«Todavía tengo cuerda para cuajar un toro a gusto»

Se volvió a vestir de torero para celebrar el 75 aniversario de la ganadería familiar en la plaza de Sevilla. Ahora lo vuelve a hacer para otra efemérides familiar y en otro escenario de campanillas: Eduardo Dávila Miura hará el paseíllo en San Fermín

03 jul 2016 / 22:24 h - Actualizado: 04 jul 2016 / 09:35 h.
"Toros","Entrevista","Eduardo Dávila Miura"
  • El diestro sevillano posa en el entorno de la plaza de la Maestranza. Ha preparado con mimo este reencuentro con la profesión. / Manuel Gómez
    El diestro sevillano posa en el entorno de la plaza de la Maestranza. Ha preparado con mimo este reencuentro con la profesión. / Manuel Gómez

Dávila Miura volvió a sorprender a propios y extraños colgando su nombre en los carteles de la Feria del Toro. No hubo lugar a filtraciones. La presentación del ciclo también fue la del nuevo gesto del diestro sevillano que ha vuelto a escoger un aniversario especial –la corrida número 50 de Miura en Pamplona– para volver a enfundarse el vestido de torear de forma puntual. La cita es el próximo 14 de julio. En la yema de San Fermín.

Ha conseguido sorprender a todo el mundo de nuevo.

–El camino ha sido distinto pero desde que empecé las conversaciones con la Casa de Misericordia estaba decidido a mantenerlo en secreto. Lo había cerrado en el mes de enero y me parecía una vanidad ir pregonando que mataba la de Miura en Pamplona. Faltaba por pasar Sevilla, Madrid... y lanzar esa noticia no era apropiado.

Esto nos lleva a la reaparición de Sevilla. Se preparó con ilusión y salió muy bien.

–Es cierto, salió bien. Fue una tarde importante por todo lo que conllevaba. En el fondo creo que todavía tengo cuerda para cuajar un toro a gusto. Podía haberme plantado después de aquello pero me miré dentro y me convencí. Creo que ahora soy mejor torero que antes y podía afrontar otro reto porque me siento capacitado para ello. Si no, no lo haría.

En Sevilla contó con un aliento previo y con un reconocimiento posterior.

–Lo de Sevilla fue una de las tardes más importantes como torero. Mi carrera está ahí. A lo mejor me hubiera gustado llegar más lejos pero aquel día noté un reconocimiento del público, la prensa, los profesionales, los compañeros... eso me halagó. Egoístamente veo que tengo oportunidades de seguir engrandeciendo mi carrera. Después de Sevilla puedo hacer lo de Pamplona. Es un reto que me estimula.

Son palabras mayores...

–Mucha gente pudo pensar que si las cosas rodaban en Sevilla iba a seguir toreando pero demostré que no. Reconozco que en aquel momento ya estaba mirando de reojo lo de Pamplona e incluso ya había tenido alguna conversación con la Casa de la Misericordia. No tengo intención de hacer temporada y creo que si hay alguna plaza en la que no voy a volver a torear de luces es la de Sevilla después de lo que pasó. Jamás. Sentimentalmente no será igual pero había otros escenarios importantes que podían ser. Uno de ellos era Pamplona.

Si tomamos los anales de la ganadería de Miura a lo mejor encontramos la próxima fecha de Dávila Miura en coincidencia con otro aniversario especial.

–La ganadería de Miura cumple su 175 aniversario en 2017. No descarto hacer algo en coincidencia y lo que está claro es que ahora mismo mi camino como torero está unido a la ganadería. Me llega en un momento de madurez personal y taurina.

Como hace año y medio hay que mencionar la satisfacción que supone retomar la vida de torero.

–Al final te das cuenta de que lo que te gusta de verdad es torear y vivir en torero. El vínculo seguía siendo fuerte pero las cosas se valoran cuando no se tienen y para mí, volver a vivir lo que viví en Sevilla y estoy viviendo antes de Pamplona –la preparación, el campo, el miedo– es lo que me llena. Me sirve como torero y como persona: en mis relaciones con mi familia, mis amigos... me hace sentirme feliz. Si puedo hacerlo... ¿por qué no?

Va a estar anunciado en la misma feria que Pepe Moral, al que apodera.

–Ha sido la primera persona que, junto a mi mujer, sabía que iba a hacer esto. Quería que él lo supiera y habría entendido que dejara el apoderamiento. Pero él lo vio perfectamente compatible y se mostró encantado. Los dos nos hemos ido preparando juntos desde enero. Lo curioso es que voy a Pamplona de apoderado y luego volveré vestido de luces.

Dávila ya sabe lo que es salir a hombros en Pamplona.

–Soy el último torero que le ha cortado dos orejas a un cuarto toro, al de la merienda. Eso fue en 2004, a un toro de Jandilla, y previamente lo había hecho El Viti, 25 años antes. Hasta hoy no lo ha vuelto a hacer nadie.

Esa plaza no se entiende sin el hierro de Miura.

–El vínculo de Pamplona con la ganadería es tremendo. Cuando me senté a hablar con la Casa de la Misericordia y vi el cariño, la categoría, la ilusión con la que trataron el tema me sentí absolutamente realizado.