Pablo Aguado: cinco minutos que sacudieron el toreo

El emergente matador sevillano reventó la pasada Feria de Sevilla con una faena reveladora con sentido restaurador de los valores más clásicos del toreo. Esta es su historia taurina...

25 ago 2019 / 12:46 h - Actualizado: 25 ago 2019 / 10:21 h.
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La crónica se publicó en la edición de papel de El Correo de Andalucía –firmada por el autor de estas líneas- el día 17 de noviembre de 2013. Han pasado casi seis años. La Hermandad del Rocío de Triana había organizado un festival en la plaza de Espartinas que tuvo aire de toma de espíritu generacional. Eso sí, el tiempo y las circunstancias han tratado de forma muy desigual a sus protagonistas. En el cartel figuraban aspirantes muy jóvenes: eran los del rejoneador Javier Buendía y los entonces novilleros Alfonso Cadaval, Pablo Aguado, Rafa Serna, Carlos Corradini, Matías Bores y Carlos Llandrés. Los siete aspirantes dieron lo mejor de sí mismos en aquella mañana otoñal pero en el recuerdo del aficionado quedó grabado un nombre con sentido premonitorio.

Pablo Aguado: cinco minutos que sacudieron el toreo

Antes del paseíllo ya se hablaba mucho y bien de Pablo Aguado, que tuvo que sudar la gota gorda para enseñar su extraordinario concepto del toreo con el peor novillo de la mañana. No importó. El joven Aguado supo domeñar las cortas y descompuestas embestidas de ese animal logrando torear con alma, temple deslizante y personalidad diferenciada. Hay que verle con otro material pero sobre todo hay que seguir muy pendientes de la evolución de este muchacho que ha nacido con la varita. Seguiremos al tanto...” Así se publicó en este periódico sin saber que el tiempo convertiría aquel párrafo en profecía. En aquella crónica prometíamos seguir al tanto de su evolución. El proyecto de torero, a partir de ese momento, se puso en el punto de mira.

No pasó demasiado tiempo para el siguiente encuentro. El reclamo de una novillada benéfica organizada por otra hermandad, la de los Gitanos de Utrera, fue la nueva excusa para coger el coche y comprobar el estado de forma y fondo del joven novillero sevillano. Aguado, esta vez, tuvo que enfrentarse a un feo y complicado eral de Guardiola con el que reveló otros registros: los de la autoridad y la capacidad. “Otro que quiere y puede. Ojo con él...”, se volvió a reseñar negro sobre blanco en la edición de papel del 17 de marzo de 2014 del decano de la prensa sevillana. El nombre de Aguado ya era una certeza en los comentarios de profesionales y aficionados más avezados y el siguiente paso fue verle anunciado en el ciclo de promoción que se celebra cada mes de julio en la plaza de la Maestranza.

Pablo Aguado: cinco minutos que sacudieron el toreo

Del verano de 2014 al debut con picadores

En esos festejos veraniegos también se marcó una constante: su rivalidad y emparejamiento novilleril con Rafa Serna, que logró abrir la Puerta del Príncipe en los festejos clasificatorios. Pero el gato al agua, una vez más, se lo iba a llevar su compañero Pablo Aguado, declarado triunfador indiscutible del ciclo y protagonista de una final que logró meter tres cuartos de entrada en la plaza de la Maestranza. La crónica publicada en la edición del primero de agosto de este periódico volvía a abrir una puerta al futuro titulando “Sevilla tiene torero”.

Con ese bagaje, el siguiente paso sólo podía ser el debut con caballos. Se organizó en Olivenza, el 8 de marzo de 2015. Poco más de un mes después, el 12 de abril, llegaba su presentación como novillero con picadores en la plaza de la Maestranza con una novillada de Luis Algarra que sólo le permitió mostrar ganas de ser. Repitió con un envío de Villamarta, en una tarde en la que acabó robando los titulares a un novillero llamado Andrés Roca Rey que le había ganado a los puntos. Pablo cortó una única oreja pero acabó rindiendo al peruano por su mismo palo: el del valor volcánico. Esa campaña, la de 2015, llegó a sumar quince novilladas –la mayor parte en ruedos menores- logrando su mayor triunfo en Bayona al cortar las dos orejas a un novillo de Joselito.

Fin de una etapa

En 2016, casi sin anestesia, llegó su presentación en la plaza de Las Ventas con un serio encierro de Sánchez Herrero. Barquerito, el veterano crítico de los diarios de Vocento, habló de “un novillero hecho y derecho” señalando que Pablo había acreditado “recursos y talento” frente a “una novillada nada propicia”. El siguiente contrato le llevó, una vez más, hasta la plaza de la Maestranza. Fue el primero de mayo, estoqueando dos utreros de El Parralejo a contrapelo con los que se esforzó a tope –formó un alboroto con cinco faroles de rodillas- sin encontrar el ansiado rendimiento. Repetiría en Sevilla el 26 de junio, día del Corpus, junto a sus compañeros Serna y Cadaval y un desigual encierro de Talavante. Aguado, una vez más, se llevó el gato al agua por ambición, actitud y aptitud en un festejo en el que cortó la única oreja. Esa temporada, la de 2016, sumó un total de 22 novilladas pisando cosos de relevancia como los de Bilbao o Albacete. Pero antes de cerrar la campaña en Zaragoza repitió en Las Ventas, volviendo a convencer a la cátedra madrileña –también recibió una fortísima voltereta- a pesar del mal juego de los novillos de El Tajo y Molina que lidió.

