Observatorio taurino

Rescoldos de la feria de Córdoba...

La climatología acabó reduciendo el ciclo taurino de Nuestra Señora de la Salud a una doble jornada de toros en sesión de mañana y tarde en la que Roca Rey acabó con el cuadro

22 may 2023 / 12:36 h - Actualizado: 22 may 2023 / 12:51 h.
"Observatorio taurino"
  • Roca Rey, a hombros y rodeado de jóvenes, arrasó en el coso de Los Califas. Foto: Lances de Futuro
    Roca Rey, a hombros y rodeado de jóvenes, arrasó en el coso de Los Califas. Foto: Lances de Futuro

Un introito necesario

Pasó la Feria de la Salud de Córdoba, un ciclo de reducido metraje –la demanda de la afición cordobesa no da para más, si acaso para menos- que se ha ubicado en el primer fin de semana del hipertrofiado ciclo festivo del Arenal, que en todos lados cuecen habas. La ecuación es inversamente proporcional: a la vez que se han sumado días hasta el absurdo a la celebración de las casetas y los farolillos ha ido menguando el calendario taurino de una ciudad tan compleja en todo que no iba serlo menos en cuestiones de tauromaquia. El empresario José María Garzón, gerente de la empresa ‘Lances de Futuro’, lo sabía bien cuando tomó la batuta de un coso que ha rebasado el medio siglo afrontando varias crisis.

Serán cosas de la edad... Pero es que todo ha cambiado demasiado. El panorama social, económico y taurino de la ciudad era muy distinto cuando, al comenzar la década de los 60, un grupo de la entonces floreciente burguesía comercial cordobesa se lió la manta a la cabeza para levantar ese inmenso anillo de hormigón al calor de la explosión cordobesista, el furor desarrollista y hasta la transformación urbanística de la ciudad que había soñado un alcalde providencial: Antonio Cruz Conde. La plaza se levantó en el extremo de un barrio, el de Ciudad Jardín, que prometía otro futuro.

Pero la decadente vejez del barrio –con un caserío obsoleto, un comercio residual y el abandono de su mejor vecindario- tampoco fue el mejor envoltorio para una plaza de toros que nunca llegó a operar de motor comercial de la zona. Con el cambio de siglo, los jóvenes matrimonios se marcharon más al Oeste. Ciudad Jardín había sido sentenciada mientras la plaza, con una propiedad cada vez más envejecida y alejada del ímpetu fundacional, se quedaba varada en tierra de nadie. En paralelo se sucedían gestiones nefastas, declinaba la estrella de Finito y se tocaba fondo con la llegada de algún aventurero que nunca debió tener las llaves del coso de Los Califas. Ahí tienen el cuadro completo...

Doce toros en un día

Sirva el largo introito para ubicar la Feria de 2023, la tercera que ha podido montar Garzón al frente del inquietante coso de los Califas en un proceso de recuperación taurina y social que necesita de mucha paciencia, más tiempo, la eclosión de algún torero local y estrellas rutilantes en unos carteles adecuados a la demanda, que es limitada.

A la eclosión del fenómeno local –léase Manuel Román- le esperan algunas horas de cocción a tenor del resultado real de su presentación en Los Califas. El festejo prologó el grueso de la feria, dos corridas que la adversa meteorología acabaría concentrando en una única jornada de toros, sesión doble de mañana y tarde que acabó pesando. Lo decía, medio en broma y medio en serio uno de los mejores aficionados de la ciudad de los discretos: “364 días sin toros y en uno solo nos tragamos doce...” Cosas de esa lluvia esperada que no suele preguntar para derramarse...

A partir de ahí... ¿Qué pasó en el maratón dominical de Córdoba? Hay que partir de la primacía absoluta de Roca Rey, que pasó como un auténtico ciclón por el ruedo de Ciudad Jardín enseñando sus galones. Más allá de las tres orejas que cortó; de la salida a hombros por la Puerta de los Califas, Roca enarboló su bandera de número uno, dos días después de recoger el preciado trofeo ‘Manolete’ que concede el Ayuntamiento de la ciudad y que le acreditaba como triunfador del año pasado. Y un dato más: la más que aceptable entrada que se registró en las taquillas se debe al tirón del peruano, sacado en volandas rodeado de una multitud de jóvenes aficionados.

Rescoldos de la feria de Córdoba...
La climatología obligó a celebrar las dos corridas previstas en una sola jornada. Foto: Lances de Futuro

Cuestiones ganaderas

Fue una plomiza mañana de toros en la que nos embelesamos con algunos primores de Morante, maravillosamente vestido de torero y privado de una oreja por el mal manejo de la espada. Con dos toros con problemas, Juan Ortega evidenció que lo suyo es la poesía, no el álgebra... Se había lidiado una corrida de Domingo Hernández en la que se colaron algunos ejemplares que nunca debieron saltar al ruedo cordobés. Dejemos a un lado las básculas y hasta esa supuesta primera categoría que se enreda en su propio bucle melancólico. La categoría no la da un papel, son otros factores que ahora quedan lejísimos. Mejor dejarlo ahí. Y aunque está claro que en Córdoba no puede salir el toro de Bilbao, de Pamplona o de Madrid... un poquito de por favor...

En esa línea, el envío de Álvaro Núñez en la sesión vespertina fue una auténtica escalera de pesos, hechuras y comportamientos. Mejor no entrar en demasiados detalles... Hubo un más que notable segundo con el que Talavante, más centrado en todo, se acercó a sus mejores fueros cortando la única oreja en medio de un ambiente glacial, reforzado por los inmensos claros de los tendidos. Finito, absurdamente arropado por dos marchas procesionales que pegaban como a un cristo dos pistolas, mezcló compostura y técnica y Pablo Aguado quedó muy lejos de su mejor ser y estar a pesar de sus esfuerzos. Es lo que dio de sí este miniciclo que sigue brindando demasiados interrogantes. El gran público, más allá de la tibia presentación de Román, se reserva para una única función. En las barras de las tabernas se sigue soñando con un pasado de glorias pero la realidad es otra. ¿Quién le pone el cascabel a ese gato?


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