Una despedida y un regreso felices

El Cid dijo adiós a la afición choquera cuajando de cabo a rabo a un excelente toro de la ganadería de Cuadri, que retornaba al coso de la Merced después de 16 años de ausencia

02 ago 2019 / 09:52 h - Actualizado: 02 ago 2019 / 10:07 h.
"Toros","Ganadería","Espartaco","Rafa Serna"
  • El diestro Manuel Jesús “El Cid” sale a hombros por la puerta grande de la plaza de toros de La Merced, en Huelva, tras cortar dos orejas al segundo de su lote en el festejo inaugural de la Feria Taurina de Colombinas. EFE/Julián Pérez
    El diestro Manuel Jesús “El Cid” sale a hombros por la puerta grande de la plaza de toros de La Merced, en Huelva, tras cortar dos orejas al segundo de su lote en el festejo inaugural de la Feria Taurina de Colombinas. EFE/Julián Pérez

El primer festejo de la feria de Colombinas se saldó con un sonoro y merecido triunfo de El Cid, que fiel a su ‘baraka’, sorteó el mejor ejemplar de la ganadería onubense de Cuadri. Los famosos toros de ‘Comeuñas’ retornaban al coso de la Vega Larga después de tres lustros sin comparecer. Ese retorno se producía, además, el año de la despedida de Fernando Cuadri al frente de la vacada de Trigueros para dar paso a la tercera generación de ganaderos.

La verdad es que Manuel y ese cuarto toro de los Cuadri se acercaron a sus mejores fueros. El diestro de Salteras lo lanceó por precisos y preciosos delantales; lo cuidó en la lidia y lo dejó –para regocijo del personal más torista- muy abierto para un puyazo que tomó con alegría. La verdad es que el toro, marca de la casa, no puso las cosas demasiado fáciles en banderillas pero alcanzó el último tercio anunciando un excelente tranco por el lado izquierdo y una noble embestida por el diestro.

Y El Cid, ojo, se puso a torear en rondas de naturales de creciente calidad, acople e intensidad que nos quitaron unos cuantos años de encima. Hubo muletazos de excelente factura, perfectamente enhebrados a los pases de pecho sin que faltara, bien trufada, una gran serie por el pitón derecho. Una trincherilla abrió la espita de una tímida petición de indulto que fue creciendo en clamor. Imperceptiblemente, el toro hizo un extraño en el embroque de un muletazo anunciando que no había para mucho más. ¿Había que cortar? El Cid siguió toreando, encajado y reunido, cada vez más vertical mientras arreciaba la petición de perdón. Sonó un aviso y, acertadamente, no se dio más coba. El espadazo entró a la primera. Cayeron las orejas y la vuelta al ruedo al animal. El viaje había merecido la pena...

Manuel, fiel a su fama, se había llevado la bola premiada del desigual envío de Fernando Cuadri. Pero tuvo otro toro, el primero, de menor fondo pero aprovechable nobleza e imponente presencia al que toreó con suficiencia y sin terminar de romperse. El bicho, ésa es la verdad, acabó su lidia acobardado y la estocada perpendicular tampoco ayudó a remachar el trasteo. Lo mejor, ya se lo hemos contado, vendría después.

El tercero en liza era el joven diestro sevillano Rafa Serna, que se marchó con un sabor agridulce de su paso por las Colombinas. La verdad es que casi nadie había dado un duro por un toro, el tercero, al que supo consentir hasta extraer su buen fondo en una faena bien planteada, medida, perfectamente estructurada y muy bien dicha al natural que iba camino de una más que merecida oreja. Pero el triunfo se difuminó a la vez que la espada se iba al sótano. El acero, otra vez, iba a convertirse en un feo baldón para culminar su esforzado trasteo al deslucido sexto.

Manuel Escribano tuvo que pechar con el peor lote de una ganadería que no figura, precisamente, entre sus predilectas. El segundo, muy en el tipo de la casa, se lo brindó a Espartaco que conmemoraba su 40 aniversario de alternativa. Fue un bicho incierto y enterado, de andar presto de piernas y reflejos que no le regaló nada. Pero el matador de Gerena, que hizo un esfuerzo y se mostró por encima, aún tendría que enfrentarse al tremebundo quinto, un auténtico buey de carreta de casi 600 kilos que tardeó y topó en su muleta mientras su matador lo ponía todo, llegándolo a someter por el lado izquierdo. El bicho, un auténtico caimán, desentonaba del envío.

FICHA DEL FESTEJO, 1ª DE COLOMBINAS

Ganado: Se lidiaron seis toros de Cuadri, desigualmente presentaos. Resultó noble pero sin mucho fondo el primero; el segundo planteó muchas dificultades; acabó dejándose el tercero; excelente por pronto, bravo y enclasado el cuarto, que recibió la vuelta al ruedo póstuma; dos mulos quinto y sexto.

Matadores: Manuel Jesús ‘El Cid’, de marino y oro, ovación y dos orejas tras aviso

Manuel Escribano, de lirio y oro, silencio y ovación

Rafa Serna, de azul de Prusia y oro, ovación y silencio.

Incidencias: La plaza registró más de dos tercios de entrada en tarde-noche de agradable temperatura.