- El diestro cigarrero, en el visor de una cámara, durante el rodaje de un documental sobre Joselito.
Algunas noticias han confirmado insistentes rumores. Juan José Trujillo y El Lili no continuarán el próximo año en la cuadrilla de Morante de la Puebla. El torero, mientras tanto, anda alejado de cualquier exposición pública, basculando entre el búnker cigarrero que se asoma al Guadalquivir y su adorado Portugal, cuna de su actual apoderado y hombre de confianza, el odontólogo Pedro Marques que –además- ejerce a modo embajador de su torero en el mundo gris.
La salida del banderillero malagueño podría entrar en el habitual cambalache de este tiempo de mudanzas que separa las temporadas. Pasará a las filas de José María Manzanares sustituyendo al algabeño Abraham Neiro, que se va con Emilio de Justo. Lo de Trujillo es una vuelta a casa. A las órdenes del alicantino, ya hace tiempo, engrosó aquel célebre dream team en unión de Curro Javier y Blázquez a pie y con Chocolate y Barroso a caballo. Distintas vicisitudes, que ahora no vienen a cuento, fueron desmontando aquel equipo ejemplar que acompañó los mejores años del Manzana. Pero ésa es otra historia...
La salida de El Lili... ¿antesala de una nueva etapa?
Nos interesan ahora las cuitas morantistas que, por ahora, mantendría en sus filas al tercero de infantería, el madrileño Alberto Zayas y a los montados Pedro Iturralde y Aurelio Cruz. La gran sorpresa es que, en el mismo envío que Trujillo, ha despachado a su hombre más fiel. Hablamos de Antonio Jiménez, El Lili, foto fija en las filas del diestro cigarrero que ha completado la cuadrilla de Talavante en el confín de la temporada después de que su jefe de siempre se viera abocado a cortar definitivamente tras actuar en la primera corrida de la Feria de San Miguel. La lesión de muñeca, que convirtió la mitad de la campaña en un ir y venir, se había impuesto sin remedio.
Si descartáramos algún tipo de desencuentro entre ambos –aunque Morante no ha dudado en cortar por lo sano con otras personas, en otros momentos de su trayectoria- nos podríamos atrever a dibujar o aventurar una estrategia profesional muy alejada del planteamiento de temporada de los últimos años. Morante podría estar abriendo una nueva etapa dando el portazo a un intenso y trascendental tramo de su carrera que, de algún modo, se abrió tras aquella cacareada retirada del verano de 2017 -después de una desgraciada actuación en El Puerto, toreando mano a mano con El Juli- que en realidad sólo fue un receso meramente estratégico para dejar atrás lo que le estorbaba.
De 2018 a 2023: más de un lustro prodigioso
Volvería en 2018 pero antes fue capaz de pulverizar todos los usos y costumbres de la empresa Pagés llevando hasta la Huerta de San Antonio, su hogar ribereño, al mismísimo Ramón Valencia que estampó su firma en la mesa del despacho que había pertenecido a Gallito. Fueron los dos primeros contratos que firmó y los dos últimos que cumplió en aquella campaña, que ya trufó de recitales memorables, que afrontó de la mano de Manolo Lozano, verso suelto de la poderosa casa empresarial toledana que le acompañó un único año.
Antes, con la espantada de El Puerto, había dejado en la estacada a Bailleres y el entramado de la FIT. Pero al año siguiente, en 2019, volvería a sorprender a propios y extraños escogiendo a Toño Matilla en una campaña en la que asomaron los primores a pesar de su pertinaz mal fario en los sorteos.
De la ruptura con Matilla a la entrada en liza de Pedro Marques
La relación con el silente taurino charro, fontanero mayor del toreo, duró dos temporadas, incluyendo el complejo y alicortado año del estreno de la pandemia. En 2021 se decidió a volar solo mientras ganaba peso la figura de Pedro Marques: sin anuncio oficial de apoderamiento, forjado por la vía de los hechos consumados.
La temporada en Sevilla se redujo aquel año a una atípica y extensa Feria de San Miguel por imperativo del covid y los titubeos de la autoridad. Y el uno de octubre, con un duro ejemplar de Juan Pedro Domecq, se produjo el primer movimiento de la impresionante sinfonía de distintos movimientos que, pasando por la maravillosa y extensa temporada de 2022, la de los cien contratos, condujo al rabo del pasado 26 de abril, cima inalcanzable que corona –por ahora- la carrera de Morante de la Puebla.
¿Qué nos espera ahora? La pregunta, en realidad es una de muchas. ¿Va a torear menos Morante de la Puebla? ¿En algún momento ha llegado a rumiar su retirada? ¿El rabo de Sevilla le ha sumido en un vacío creativo? ¿Le han pesado una agenda cada vez más engrosada? Las redes sociales, que muchos confunden con la realidad, han aventado numerosos rumores pero la realidad posiblemente sólo la conoce él mismo en el fondo de su introversión de creador y en medio, todo hay que decirlo, de una obsoleta política de comunicación que queda demasiado lejos de su rango de gran artista. Pero las preguntas arrecian... ¿Seguirá siendo Morante la base indiscutible de los carteles de la temporada sevillana? ¿Volverá a escalar las mismas cimas? ¿Cuánto le queda en el toreo? Posiblemente es lo que rumia en este otoño sin alcanzar aún ninguna certeza. El tiempo lo dirá.