- El torero y el criador desvelaron detalles técnicos que embelesaron al público. Foto: Toromedia
El hilo de la cita –el ‘Mano a Mano’ hacía el número 68- no podía ser más nítido y obedecía a esa simbiosis infalible –tal y como rezaba la convocatoria del acto- que vincula al gran diestro de Gerena y al prestigioso criador de Galapagar. La cita había despertado un interés indudable, rubricado por el llenazo del salón de actos de la Fundación Cajasol que acogía este acto moderado por el periodista José Enrique Moreno que recordó una reciente promesa, la de dedicar esta última edición de los ‘Mano a Mano’ a un acontecimiento de la Feria de Abril.
Conviene rebobinar para poner el asunto en situación: en la Feria de Abril de 2016, Escribano escribió una de las páginas más importantes de su carrera al indultar al célebre ‘Cobradiezmos’, un boyante ejemplar de Victorino Martín que volvió al campo cacereño reconvertido en semental estrella de la vacada. Siete años después, en la última Feria, se iba a jugar un quinto llamado ‘Patatero’ que era hijo de ‘Cobradiezmos’. El destino, la suerte o la mera casualidad quiso que entrara en el lote de Escribano que le cortó dos orejas rotundas –a la altura de la codiciosa embestida del animal- firmando uno de los mejores trasteos del ciclo primaveral que sumó a otra rotunda faena a un gran toro de Miura.
Con esos hilos, el tejido ya estaba hecho. Escribano ha basado el grueso de su carrera en este tipo de hierros convirtiéndose en un auténtico especialista en las peculiaridades de este encaste, el de Saltillo, reinventado por la familia Martín con el viejo hierro de Albaserrada. Moreno habló de un evento “excepcional”, recordando aquella tarde del 22 de abril en la que Escribano compartió cartel con El Cid y Emilio de Justo, que también brillaron a un buen nivel. Torero y ganadero eran repetidores en el escenario de la antigua Audiencia. “Fue muy intenso y ni siquiera me di cuenta del tiempo que había pasado”, evocó el matador mencionando la “presión altísima” que supone enfrentarse al hierro de Victorino en el coso maestrante. Pero Escribano partía de su propia experiencia y después de sortear las dificultades del primero de su lote confesó “haber gozado” con la embestida de ese ‘Patatero’.

Manuel Escribano abarcando la embestida de ‘Patatero’ el pasado 22 de abril. Foto: Arjona-Pagés
Pareja de hecho
“Es muy difícil separarnos, somos casi pareja de hecho”, bromeó Victorino recordando el indulto de ‘Cobradiezmos’. “Es uno de los toreros más completo, más capaz que tenemos; tiene una dimensión de torero largo que es capaz de lidiar al complicado y torear al bueno”, sentenció el ganadero que también subrayó las dificultades del primero. “Ese día pusieron a tres toreros que conocen muy bien a nuestros toros” añadió el prestigioso criador. Tocaba analizar las cualidades de la embestida de ‘Patatero’ y hasta las circunstancias personales y taurinas en las que se forjó ese encuentro entre toro y torero.
“Es muy difícil comer despacio cuando tienes ganas de comer”, señaló Escribano parafraseando a Curro Romero para referir las sucesivas ausencias de las distintas ferias del comienzo de la temporada y hasta las dificultades de su encaje en Sevilla. Optaron por torear la de Victorino y la de Miura. “Había que tirar para alante con una presión tremenda; la primera era en Sevilla después de torear dos festivales y vi que ese segundo embestía a dos por hora; tienes que tener un temple y un corazón inmenso para torearlo, cuidar los toques, aguantarlo mucho... aquello fue cogiendo ritmo y empezó a embestir; tenía a Sevilla encima pero tenía mucha fe y sabía que había que echar la muleta abajo...”
