó aquella temporada pero los Pagés mantuvieron su palabra y este jueves, por fin, pudo hacer el paseíllo en el coso del Baratillo. ¿Era tarde ya? ¿Estaba preparado para el trascendental compromiso? Tuvo delante un novillo, el segundo, al que recibió a portagayola. El bicho marcó desde el primer momento sus querencias, apretando hacia los adentros, y confirmando su fondo manso. El caso es que resultó manejable en la muleta pero la falta de recursos del sevillano, que se esforzó en una estimable ronda de naturales, se hizo demasiado evidente. La misma canción se iba a repetir con el quinto, otro manso de carreta que huyó de todo y de todos entre puyazo y puyazo y que tomó la muleta sin demasiada entrega y ayuno de clase. Álvarez anduvo esta vez algo más suelto y despejado, hasta firme por el pitón izquierdo. Pero era muy difícil concretar nada...

Mansedumbre y trienios
Foto: Arjona - Pagés

El tercero del cartel fue, finalmente, el novillero charro Manuel Diosleguarde que tuvo que pechar con un tercero rebrincado, manso, bronco y descompuesto con el que se mostró firme, resolutivo y siempre dueño de la situación. El novillo ya había confirmado la condición mansa de todo el encierro y acabó reculando cuando su lidiador le insistió en la última fase de su faena. Sufrió un fuerte golpe al entrar a matar que no pasó a mayores. Dio impresión de novillero hecho y preparado para esa alternativa que le espera en Santander.

Mansedumbre y trienios
Foto: Arjona - Pagés

El futuro matador salmantino no podría repetir esa impresión lidiando al sexto, otro manso de carreta que hizo cosas raras de salida y acabó sembrando el desconcierto en los dos primeros tercios. No faltó el sainete del picador, decidido a castigar al bicho con el tercio cambiado, echándole el caballo encima. Posiblemente le hacía falta ese puyazo de más pero el numerito del piquero, y su salida del ruedo de cualquier manera sobraban. El tercio de banderillas se resolvió entre carreras y sustos con el director de lidia, el tal Santana Claros, asombrosamente inhibido –no fue capaz de cortar la persecución de un rehiletero- hasta el punto de abandonar el ruedo para meterse en el callejón antes de que terminara el tercio. ¿Asombroso? ¿Vergonzante? Resumiendo: el animal no tuvo un pase en la muleta. A Diosleguarde le costó echarlo abajo.

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Foto: Arjona - Pagés

Ficha de la novillada

Ganado: Se lidiaron seis novillos de José Luis Pereda, correctamente presentados. El primero fue de menos a más rompiendo con alegría en la muleta; el segundo, rajado y un punto tardo, fue potable en la muleta; manso y cobardón el bruto tercero; manso también, con movilidad y desigualdades el cuarto; manso igualmente el desclasado quinto; y manso, finalmente, el desconcertante sexto.

Novilleros: Santana Claros, de marfil y oro con remates negros, silencio y palmas

Jesús Álvarez, de noche y oro, palmas y ovación

Manuel Diosleguarde, de púrpura y oro, ovación tras aviso y silencio

Incidencias: La plaza registró un cuarto de entrada en tarde noche veraniega y muy calurosa. Elías Martínez y Juan Márquez saludaron en banderillas.