Sevilla en otoño: la copa del toreo

El traslado de la temporada de primavera ha engrosado una atípica, intensa y atractiva feria de San Miguel, la más extensa y trascendental del calendario taurino de la temporada 2021

Morante –en la imagen en las pasadas Colombinas- será el encargado de estoquear el primer toro de la era pos-covid. Foto: Arjona-Toromedia

Morante –en la imagen en las pasadas Colombinas- será el encargado de estoquear el primer toro de la era pos-covid. Foto: Arjona-Toromedia / Álvaro R. del Moral

Álvaro R. del Moral

Todo está listo –y ha costado- para que el pasodoble ‘Maestranza’ vuelva a sonar este sábado señalando que está a punto de romper el paseíllo. El coso del Baratillo vuelve a abrir sus puertas después de 707 días de indeseada clausura taurina; son casi dos años de sequía de toros en una ciudad que podría estar a punto de pasar al ansiado nivel sanitario 1, entendido como la antesala de la recuperación de tantos afectos y ritos perdidos, incluido el de acudir al Arenal en una tarde de seda y oros. El último festejo celebrado hasta ahora en la plaza de la Maestranza tuvo lugar el 12 de octubre de 2019. Fue el festival a beneficio de las obras sociales y asistenciales de las hermandades de la Esperanza de Triana y el Baratillo que había seguido la senda abierta por la cofradía de la Macarena; la misma que espera transitar el Gran Poder el próximo año después de desistir del empeño en 2021. El novillero Jaime González-Écija estoqueó la última res brava que ha saltado hasta ahora en el coso del Arenal, un ejemplar de López Gibaja que no dejó ningún recuerdo destacable.

Morante de la Puebla –el torero más atractivo de 2021- será el encargado de dar muerte al primer toro que se lidie en Sevilla en la era pos covid, marcado con el hierro de Victoriano del Río. Pero toca seguir recapitulando, hilando el antes y el después de la pandemia. Aquella temporada de 2019, la última de la vida antes del virus, fijó en la historia un faenón de Roca Rey pero sobre todo una fecha emblemática: fue ese 10 de mayo en el que Pablo Aguado se reveló como gran intérprete en su único contrato de aquel año –también actuó en el festival otoñal- y en un cartel que repetirá sus actuantes –Morante, Roca y Aguado- para estoquear la corrida de Victoriano del Río e inaugurar la nueva era. La función debe continuar...

La expectación está servida. Será el definitivo pistoletazo de salida de un extenso e intenso serial taurino que ha convertido la tradicional miniferia de San Miguel en el ciclo más relevante y trascendental de esta temporada, aún en estado de excepción, en la que todavía no se han recuperado todas las cotidianidades. No hace falta recordar que el grueso de la programación que se inicia este sábado había sido preparada para primavera. El delirante proceso que enhebró las distintas velocidades de la empresa Pagés y la Junta de Andalucía –que sólo tomó una decisión nítida y concreta cuando estaba a punto de salir el toro- acabó desembocando en una suspensión que se cambió por aplazamiento con agilidad y oportunidad. Todo lo presentado en febrero va a celebrarse entre septiembre y octubre. Bien está lo que bien acaba...

Definitiva reválida

En realidad llovía sobre mojado. En 2020 tampoco hubo toros. Se presentó una feria, un abono, una temporada... que no pudieron celebrarse, creando un vacío inédito en una plaza que ni siquiera interrumpió su actividad en los años de la Guerra Civil. Pero las circunstancias han querido que el inminente ciclo sevillano, el de mayor duración y relevancia en un coso de primera en todo 2021, se convierta en la definitiva reválida del toreo en la transición entre el mundo anterior y posterior a la pandemia. En Sevilla podrían dirimirse muchas cosas, incluyendo la compleja cotización de los toreros que se ha adaptado al aforo permitido en un principio –el ansiado 50%- que posteriormente ha sido elevado al 60 y podría alcanzar el 75% en estos mismos días. La adecuación de esos honorarios es, precisamente, una de las patatas calientes del empresariado y la clase alta del escalafón que merecerá análisis aparte. Para que nos entendamos: el caché de algunas figuras ha quedado evidenciado con los verdaderos aforos, desnudados por las restricciones del covid.

Los carteles: la revolución de los artistas

Pero hay que ir al turrón. La cartelería sevillana, convertida en la definitiva ‘copa’ de la temporada, contiene algunas claves de la transitoriedad que vive la primera fila del toreo. A pesar del desgaste inevitable, las figuras de los últimos lustros se resisten a soltar el cetro mientras miran de reojo esos nombrados problemas de cotización que se avecinan con la recuperación de aforos. Pero eso no importa ahora, al menos al aficionado. Mucho más interesante es la irrupción de esa escuadra de artistas –no todos jóvenes- que está materializando su revolución silenciosa mientras los públicos se decantan por los palos más clásicos del toreo.

