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Temporada 2023 en la plaza de la Maestranza: un año para recordar...

El histórico rabo cortado por Morante de la Puebla en la pasada Feria de Abril ha marcado a fuego una triunfal y fructífera temporada que culminó con la despedida de El Juli

01 nov 2023 / 10:13 h - Actualizado: 01 nov 2023 / 10:20 h.
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  • Morante, a hombros de la muchedumbre, abrió su segunda Puerta del Príncipe. Foto: Arjona
    Morante, a hombros de la muchedumbre, abrió su segunda Puerta del Príncipe. Foto: Arjona

La prometedora actuación de Mariscal Ruiz, que paseó una oreja con sabor a futuro, puso el definitivo broche a la temporada 2023 en la plaza de la Maestranza. Fue el colofón de ese festival enhebrado desde 2018 a las bolsas de caridad de las cofradías de Sevilla que ha tomado el relevo a la clásica corrida de la Cruz Roja para echar el candado. Es historia reciente y contada. Ahora toca hacer balance de una campaña que merece ser inscrita con letras de oro en los anales del propio coso maestrante.

Y es que será difícil volver a reeditar el altísimo nivel artístico y ganadero que se ha vivido en 2023 en el albero del Baratillo, más allá del histórico rabo que cortó Morante para marcar a fuego la pasada Feria de Abril y hasta la trayectoria taurina y humana del propio matador de La Puebla que, eso parece seguro, seguirá toreando en 2024. Pero ésa es una historia por contar aún: ahora toca resumir las claves de la campaña 2023, la mejor de todo el circuito taurino por el juego de las reses lidiadas y la altura marcada por muchos de los coletudos. No se puede decir lo mismo de la gran temporada global... Sevilla, es así, fue una isla.

Después de mí nadie...

El impacto del triunfo, el poso del toreo, la trascendencia de su labor y la emoción experimentada el 26 de abril siguen alimentando el recuerdo del aficionado. Morante abrió un ancho abismo con el resto de la grey torera cortando ese rabo diferencial al toro de Domingo Hernández, 52 años después de que Ruiz Miguel lograra esos máximos trofeos en una corrida de Miura.

En realidad se trataba de un movimiento más de un extenso concierto, dividido en una serie de trasteos magistrales, que se inició el primero de octubre de 2021 y tuvo continuidad en el abono de 2022 y alcanzó el de 2023, incluyendo la faena inadvertida del toro de Matilla –Morante se encaró con el presidente Fernández Rey por no conceder el trofeo- y el faenón casi secreto –alado, armónico, cadencioso, imaginativo, perfectamente ligado y escenificado- dictado esa misma tarde, premiado con una cicatera oreja que en otro tiempo, con otro público, habrían sido dos.

Temporada 2023 en la plaza de la Maestranza: un año para recordar...
Daniel Luque cuajó una de las mejores faenas del ciclo a un gran toro de El Parralejo. Foto: Arjona-Pagés

Después llegó lo del rabo. Y acabó con el cuadro resumiendo en veinte minutos una tauromaquia entera, la propia historia del toreo... Pero Morante, que también brilló en el epílogo abrileño, aún tenía que cumplir dos tardes más de abono en la feria de San Miguel. Su temporada se iba a torcer, recién estrenado el verano, a raíz de las fortísimas volteretas de Badajoz y Vila Franca de Xira. El resultado fue una lesión de muñeca que convirtió el resto de su agenda en un rosario de eclipses y reapariciones. Cuando llegó a Sevilla, el pasado 29 de septiembre, llevaba un mes sin torear tras hacerlo en Ronda. Después de lidiar dos toros de Matilla escasamente potables se supo que cortaba la temporada. Dejaba un gran hueco en el tercer festejo del ciclo septembrino, el día de la despedida de El Juli...

Temporada 2023 en la plaza de la Maestranza: un año para recordar...
El diestro peruano logró su sueño de abrir la Puerta del Príncipe. Foto: Arjona-Pagés

Faenas de verdadero premio

Después de Morante, nadie, y después de nadie hubo unos cuantos... Más allá de las estadísticas y la amplia lista de puertas del príncipe –que en su mayoría sólo obedecen a un mero recuento de trofeos más o menos forzados- hay que subrayar la importancia de un puñado de faenas de alta nota que quedaron un punto eclipsadas por la epifanía morantista y hasta por esa matizable lista de portazos.

En ese primer nivel hay que colocar a los matadores de Gerena, empezando por Daniel Luque que echó arte cuajando de cabo a rabo a un gran toro de El Parralejo al que instrumento una grandiosa y armónica faena y luego aplicó ciencia sacando hasta la última gota del remoto fondo de un costoso ejemplar de La Quinta. Luque, que había sufrido en El Puerto uno de los percances más cruentos y dolorosos de la temporada, aún volvería en septiembre para dictar otra hermosa lección de técnica y estética que le hizo rozar la Puerta del Príncipe el día de la despedida de El Juli. Salió de la plaza visiblemente dolorido, evidenciando que el percance no estaba curado. Y volvió a cortar. El año que viene debe contar en la primera línea del abono.

