Ventura volvió a marcar diferencias

El jinete de La Puebla cortó un rabo del quinto de la tarde y salió a hombros en la clausura de la Feria de Osuna junto a Leonardo Hernández, que se llevó dos orejas

16 may 2016 / 09:25 h - Actualizado: 16 may 2016 / 10:07 h.
"Diego Ventura"
  • El rejoneador cigarrero mostró el esplendor de su cuadra. / @infoDVentura
    El rejoneador cigarrero mostró el esplendor de su cuadra. / @infoDVentura Plaza de las Canteras

{El festejo gozaba de varios argumentos previos. El primero pasaba por reunir en el mismo cartel a la máxima figura de la especialidad con el aspirante más serio a sucederle. La abdicación de Hermoso de Mendoza ha convertido a Diego Ventura en el rey indiscutible del toreo ecuestre aunque también ha supuesto, de paso, la eliminación de una más que probable edad de oro que ha pasado sin empezar. Y como dijo El Guerra hace más de un siglo: después de mí, nadie; después de nadie, Leonardo.

Pero ese no era el único hilván de la cita. La elección de una corrida de Cebada Gago también suponía un ensayo general de los planes que anda pergeñando el maestro de La Puebla del Río para dar una nueva vuelta de tuerca al arte de la jineta. Se trata de escoger otro tipo de encastes; descubrir nuevos registros en la lidia a caballo; trazar nuevos retos...

Con esos mimbres comenzó a trenzarse el cesto para poner broche a la tradicional Feria de Mayo de Osuna. A partir de hoy será el momento de hacer números, balances, fallar premios y, sobre todo, pensar en el futuro inmediato de una plaza histórica que sigue contando en el calendario taurino. El esfuerzo de la empresa Tauroemoción –debutante en Las Canteras– parece haber tenido rédito a pesar de la premura del tiempo. Cuentan con tres años más para cocinar nuevos platos de gusto para otros paladares distintos y atraer a los nómadas errantes del toreo.

Pero, una vez más, tenía que salir el toro para poner dar el definitivo desenlace y aunque el festejo parecía no respondió a las enormes expectativas levantadas la aplastante primacía profesional de Ventura acabó marcando diferencias. Había que darle tiempo al tiempo. Como en un banco de pruebas, había desplegado su cuadra para recibir al primero. Citó de frente con Lambrusco; se lució en banderillas montando a Fino, pasando por dentro y estrechando las distancias pero a pesar de sus esfuerzos, los dos pinchazos que precedieron al hierro definitivo silenciaron su labor.

Tampoco iba a lograr puntuar con el tercero, al que paró a lomos de Maletilla dejando un único rejón de castigo. Las banderillas llegaron con Añejo y Duelo, antes de un carrusel de cortas y rosas a lomos de Remate pero el rejón de muerte volvió a encasquillarse.

Pero había que volver a poner toda la artillería a punto a la salida del quinto de la tarde, al que paró a lomos de Bronce. La cosa fue subiendo en intensidad en el tercio de banderillas, escenificado a las riendas de Nazarí. Hubo cuatro palos de alta nota y un quinto de propina que acabó de desatar el entusiasmo. Ventura llegó a clavar a dos manos sumando tres rosas a un ritmo trepidante, con la plaza convertida en clamor, que rubricó con un contundente rejonazo. Los máximos trofeos eran un hecho.

La actuación de Leonardo Hernández, que cortó oreja al segundo y al sexto, estuvo marcada por su sobria y elegante monta. El jinete extremeño supo dar la réplica por momentos a Ventura, enseñando su excelente escuela. El final del festejo, que había tenido un comienzo tibio, terminó caliente. Todos contentos.

El festejo gozaba de varios argumentos previos. El primero pasaba por reunir en el mismo cartel a la máxima figura de la especialidad con el aspirante más serio a sucederle. La abdicación de Hermoso de Mendoza ha convertido a Diego Ventura en el rey indiscutible del toreo ecuestre aunque también ha supuesto, de paso, la eliminación de una más que probable edad de oro que ha pasado sin empezar. Y como dijo El Guerra hace más de un siglo: después de mí, nadie; después de nadie, Leonardo.

Pero ese no era el único hilván de la cita. La elección de una corrida de Cebada Gago también suponía un ensayo general de los planes que anda pergeñando el maestro de La Puebla del Río para dar una nueva vuelta de tuerca al arte de la jineta. Se trata de escoger otro tipo de encastes; descubrir nuevos registros en la lidia a caballo; trazar nuevos retos...

Con esos mimbres comenzó a trenzarse el cesto para poner broche a la tradicional Feria de Mayo de Osuna. A partir de hoy será el momento de hacer números, balances, fallar premios y, sobre todo, pensar en el futuro inmediato de una plaza histórica que sigue contando en el calendario taurino. El esfuerzo de la empresa Tauroemoción debutante en Las Canteras– parece haber tenido rédito a pesar de la premura del tiempo. Cuentan con tres años más para cocinar nuevos platos de gusto para otros paladares distintos y atraer a los nómadas errantes del toreo.

Pero, una vez más, tenía que salir el toro para poner dar el definitivo desenlace y aunque el festejo parecía no respondió a las enormes expectativas levantadas la aplastante primacía profesional de Ventura acabó marcando diferencias. Había que darle tiempo al tiempo. Como en un banco de pruebas, había desplegado su cuadra para recibir al primero. Citó de frente con Lambrusco; se lució en banderillas montando a Fino, pasando por dentro y estrechando las distancias pero a pesar de sus esfuerzos, los dos pinchazos que precedieron al hierro definitivo silenciaron su labor.

Tampoco iba a lograr puntuar con el tercero, al que paró a lomos de Maletilla dejando un único rejón de castigo. Las banderillas llegaron con Añejo y Duelo, antes de un carrusel de cortas y rosas a lomos de Remate pero el rejón de muerte volvió a encasquillarse.

Pero había que volver a poner toda la artillería a punto a la salida del quinto de la tarde, al que paró a lomos de Bronce. La cosa fue subiendo en intensidad en el tercio de banderillas, escenificado a las riendas de Nazarí. Hubo cuatro palos de alta nota y un quinto de propina que acabó de desatar el entusiasmo. Ventura llegó a clavar a dos manos sumando tres rosas a un ritmo trepidante, con la plaza convertida en clamor, que rubricó con un contundente rejonazo. Los máximos trofeos eran un hecho.

La actuación de Leonardo Hernández, que cortó oreja al segundo y al sexto, estuvo marcada por su sobria y elegante monta. El jinete extremeño supo dar la réplica por momentos a Ventura, enseñando su excelente escuela. El final del festejo, que había tenido un comienzo tibio, terminó caliente. Todos contentos