El viaje de Ronda, con su aire de Ítaca remota, siempre merece el empeño. Los azares del toro habían dejado en mano a mano lo que se había prometido en terna. Pero no era la primera vez que Roca y Aguado estaban anunciados juntos en la Maestranza de piedra. Los jaleos de aforo de 2020 ya habían dado al traste con su demorado duelo en un festejo que, más allá del tiempo y sus protagonistas, sigue perpetuando el aura de Antonio Ordóñez y toda su dinastía. Un ramo de flores reciente y fragante recordaba la memoria del hijo más preclaro del Niño de la Palma en la estatua que inmortaliza su empaque, junto a la puerta grande de la plaza de toros. Su bisnieta Cayetana había oficiado de madrina goyesca. Cuestión de sangre. En 2021 se ha cumplido el 70 aniversario de su alternativa madrileña y el festejo de este sábado, de alguna forma, pretendía subrayar una efemérides algo empañada por la falta de ambiente en unas calles que este año -y ya van dos- no han gozado del bullicio de la feria de Pedro Romero.
Con o sin ese jaleo inconfundible, tenía que salir el toro. El primero de la tarde, marcado con el hierro de la estrella, no acabó de romper por completo en la muleta de Roca Rey, que se empleó en un trasteo esforzado, no siempre lucido, en el que tuvo que bregar con esa falta de entrega. Apuró terrenos y distancias, se marcó un final por manoletinas... pero la espada no cayó pronto. Tampoco bien. Hubo que esperar al tercero para que el paladín peruano encontrará su mejor ser y estar en el primer tercio. Domínguez se llevó al animal de punta a punta de la plaza después de que el animal quedara crudo. Hubo ajuste en el quite y esperanzas en la parroquia, que se llevó el brindis del limeño antes de calentar la cosa por estatuarios. La violencia del toro -le faltaba ese puyazo- no casó con el planteamiento del matador, que estuvo a punto de ser enganchado por la barbilla mientras el trasteo quedaba varado en una mera declaración de intenciones; había más querer que poder. La estocada, eso sí, fue contundente. La cambió por dos orejas más que generosas.
Aún le quedaba el quinto, al que toreó de rodillas en el inicio de una faena que brilló en los medios, dicha a derechas. La tarde, definitivamente, parecía haberse venido arriba después de las espesuras de su primera mitad. Un puñado de naturales, un molinete y el de pecho acabaron por encender el entusiasmo a pesar de cierto amontonamiento de muletazos que bajaron el ritmo de la labor del peruanoo, que tiró de artillería -léase bernardinas- para cerrar el asunto y despejar cualquier duda. La espada entró pronto, no necesariamente bien. Acababa de sumar dos orejas más.
El segundo de la tarde, más colorao que castaño, se tragó dos o tres lapas de Aguado. En la media de rodillas ya estaba defendiéndose. La suerte de varas, derribo incluido, fue un auténtico galimatías que se resolvió a trancas y barrancas. Pablo brindó a Cayetano, que tuvo que ver la corrida desde un tendido a pesar de estar anunciado en el cartel. Las costillas no le han dado tregua pero no faltó a esa cita con los suyod. El bicho no fue apto para casi nada: falto de son, sal y alma, pasó como una sombra en la muleta del diestro sevillano, que solventó la papeleta sin perder la compostura y lo mató más pronto que bien. No había mucho más que hacer.
El cuarto parecía no estar dispuesto a unirse a una fiesta que no acababa de romper por ningún lado. La cosa parecía haber quedado estancada, por más que Iván García enseñara los tirantes con los palos. Pero la decoración iba a cambiar, como un bálsamo, en la templada faena de Aguado: variado en el inicio; inspirado en el toreo fundamental; imaginativo en los remates y rodeando toda su labor de ese aura de torero distinto y natural. Aquello era otra cosa, que hizo olvidar el escaso fuelle del 'jandilla'. Hubo un pinchazo antes de agarrar la estocada definitiva. La oreja tenía otro peso.
Dispuesto a amarrar la cosa, recibió con una larga de rodillas al sexto. Roca ganaba a los puntos y Pablo superaba en sabor. Pero había que hacer caja. El largo toque de clarín recordó que habría que esperar un año largo para volver a la Maestranza de piedra... Y Pablo se puso a torear. Hubo mimo en los ayudados iniciales y compostura natural en el toreo fundamental. Sonaba 'La Concha Flamenca' y la Goyesca 2021 vivía sus últimos compases mientras el sol se ponía más allá del Tajo del Guadalevín en uno de esos instantes mágicos que sólo se pueden vivir en una plaza de toros. Aguado seguía pegando naturales y redondos de terciopelo mientras la luz huía y la espada quedaba enterrada en el morrillo. Seguramente no fue nada perfecto. Pero qué bonito, señores....