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Escribano, a alto nivel con sendos toros de Victorino y Miura, sale revalorizado del ciclo. Foto: Arjona-Pagés

Manuel Escribano, su paisano, se iba a encontrar con un importante ‘victorino’ de embestidas lentas y dosificadas al que entendió a la perfección cortando dos orejas inapelables. Es el mismo premio que habría obtenido –la plaza rugió por naturales- si la espada hubiera caído en su sitio en la miurada de clausura. Conviene subrayar el dato: Escribano lo hizo con sendos ejemplares de Victorino y Miura. Habría merecido otro tratamiento el resto de la temporada; es lo que persigue, después de romper con José Luis Moreno, buscando el amparo de Alberto García al frente de la empresa Tauroemoción. Se trata de ampliar horizontes.

Pero la lista de excelencias no estaría completa sin anotar la labor de Ginés Marín, perfectamente enhebrado a un gran ejemplar de El Torero al que cortó dos orejas justas y rotundas, el mismo premio que obtuvo Emilio de Justo de gran toro de Matilla –seguramente el más completo del ciclo- con el que hizo un encomiable esfuerzo arrastrando aún alguna secuela del durísimo percance del año anterior.

2+1=Puerta del Príncipe

Otra historia bien distinta es el peso y la verdadera trascendencia de esas Puertas del Príncipe convertidas en un fin en sí mismo que no retratan, a veces ni de lejos, la enjundia de las actuaciones que las alentaron. No es algo nuevo. El privilegiado paseo a hombros ha derivado –algunas apoteosis verdaderas se quedan sin el premio- en una mera suma de trofeos que reducen el que era un raro honor a una cuestión aritmética. Urge redefinir lo que era un auténtica corona de laurel, un honor derivado de la auténtica voluntad popular que saltando absurdos reglamentismos –todo se mide y se normaliza, como en la moderna vida cotidiana- elevaba sobre el pavés a los grandes triunfadores en ocasiones excepcionales; llenando el público de aficionados y ahorrando el sórdido espectáculo de un torero portado en hombros por un propio en medio de un ruedo desolado.

Y en esa línea, Tomás Rufo, más efectista que profundo, iba a sumar su segunda -y ramplona- Puerta del Príncipe que no resistía ninguna comparación con la que se había abierto 24 horas antes. A partir de ahí surgen las preguntas ¿no merecieron ese honor las grandes faenas de Luque y Escribano? ¿No debería llevar el propio Morante cinco o seis en tres temporadas? El propio Roca Rey, sin opciones en Resurrección, se emplearía con estrategia e inteligencia para sumar los manidos tres trofeos el día 21 de abril. Le obsesionaba el asunto así que meta conseguida pero el peruano daría su verdadera medida de gran figura del toreo con el último toro que estoqueaba en la Feria, y el último que mataba en toda la temporada, en el segundo festejo de San Miguel.

Fue en el mismo festejo en el que Sebastián Castella engrosó la larga lista de ‘portazos’ con una actuación demasiado matizable –y un palco decididamente bizcochón- que le franqueó el mitificado arco de piedra y le abrió la sustitución de Morante en el cierre del abono, sumando una comisión más a la cuenta de su todopoderoso apoderado, el silente taurino charro Toño Matilla.

Temporada 2023 en la plaza de la Maestranza: un año para recordar...
El maestro madrileño dijo adiós a la profesióne en la Feria de San Miguel. Foto: Arjona-Pagés

De la despedida de El Juli al ancho pelotón

El Juli había cortado dos orejas excesivas en Resurrección y estuvo a punto de lucrar una tercera, sin meter la directa, al mejor toro de La Quinta en un atípico domingo de resaca. Pero entonces no podíamos adivinar que el maestro madrileño iba a anunciar su retirada en la misma yema de la temporada. La última corrida sería en Sevilla, revalorizando la fecha del 1 de octubre y convirtiendo en un verdadero acontecimiento el adiós de uno de los matadores más importantes de la historia reciente del toreo. No hubo toros a favor pero sí emoción. Su impresionante trayectoria ya está en la historia.

