Nada nuevo bajo el sol

Cayetano prestó la expectación mediática en el festejo que cerró la Feria del Caballo de Jerez. Ponce puso el toreo de mayor calidad y Fandi la entrega en los tres tercios

16 may 2015 / 22:23 h - Actualizado: 16 may 2015 / 22:46 h.
"Cayetano Rivera","El Fandi","Enrique Ponce"
  • El diestro Cayetano Rivera Ordóñez volvía este sábado a vestirse de luces. EFE/Román Ríos
    El diestro Cayetano Rivera Ordóñez volvía este sábado a vestirse de luces. EFE/Román Ríos
  • El diestro Enrique Ponce da un pase a uno de sus astados. / EFE
    El diestro Enrique Ponce da un pase a uno de sus astados. / EFE
  • El diestro El Fandi da un pase a uno de sus toros. / EFE
    El diestro El Fandi da un pase a uno de sus toros. / EFE
  • El diestro Cayetano Rivera Ordóñez da un pase con el capote. / EFE
    El diestro Cayetano Rivera Ordóñez da un pase con el capote. / EFE
  • El diestro Cayetano Rivera Ordóñez da un pase con el capote a uno de sus astados en la Feria de Toros de Jerez . / EFE
    El diestro Cayetano Rivera Ordóñez da un pase con el capote a uno de sus astados en la Feria de Toros de Jerez . / EFE

PLAZA DE TOROS DE JEREZ

Ganado: se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq. El primero resultó tan dulce como inválido. Rajado el segundo. Bravito el tercero. Sosos y manejables cuarto y quinto. Potable el sexto.

Matadores: Enrique Ponce, de habano y oro, oreja y oreja; David Fandila ‘El Fandi’, de blanco y plata, oreja y oreja

Cayetano, de perla y oro, ovación tras petición y oreja;

Incidencias: la plaza registró más de dos tercios de entrada en tarde primaveral y un punto ventosa.



La expectación mediática estaba en la presencia de Cayetano Rivera Ordóñez, que había escogido la Feria del Caballo para escenificar su reaparición en los ruedos después de dos temporadas de silencio taurino. La nube de fotógrafos que saludó su salida a la puerta de cuadrillas o el entusiasmo que despertó en cierto sector del público el torero gesto de dejar el capote de paseo -bordado con la Esperanza de Triana- en el antepecho de la barrera de su pareja delataban otros horizontes. Pero tenía que salir el toro para comprobar el definitivo alcance de su forma y su ambición dentro del vestido de torear.

Ponce sorteó en primer lugar un precioso juampedrito colorao y blandito que perdió las manos desde los primeros lances. Apenas se tenía en pie pero la lidia continuó y se pudo apreciar una bondad infinita en los lances del quite del valenciano, que volvió a verlo rodar antes de rematar los capotazos. El segundo tercio se cambió con dos pares y Enrique brindó a Mercedes Domecq, que ya lleva dos monterazos esta feria. Ponce no lo molestó en el inicio de faena pero el animal venía gripado. El torero se empeñó en cuidarlo y logró sostenerlo en pie gracias a un temple exquisito y al mimo que puso en el manejo de las telas. La faena fue más bella que emotiva y estuvo rematada por una excelente estocada. Volvió a derribar con estrépito el cuarto -ya lo había hecho el tercero- que llegó a la muleta del maestro valenciano con más sosería que poder. Ponce lo entendió a la perfección y le cuajó una faena de pura seda que tapó todas las fisuritas del animal que careció de entrega y humillación. Las poncinas finales -con el toro a punto de rajarse- pusieron fin a su notable labor, abrochada con un sartenazo tendido y un descabello.

Para que vamos a engañarnos. La presencia del Fandi extrañaba -más allá de la dictadura del despacho- en el argumento de la tarde. Ajeno a filias y fobias, el granadino lo dio todo: en las largas iniciales, en la lidia vistosa, los galleos y las lopecinas y -cómo no- en el portentoso manejo de los palos. David dejó al toro crudo en el caballo y siguió a lo suyo. El primer par fue de moviola; de dentro a afuera y muy meritorio el segundo y al violín el tercero. El caso es que el animal se había aburrido al primer muletazo de Fandi y pidió la cuenta mientras su matador vendía la moto a un público amable que le pidió dos orejas y obtuvo una. Ya iba bien despachado. La decoración se repitió con el bonito jabonero que hizo quinto: se puede anotar la variedad capotera, las banderillas en todos los terrenos y sinceros esfuerzos con la muleta, que llegó a manejar con infrecuente calidad por el lado izquierdo aunque el toro, noble, le faltaba un último hervor. Fandi siguió a lo suyo mientras la banda robaba minutitos de efímera gloria con los gorgoritos del pasodoble Nerva. El fulminante espadazo y las dos orejas pedidas con clamor -se le volvió a dar una- terminaron de abrirle la puerta grande, que para eso estábamos en feria.

Había llegado el momento de Cayetano que quiso, y pudo, torear despacio con el capote. El toro se echó a los lomos -literalmente- al caballo de picar aunque la cosa no pasó a mayores. El segundo de los Rivera sorprendió en el inicio de faena y toreó con empaque y cierto despego a un toro bravito y alegre que acusó algunos enganchones inoportunos mientras sonaba un espeso pasodoble con aire de entierro siciliano y languidecían la faena y el brío del animal. Hubo verónicas genuflexas para recibir al sexto, el único que tuvo carita de persona mayor. Gustó el galleo por rogerinas y gustó aún más al personal más novelero su brindis a Eva González. La faena comenzó de rodillas y siguió por redondos. Hubo mejor compostura que resolución aunque tampoco faltaron fases de buen toreo, especialmente en las últimas series. Se marchó contento con una oreja.