Paquirri y Ronda: principio y final

Francisco Rivera se retira el sábado de los ruedos en la tradicional Goyesca de Ronda. Paquirri dirá adiós a 26 años de profesión.

01 sep 2017 / 08:07 h - Actualizado: 01 sep 2017 / 09:29 h.
"Rivera Ordóñez"
  • Francisco Rivera ha escogido la plaza de Ronda para su despedida definitiva de los ruedos. / Arjona
    Francisco Rivera ha escogido la plaza de Ronda para su despedida definitiva de los ruedos. / Arjona

La de Ronda será la última. Francisco Rivera Ordóñez, Paquirri en los carteles, dirá adiós a 26 años de profesión y 22 de matador de toros en una inusual corrida goyesca de cinco toreros y un rejoneador. Francisco ha asegurado que no habrá vuelta atrás. La decisión, ahora sí, es definitiva. Es el momento de echar la vista atrás para repasar los capítulos de una carrera que empezó en el mismo sitio que va a terminar. Fue el 8 de agosto de 1991, día de San Cayetano, en una novillada sin caballos que se convirtió en un auténtico acontecimiento social y taurino. Y fue su abuelo Antonio Ordóñez, el primer forjador de la personalidad taurina de Francisco, el que eligió la atávica Ronda de sus ancestros para que debutara en público vestido de celeste y plata y liado con un capote blanco y oro que había pertenecido a su padre y había guardado su tía Belén.

Y es que Ronda siempre ha sido el principio y el fin de la dinastía Ordóñez, injertada con ramas de los Dominguín y los Rivera en ese tronco ancho que se convirtió en una herencia pesada y exigente para un torero bisoño, al que acompañaba como una losa la trágica muerte de su padre, Francisco Rivera Paquirri, en el ruedo de Pozoblanco. El hijo tuvo que superar el escepticismo de todos los que creían que su determinación de convertirse en matador de toros era sólo una ventolera pasajera. Sobre su montera gravitaba la sangre del Niño de la Palma; de su abuelo Antonio Ordóñez y toda la saga, de la dinastía Dominguín...

Llenó la Maestranza de novillero y logró consagrarse el mismísimo día de su alternativa abrileña. Fue en 1995, de la mano de Espartaco que ese día cayó gravísimamente herido. Aquella misma tarde, Francisco se hizo figura del toreo, refrendando su estrellato muy pocos días después en el ruedo del Baratillo ante un fiero ejemplar de Sánchez Ibargüen al que cortó las dos orejas. Posteriormente vinieron aquellas dos o tres vueltas a España dejándose matar en todas las plazas, con todos los toros, demostrando que el valor todo lo puede. Sólo un año después, en las barbas de los cónsules Joselito y Ponce –la famosa corrida de los quites del San Isidro de 1996– ya se había convertido en el tercero de los Tres Tenores que llenaron las ferias de la segunda mitad de los 90. Para entonces, Rivera se había encaramado a la primera fila del toreo.

Después llegaría el largo bache taurino, el acoso de los medios rosas y la creación de un personaje televisivo que le hizo tender tantas barreras. Hubo un matrimonio malogrado y dos ausencias familiares en medio de una travesía del desierto que sólo pudo suplir con la raza de su casta y el apoyo de hombres providenciales como Pepe Luis Segura, un apoderado especializado en reforjar toreros en trances difíciles que le devolvió la confianza. Pero en medio siempre estaba Ronda, fuente a la que había que volver una y otra vez en busca de su identidad.

Francisco cubrió su penúltima etapa profesional instalado a sus anchas en el rentable y taquillero cartel de toreros mediáticos como Manuel Díaz El Cordobés y David Fandila El Fandi, sus compañeros de tantas tardes. Las últimas campañas, además, recuperó el nombre de Paquirri que sólo había usado su padre. Mientras tanto, mantenía intacta su condición de personaje famoso fuera de las plazas de toros. Sus vericuetos personales y el último enlace con la sevillana Lourdes Montes le hicieron permanecer en primera línea de actualidad

Después de torear en la feria del Pilar de 2012 llegó el primer e inesperado eclipse. Francisco se retiró de los ruedos sólo una semana después de la marcha de su hermano Cayetano pero el gusanillo volvió a picarle poco después. En 2015 anunció su vuelta para conmemorar el vigésimo aniversario de su alternativa. Sería por un año; así se lo había prometido a su familia pero una tremenda cornada sufrida en Huesca determinaría, paradójicamente, la prolongación de esa nueva etapa en activo que ahora concluye de forma, afirma, definitiva.

Paquirri, que recibió el alta a la vez que su mujer daba a luz a su segunda hija, no quería despedirse del toreo con el pijama de un hospital. Pero la cuerda –él lo sabe mejor que nadie– ya no se puede estirar más. Mañana será la última tarde y sólo podía ser en Ronda. El rejoneador Diego Ventura, Manzanares o su sustituto, El Fandi, Miguel Ángel Perera y su hermano Cayetano –al que dio la alternativa en el mismo ruedo en 2006– serán los testigos de ese adiós inevitable.