El Cid volvió bastante mejor que se fue pero le iba a servir de poco el resto del año. Hermoso de Mendoza volvería a ganar a los puntos en la tarde del retorno de Diego Ventura, que hizo el mejor rejoneo. Dejamos aparte el recital capotero de Juan Ortega que le coloca entre los sucesos memorables del ciclo. Sin toros a favor, no logró redondear nada pero mejoró una imagen que crecería a lo largo de la campaña aunque no le sirvió –la fontanería del toreo se impuso a la excelencia- para coger la sustitución de Morante en San Miguel. Tampoco habían contado con él para participar en el festival del Rocío pero sí fue interpelado para cubrir la ausencia del cigarrero. Visto lo visto, no aceptó el guante. Era de cajón.

No hay que olvidar la oreja que mereció –y se quedó sin cortar- José Ruiz Muñoz deslumbrando con un toreo personal y cadencioso. Fue en la tarde de la oportunidad, que no fue tal para el resto de los convocados. A partir de ahí hay, en la corrida de Santiago Domecq, hay que recordar a un Garrido responsabilizado; la oreja más o menos olvidada de Álvaro Lorenzo y el naufragio inevitable de Alfonso Cadaval. Pablo Aguado, que apenas dejó algún recuerdo en abril, sí se pareció mismo en la primera de San Miguel, gracias a ese toreo alado, casi onírico, que le reconcilió con el aficionado sevillano.

En el capítulo de decepciones hay que situar, un año más, la decadencia irrefrenable de Manzanares, levísimamente remendada en septiembre. Talavante ha permanecido tan indefinido estilísticamente como lejano del alto concepto que tiene de sí mismo. La memoria apenas rescata momentos de otros toreros de los que se esperaba más como Urdiales o Dejamos en el limbo a Miguel Ángel Perera o Francisco de Manuel. Ferrera apenas tuvo opciones con la miurada; del resto, si los hubo, ni nos acordamos...

Tampoco hay que olvidar el excelente nivel ganadero de la Feria de Abril. En la corrida ideal figuran los cuatro toros a los que se le dio la vuelta al ruedo póstuma: fueron ‘Patatero’ de Victorino Martín, que lidió una de las mejores corridas del ciclo; ‘Filósofo’, de Hermanos García Jiménez, que también echó un encierro completo; ‘Ligerito’ de Domingo Hernández y ‘Príncipe’ de El Parralejo. La mereció también ‘Choricero’ de Miura y seguramente algún ejemplar más –como el tercero de Jandilla- en una larguísima lista en la que figuran ejemplares sueltos de Fermín Bohórquez, Santiago Domecq, Núñez del Cuvillo, Justo Hernández, El Torero y La Quinta. Hay que añadir, en San Miguel, otro importante astado de Matilla que sorteó Manzanares, el importante lote de Victoriano del Río que disfrutó Castella y la importancia y las dificultades del ejemplar de Garcigrande que desorejó Luque.

El escalafón menor

Si hablamos de novilladas picadas, Jorge Martínez, Marcos Linares y Curro Durán encarnarían el cartel ideal a tenor de los resultados –más o menos discretos- de los seis festejos programados en el abono. Los dos primeros ya son matadores de toros y el tercero, de larga y estrecha carrera, no debe tardar mucho en saltar de escalafón.

Marcos Linares cumplió dos paseíllos. En el primero de ellos, pese a resultar cogido, acabó siendo proclamado ganador del Circuito de Novilladas de Andalucía. Repetiría un mes después reeditando las claves de su triunfo anterior: calidad, capacidad, ambición y sentido de la expresión. Le deben dar sitio como matador, al igual que Jorge Martínez que se pone ahí de verdad y es dueño de una izquierda prodigiosa. Tomó la alternativa en Almería

La renovada y responsabilizada disposición de Curro Durán, en el límite de una etapa profesional que no se podía estirar más había convertido su cita con Sevilla en un ser o no ser, el último espaldarazo o la vuelta a casa. El utrerano cortó una valiosa oreja –el palco negó ridículamente una más- y dejó para el recuerdo la personalidad de su mano izquierda.

Hay que descender otro estrato, al de las novilladas sin picadores, para encontrar la génesis de una pareja de toreros que pueden y deben dar muchas alegrías al aficionado. Javier Zulueta, que acabó ganando el ciclo de nuevos valores del mes de julio, y Mariscal Ruiz, que destacó por su capacidad, forman un atractivo tándem que puede y debe competir en su inminente etapa como novilleros con picadores. ¿Nos esperan alegrías? Pues ojalá...

En la temporada que se fue, la mejor del siglo, también se habló de los criterios erráticos del palco y hasta de la definitiva mudanza del público que ya nada tiene que ver con ese senado que daba carácter a una plaza que muda por completo de piel de una tarde a otra sin dejar de beber compulsivamente los quintales de gintonics que engordan los ingresos atípicos de la empresa. Todo cambia pero todo sigue igual, siguiendo la máxima del Gatopardo. Fue una campaña histórica. Ya queda menos para la próxima.


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