Toreros especialistas
“Hay fotos de ‘Cobradiezmos’ y ‘Patatero’ embistiendo y no sabes cuál es”, apostilló Victorino alabando sus cualidades como semental de la ganadería. Hay figuras, apuntadas a matar la ganadería en esta temporada, que preguntan por otros hijos de ‘Cobradiezmos’. La clave, coincidieron torero y ganadero, era aguantar esa embestida al ralentí... “Siempre es bonito que las figuras se apunten a la ganadería”, reconoció Victorino que, a pesar de todo, se decantó por esos toreros especialistas como el propio Escribano o sus compañeros del 22 de abril. “Cuanto más encastada es una ganadería o un animal más sensible es, mejor aprende las cosas buenas y las malas y el toro nota como te comportas, como te sientes, estoy convencido que huelen el miedo y es importante tener confianza a la hora de enfrentarse a ellos”, reflexionó el criador recordando el caso de un matador, apuntado a la corrida, a la que no le salieron bien las cosas. “Estaba en su cuarto con una botella de champán y decía que llevaba un mes sin comer ni dormir y que no le había dado un infarto así que había que celebrarlo”, bromeó.
“Hay toreros que llegan al patio de cuadrillas ya desfondados; lo importante es conocer la ganadería, tenerle fe”, apuntó Victorino. El torero completó esa reflexión señalando que se trata de un toro “que siempre te mide”. “Si no le abres los caminos, si no te muestras firme y le abres hueco acaban diciendo éste es mío” explicó el torero señalando algunas claves técnicas, vedadas para el neófito, como la cualidad –a veces defecto- de embestir siempre por dentro. “Hay que intentar torear con la muleta planchada, lento, sin toques que lo desplacen, sin tirones, amoldado a su velocidad...”
Había sido una intensa y magistral lección –tal y como apuntó el moderador- de cómo torear un toro de Victorino. “Ése es el valor, ahí reside el valor de verdad”, sentenció el matador de Gerena. “Tienes que dejarle la muleta muerta, que el toro escoja...” Victorino, que acostumbra a torear sus propias vacas, rubricó las palabras de Manuel. “Se trata de aguantar, tenerle fe, apostar...” La proyección de unas imágenes de aquella tarde gloriosa sirvió para materializar esas puntualizaciones técnicas. Pero la tarde escondía otras claves íntimas como la elección de un traje bordado en azabache, tal y como vestía el día que indultó a ‘Cobradiezmos’.
Pero había más temas que tratar, como las propias peculiaridades de la carrera de Manuel Escribano, “jugada partido a partido” tal y como apostilló José Enrique Moreno. “Soy de día a día pero a veces te encuentras con cosas que no entiendes; yo podía estar puesto en Alicante o Valladolid matando la de Victorino con las figuras o puesto con ellos con otra corrida para medirme a mí mismo” comentó el torero con cierta rabia. “Te toca un poco los costados y no tienes lo que crees que debes que tener” remachó Manuel.
La referencia al presidente José Luque Teruel, presente en el acto, era obligada. Sacó el pañuelo para las dos orejas de Escribano; también para conceder el rabo de Morante y el indulto de ‘Cobradiezmos’. “Es importante que en el palco haya gente con afición y no tenga complejos”, añadió Escribano. “Hay que ser atrevido para dar esos pasos y tener confianza en lo que uno está haciendo, tener un criterio comparativo y saber que lo que está pasando en la plaza es excepcional”, remachó el ganadero valorando la labor del presidente, que recibió una ovación de los presentes.
Escribano confesó que aún se proyecta a faena de ‘Cobradiezmos’. “Era un toro que podía poner a prueba mi carrera”, señaló el diestro de Gerena hablando de una “presión bárbara”. “O le arrastraba la muleta o aquello no habría tenido sentido ninguno y no lo habría indultado o mi carrera habría acabado”. Victorino Martín confirmó que esa tarde, de alguna forma, también había sido un ser o no ser, un auténtico punto de inflexión en la carrera de Escribano. Pero el ganadero también habló de la herencia taurina recibida, de la memoria de su padre. “No lp echo de menos porque lo he vivido todo con él; no era fácil estar a su lado pero supe entenderlo y si en la vida hay que aguantar a alguien qué mejor que tu padre...” Aún hubo tiempo para proyectar la faena de ‘Cobradiezmos’, ahí había empezado todo, “esa pareja de hecho”, volvió a bromear Victorino.