Hoy hace 40 años y parece que fue antes de ayer. Manuel Benítez ‘El Cordobés’, que había reaparecido sólo una semana antes en Benidorm, fue el encargado de ceder espada y muleta a un jovencísimo novillero que tenía revolucionado el cotarro. Se llamaba Juan Antonio Ruiz Román y se anunciaba como Espartaco. El apodo lo había heredado de su padre, un matador sin suerte que había sido bautizado así por El Pipo, taurino genial y célebre descubridor del propio Benítez, que se sacó el nombre artístico asemejando el eco de la famosa película protagonizada por Kirk Douglas a la localidad natal de la saga en el Aljarafe sevillano.

La alternativa se resolvió de manera triunfal aunque Manuel Benítez, el padrino, no se libró de una fuerte bronca. Manolo Cortés, que oficiaba de testigo, se llevó un trofeo. El neófito –que vestía de blanco y oro- cortó cuatro orejas, le pidieron el rabo en el toro de la alternativa y salió a hombros de aquella efímera Monumental onubense que había sido inaugurada en 1968 pero ya tenía los días contados en 1979. La feria aún se celebraría en aquel coso del Recinto Colombino en 1980 y 1981 pero, amenazado por la aluminosis, fue clausurado al año siguiente. Los festejos se llevaron a una plaza portátil hasta el rescate del viejo coso de la Merced en 1984.

Espartaco se había convertido en matador de toros aquel primero de agosto de 1979 en plena feria de Colombinas. Pero aquellos no fueron los planes iniciales... La carrera novilleril del jovencísimo torero estaba siendo gestionada por la poderosa casa empresarial de los hermanos Lozano que diseñaron su fulgurante salto al estrellato en el escalafón menor haciendo pareja con el sanluqueño Manuel Rodríguez ‘El Mangui’, futura figura de los banderilleros.

Pero la primera idea de los Lozano había sido darle la alternativa un año antes -1978- en la feria de Valladolid. El proyecto era paralelo a los vientos de reaparición que venían rondando a Antonio Ordóñez, que se había vestido de luces por última vez en el añorado coso del Chofre de San Sebastián en 1971. Desde ese momento, había convertido su comparecencia anual en la Goyesca de Ronda en un centro de peregrinación de los fieles de la religión ‘ordoñista’. Pero en ese 1978 algo bullía en la cabeza del maestro mientras sonaban los tambores de reaparición de un ciclón dormido que se llamaba Manuel Benítez ‘El Cordobés’...

Ordóñez se dejó rondar por los hermanos Lozano, que querían sumar el carácter de acontecimiento de su vuelta a la alternativa de Espartaco, ese diamante en bruto que tenían entre manos. Y el diario ABC, en su edición del 24 de junio de, llegó a anunciar a bombo y platillo que la vuelta del coloso de Ronda era un hecho. ¿Fue una maniobra de los astutos taurinos de la Sagra para precipitar los acontecimientos? Puede ser... El periódico daba pelos y señales: Antonio Ordóñez daría la alternativa el 17 de septiembre de aquel 1978 a Espartaco y El Mangui en la plaza de Valladolid y con una corrida de don Carlos Núñez. Pero había más: el maestro tenía previsto actuar en la víspera, mano a mano con Paco Camino, en ‘su’ Goyesca de Ronda.

¿Había autorizado Ordóñez a los Lozano a filtrar aquellas noticias? Lo cierto y verdad es que el veterano maestro seguía deshojando la margarita y sólo una semana después del anuncio de su reaparición empleó la misma tribuna, la de ABC, para negar la mayor. Fue el 1 de julio. El torero afirmaba desconocer cualquier idea en torno a esa vuelta y la presunta alternativa de Espartaco y El Mangui que habían proclamado los Lozano.

Sólo tenía previsto participar en la Goyesca, en ese vis a vis con Camino. Una nota de la redacción inserta en la misma información de ABC afirmaba que el propio Ordóñez había ofrecido a la pareja de novilleros que se doctoraran en la Goyesca un año después, en la edición de 1979. En la misma página se recogían las explicaciones de Eduardo Lozano que aseguraba haber contado con el placet del rondeño a la hora de tirarse a la piscina. “¿Se ha echado atrás Antonio Ordóñez? ¿Lo ha pensado mejor? Pronto lo sabremos. El caso es que está noche habrá una cena en El Puerto de Santa María, donde quedarán aclaradas muchas cosas...” refería ABC.

No sabemos que daría de sí esa enigmática cena pero no hubo alternativa ni reaparición oficial en Valladolid en 1978. Ordóñez, que sí había dado oficialidad a su presencia habitual en la corrida Goyesca, tampoco se vestiría de majo aquel año... Las cosas empezaban a torcerse. Un teletipo de EFE fechado en Ronda el 10 de agosto de aquel año se hacía eco del malestar de ciertos partidos de izquierda en torno a la fecha del tradicional festejo. Ordóñez había retrasado su celebración sobre las fechas tradicionales hasta hacerla coincidir con el día que se conmemoraba la entrada de las tropas nacionales en la localidad malagueña.