FICHA DE LA LXIV CORRIDA GOYESCA
Ganado: se lidiaron seis toros de Jandilla, correctamente presentados. El primero estuvo faltó de entrega; vacío el segundo; áspero y violento el tercero; manejable el cuarto; potables quinto y sexto.
Matadores: Roca Rey, de yedra y pasamanería dorada: ovación tras aviso, dos orejas y dos orejas
Pablo Aguado, de pizarra con pasamanería blanca: palmas, oreja y dos orejas
Incidencias: la plaza casi se llenó dentro del 60% permitido por la normativa autonómica. Actuó como sobresaliente El Duende. Dentro de las cuadrillas brilló Iván García.
Los tres rejoneadores salieron a hombros en unión del mayoral de Fermín Bohórquez .
MATINAL DE REJONES
La fiesta se había abierto, muy de mañana, con la tradicional corrida rondeña de rejones que cambiaba de día y de horario. Los tres jinetes salieron a hombros pero fue Leonardo Hernández, muy por encima decsus compañeros, el que cuajó la actuación más sólida. El jinete extremeño templó de salida al primero de la tarde montando a Giraldillo, al que puso un solo rejón de castigo. En banderillas se lució con Calimocho en dos banderillas yendo de frente y adornándose con galopadas de costado. Con el toro más parado, sacó a Sol, con el que pisó un terreno de cercanía, clavando dos banderillas y un buen par a dos manos. Cerró la faena con espectaculares cortas al violín con Xarope. Pinchó y perdió el triunfo.
Buen son de salida tuvo el cuarto, al que Leonardo templó bien con Elmo, clavando un rejón de castigo. El toro mantuvo su buena condición en banderillas y Leonardo cuajó un buen tercio con Enamorado, con galopadas de costado y clavando de frente. Lo mismo hizo con Eco, con el que se adornó con piruetas, y con Enamorado, con el que puso cortas al violín. Esta vez sí acertó con el rejón de muerte y cortó dos orejas.
Andrés Romero esperó a su primero a portagayola con Máximo y puso dos rejones de castigo. En banderillas conectó rápido con el público minando a Kabul, con el que hizo la suerte con mucha verdad en las cuatro banderillas que clavó. Siguió subiendo de tono con Guajiro, adornándose con espectaculares levadas andando. Puso cortas con Chamán, mató de rejón sin puntilla y cortó la primera oreja de la tarde.
En el segundo de su lote, Andrés Romero se adornó con el marsellé en el recibo y después brilló en banderillas con Caimán, con el que puso dos palos. Subió el tono con Guajiro por el ajuste en las batidas y la espectacularidad en las piruetas de adorno. Concluyó con cortas sobre Chamán y mató de rejonazo, asegurándose las dos orejas. En la vuelta al ruedo invitó al ganadero Fermín Bohórquez por el buen juego de este toro y la corrida en general.
Les Vicens recibió al tercero con Bach dejando un solo rejón de castigo y el cuerpo de la faena lo construyó con Bético, con el que puso tres banderillas. Sorprendió con un espectacular quiebro sobre Diamante y remató su labor con rosas montando a Deseado, ya con el toro más aquerenciando en tablas. Dejó un pinchazo hondo y tuvo que descabellar, lo que la apartó del premio.
Lea cerró plaza con una faena muy seria en la que brilló especialmente montando a Diluvio, un caballo negro con gran expresividad y temple. Volvió a sacar a Bético en este toro para subir el tono con la calidad de este animal y mató con Espontáneo al primer intento. El toro tardó en caer, pero esto no impidió que Lea se sumara al triunfo cortando dos orejas.
FICHA DE LA CORRIDA MATINAL DE REJONES
39 Corrida Rondeña de Rejones. Plaza de Toros de Ronda.
Ganado: Se lidiaron toros de Fermín Bohórquez, bien presentados y de buen juego.
Rejoneadores: Leonardo Hernández, ovación y dos orejas.
Andrés Romero, oreja y dos orejas.
Lea Vicens, ovación y dos orejas.
Incidencias: Menos de media plaza del aforo permitido.