A la cabeza de esos toreros se encuentra, paradójicamente, el más veterano de todos. Se trata de Morante de la Puebla, que ha cubierto una temporada excepcional; la más atractiva y regular, tan inusual en un torero de su corte. El diestro cigarrero vuelve a Sevilla en el mejor momento creativo y profesional de su vida y con cuatro tardes que le convierten en base indiscutible del ciclo. La cuarta de ellas, además, apuntado al cartel de los miuras como guinda de una temporada en la que ha apostado por abrir el abanico ganadero de su agenda de contratos.

Pero Morante es el vértice de una breve tropa de toreros que merecen mención propia. Pablo Aguado no ha vuelto a vestirse de luces en Sevilla desde su revelador triunfo del 10 de mayo de 2019. Aquel día le cambió la vida y marcó una cumbre inalcanzable. Ya es figura por derecho propio y ha cubierto un final de campaña salpicado de trasteos memorables que vivió un apasionante mano a mano en su inicio con Roca Rey –resultando herido- en la plaza de Vistalegre. Previsiblemente, cerrará la temporada en la plaza de la Maestranza con una hermosa y evidente presión: repetir aquel milagro.

Pero Aguado tendrá otro contrapunto sin salir de la órbita sevillana: se trata de Juan Ortega, que debutará en Sevilla como matador de toros con tres corridas de máximo nivel. El diestro sevillano –el más clásico de todos- contaba en las quinielas del aficionado pero acabó rompiendo su propio cerco en aquella tarde agosteña, televisada desde Linares, que le puso a funcionar. Después llegó el mano a mano con Morante en Córdoba pero, sobre todo, ese faenón otoñal de Jaén, el mejor de la extraña y breve temporada de 2020 que le colocó en el disparadero para 2021.

Sin ser de Sevilla, el riojano Diego Urdiales vuelve a la plaza de la Maestranza revestido con galas de gran intérprete e incluido en ese estrato ‘revolucionario’. El diestro de Arnedo ya había entrado en el coso del Baratillo gracias a la templada e intemporal faena dictada a un feble ‘juampedro’ en la Feria de Abril de 2019. Ahora se espera el recital definitivo, preludiado en el reciente faenón de Colmenar Viejo. Podríamos incluir en este bloque a otros toreros de personalidades contrastadas. Ahí está el caso de Emilio de Justo, que ha cuajado uno de los grandes trasteos del año en Arlés o el de Antonio Ferrera, que ha pasado de la armonía al manierismo y de ahí a un peculiar surrealismo taurino que no deja de hacerle atractivo. Ambos matarán mano a mano la corrida de Victorino Martín poniendo la cuota torista al evento junto al clásico envío de Miura que servirá de clausura del abono.

En torno a este cerco de artistas, Roca Rey también tiene en Sevilla la definitiva oportunidad de afianzar su mando en una temporada de especial significación. Hay que recordar que el peruano tuvo que esperar hasta mayo de este año para volver a hacer el paseíllo en una plaza española. La alargada sombra de la lesión madrileña de la ‘isidrada’ del 19 le obligó a cortar en San Fermín. Roca tiene prisa por recuperar el tiempo y lo terrenos perdidos y proclamar su primacía. En este atípico San Miguel tiene seis balas para disparar. A partir de ahí, hay que consignar el buen tono de las temporadas de El Juli, Manzanares o Perera, que apuntala a duras penas el inevitable desgaste de su imagen. Verdadero interés tiene la comparecencia de Daniel Luque, uno de los nombres imprescindibles de esta campaña que le ha servido para recuperar sus mejores fueros. El matador de Gerena, todavía joven, puede y debe saltar de órbita. Cuidado con él...

Hay más toreros en la lista, como los sevillanos Rafa Serna, Pepe Moral y Manuel Escribano. El primero no puede desaprovechar la oportunidad, que es de oro. Los últimos vuelven a la Maestranza apuntados a la de Miura, un hierro de enorme significación para ambos. Algo más eclipsado aparece Paco Ureña pero su gran concepto del toreo puede reverdecer en Sevilla. El Fandi, por su parte, cumple con la cuota de la casa Matilla pero no deja de ser protagonista de su propia guerra. En el apartado ecuestre, qué le vamos a contar, falta un nombre imprescindible que brilla por su ausencia frente a un cartel de medio tono. Más interés tienen las novilladas, incluyendo la presentación de Manolo Vázquez o la comparecencia del almeriense Jorge Martínez, ganador del circuito andaluz organizado por la Fundación del Toro de Lidia. Suerte para todos.

Las combinaciones de toros y toreros se pueden consultar en este enlace.

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