El propio torero ya había advertido que el retraso de la corrida se debía a que necesitaba un mes de preparación después de la conclusión de la feria de Málaga, de la que era empresario. ¿Qué pasó después? El ansiado mano a mano de Antonio Ordóñez y Paco Camino no llegaría a celebrarse. El maestro, en su lugar, programó un cartel de circunstancias y tono menor con Manolo Cortés, José Antonio Campuzano y Raúl Aranda, anunciados para estoquear un encierro de Ruchena. Cortés, finalmente, fue sustituido a la carrera por Macandro, que acabó siendo el triunfador de aquella Goyesca para salir del paso.

Pero el maestro de Ronda seguía madurando la idea de volver a los ruedos y su reaparición, finalmente, se fijó el 15 de julio de 1979 para la añorada ‘Corrida del Arte’ que se celebraba en Jerez de la Frontera. Los planes seguían pasando por dar la alternativa a Espartaco aunque la estrella declinante de El Mangui le había apeado del proyecto. El cartel se completaba con la presencia de Rafael de Paula como testigo de la ceremonia y los toros de Carlos Núñez. Lo cierto y verdad es que hubo marejada en los corrales jerezanos aquella mañana de verano aunque la suspensión de la corrida pasó a la historia justificada por el fuerte viento de Levante que ese día soplaba en la ciudad gaditana. La vuelta de maestro de Ronda volvía a quedar aplazada y Espartaco, una vez más, sin alternativa. Ordóñez, definitivamente, no sería su padrino.

Allí mismo se recompusieron los platos rotos. El Cordobés, que iba a reaparecer el día 22 de julio en Benidorm para estoquear seis ‘núñez’ en solitario, se convertiría en el definitivo padrino de Espartaco en la plaza de Huelva, el primero de agosto y en la feria de Colombinas. Y Ordóñez, por cierto, volvió a renunciar a estar en Ronda...

El maestro volvería a torear la Goyesca de 1980. Lo hizo en un recordado mano a mano con su yerno Paquirri que dejó para la historia esa imagen de ambos toreros dando la vuelta al ruedo en la Maestranza de piedra, llevando de la mano a Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez. Entonces no sabía que iba a ser la última pero, eso sí, la decisión de volver a enfundarse el traje de luces era firme y volvería a espolearse con la vuelta –a la postre triunfal- de otros toreros de su generación como Antoñete y Manolo Vázquez.

Antonio, que había firmado una exclusiva con Pedro Balañá, quería hacer una corta temporada de tanteo antes de volver a pisar los principales ruedos del firmamento taurino en 1982. Venía a por todas y el acontecimiento, una vez más, volvía a tener fecha: Málaga, 9 de agosto de 1981. Para ponerse a punto, el maestro se sometió a unas intensas sesiones de entrenamiento en su cuartel general de la plaza de Estepona. Y fue allí, en el coqueto ruedo de la Costa del Sol, donde Antonio sufrió el percance que acabaría sentenciando su carrera. El veterano diestro fue cogido y pisoteado por un toro que le lesionó irreversiblemente, dejándole cojo para los restos. Ordóñez volvió a probarse a puerta cerrada pero comprobó que la pierna no respondía. Se suspendió su presencia en Málaga pero, a pesar de todo, fijó su ansiada reaparición para el 16 de agosto en Palma de Mallorca. Las cosas no salieron. No podían salir. El gran maestro de Ronda aún hizo un nuevo esfuerzo para hacer el paseíllo en Ciudad Real pero a pesar de su empeño su carrera había concluido.

El maestro ya no pudo acudir a la Goyesca de aquel año. Algunos meses antes se había llegado a especular que actuaría mano a mano con Diego Puerta (ABC de Madrid, 2 de julio de 1981) pero el cartel había quedado fijado -con Ordóñez a la cabeza- con Manolo Vázquez y José María Manzanares. Antonio se hizo sustituir por El Cordobés, que cumplió la única goyesca de su vida. Nunca había coincidido con él, vestido de luces, en una plaza de toros.

Casi cuatro años después, en plena Feria de Abril, Espartaco estaba a punto de quemar sus últimos cartuchos. El joven diestro de Espartinas compartía cartel con Emilio Muñoz y Tomás Campuzano. Ya habían pasado casi seis años de su lujosa alternativa choquera pero su nombre no terminaba de despegar. El torero maduraba la idea de hacerse banderillero. Pero era su día y su hora. Vestido de gris perla y oro, tuvo que esperar al sexto toro de Manolo González en aquel Jueves de Farolillos. Se llamaba ‘Facultades’ y le acabaría cambiando la vida. Comenzaba un nuevo tiempo en el toreo bajo la ley de Espartaco.