2017 fue su última temporada como novillero. A comienzos de año se llegó a barajar su alternativa en la Feria de Abril pero las sucesivas filtraciones de los carteles confirmaron que el doctorado iba a quedar fijado –como el de Rafa Serna- para San Miguel. Aguado no renunció a su paso por Las Ventas. En la tarde del 26 de marzo sufrió una fortísima voltereta y sólo pudo estoquear un ejemplar de Fuente Ymbro. Reincidió el 22 de mayo, con un encierro de El Montecillo, sin que la cosa trascendiera demasiado. Aún tenía que despedirse de la plaza de La Maestranza en calidad de novillero. Lo hizo, mano a mano con Rafa Serna, en la tarde del Corpus aunque la expectación levantada y la promoción del festejo no se correspondieron con los resultados. Pablo, ésa es la verdad, sorteó el mejor lote de los novillos de El Parralejo pero respondió muy al final... Estaba más que pasado como novillero.

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Del doctorado a la cumbre...

Y la alternativa, en la plaza de la Maestranza, llegó el 23 de septiembre de 2017 de manos de Enrique Ponce y en presencia de Alejandro Talavante. ¿Le había sobrado ese verano en el escalafón menor? Puede ser... Pero Pablo volvió a sus mejores fueros a pesar de encallar con el acero. La crónica publicada en este medio volvió a destacar tres virtudes: ambición, personalidad diferenciada y compromiso. A partir de ahí, la carrera del joven diestro sevillano entró en un extraño limbo. Se cantaban sus virtudes; contaba en las quinielas del aficionado pero... apenas toreaba. La segunda corrida del nuevo matador fue en Sevilla, en la Feria de Abril de 2018. No se ha había vestido de luces desde su doctorado pero volvió a puntuar con un serio encierro de Torrestrella en un cartel de oportunidades. Posiblemente se trataba se seguir navegando o quedarse en casa pero el futuro ídolo de la afición sevillana se entregó con sinceridad con el importante tercero, un animal complejo y con muchas teclas que tocar al que todo hizo bien menos matarlo. Con el sexto, el más boyante del envío de Los Alburejos, logró mostrar su mejor arma: ese temple de cadencia deslizante que pone a todo el mundo de acuerdo.

Aquel toque de atención, paradójicamente, sólo le sirvió para sumar un breve puñado de paseíllos. Pablo pasó por Baeza y Sabiote, recaló en una corrida coral en Bayona y volvió a revelarse en gran torero el día de Consolación en Utrera reivindicando, de paso, el gran momento de la ganadería de los Algarra. El 28 de septiembre del pasado año la sustitución de Paco Ureña –que había sufrido el gravísimo percance que le costó la visión del ojo- le colocó a las puertas de un compromiso de peso: su confirmación en la plaza de Las Ventas. El reto se saldó con el corte de una valiosa oreja y la sensación de encontrar a un torero, de puro clásico, diferente. Las cosas empezaban a encarrilarse mientras que el invierno taurino hacía arreciar rumores de apoderamientos. Algunos llamaron a su puerta pero las circunstancias mandaron para mantener al mismo equipo, reforzado por el apoyo de Simón Casas. Pablo se vio anunciado en la última feria de Fallas. Volvió a llevarse un trofeo en el mismo ciclo que contempló la gravísima lesión de rodilla de Enrique Ponce. Ese percance iba a abrirle la puerta de la sustitución del valenciano en Morón a finales de marzo. La corrida se había preparado por y para la reaparición de Jesulín pero todo el mundo salió hablando de Pablo Aguado. El joven matador sevillano indultó al toro ‘Toledano’, un gran ejemplar de El Torero que le permitió enseñar sus mejores registros. Lo mejor, una vez más, estaba por llegar...

Aún pasaría por un pueblo de Francia antes de recalar de nuevo en la plaza de Las Ventas, la tarde del Domingo de Resurrección, junto a Juan Ortega y David Galván. La combinación había caído de pie entre los aficionados aunque el juego de los toros de El Torero no estuvo a la altura de las circunstancias. El pasado 10 de mayo se anunció en la plaza de la Maestranza. Hizo el paseíllo entre Morante y Roca Rey. Desde su anuncio, ya era el cartel estelar de la Feria. Dos toros, veinte muletazos, cinco minutos, cuatro orejas y una Puerta del Príncipe bastaron para poner boca abajo el toreo. Pablo había entrado en la plaza con aura de torero con futuro. Salió convertido en figura. Roca Rey, que sacó toda su artillería, salió cavilando. No volvieron a verse en una puerta de cuadrillas. El resto es historia reciente...