Cuando las alas del pensamiento se elevan hacia lo más alto a veces la estela se retuerce, se complica en tirabuzones conceptuales que alejan las nociones y desatan los lazos que nos unen al conocimiento. La filosofía es precisamente uno de esos terrenos en los que la abstracción puede conllevar que muchos se apeen de sus vehículos conceptuales, abrumados por la complejidad de sus categorías y divagaciones. Javier Gomá es doctor en Filosofía y autor de numerosos artículos y libros. En 2004 fue galardonado con el Premio Nacional de Ensayo por Imitación y experiencia. Un engrosado currículum que ha tenido como última parada una nueva publicación de índole filosófica. El pasado mes de marzo saltaba a las librerías Filosofía mundana (Galaxia Gutenberg), una recopilación de microensayos escritos para suplementos culturales en periódicos, además de una serie de textos inéditos que se lanzan en esta publicación a la piscina de la filosofía.

Filosofía mundana parte de la base de que todas las personas son filósofas, en tanto que poseen y han configurado su propia concepción de la vida. Esta visión se complementa con la ocupación de un grupo de filósofos que se encargan de escribir libros sobre la materia, algo que, por su persuasión y su hondura intelectual, permite reforzar y mejorar ese primer conocimiento filosófico. Es por ello por lo que la filosofía hoy nace con una función meridianamente clara: hacerse mundana. Esta mundanidad no podría explicarse sin una triple acepción: en primer lugar, mundana en el sentido de hablar del mundo. Como señala Javier Gomá, «uno va a la librería a mirar las novedades en la sección de Filosofía y la inmensa mayoría de los libros hablan de historia de la filosofía, indagan lo que otros han pasado del mundo pero no piensan directamente el mundo»; en segundo lugar, mundana en el sentido de reclamar el cuadro entero, no aspectos parciales de este. «Alguien tiene que ser responsable del todo y esa es la Filosofía. Reclamo que no se convierta en una disciplina especializada, sino que pretenda ofrecer la imagen del cuadro entero», apunta Gomá. Por último, la mundanidad de la que habla el autor hace alusión al estilo, que sea entretenido, ameno, seductor y convincente.

Las diferencias entre la filosofía más académica y la más mundana son abismales y, sin embargo, están lejos de ser antagónicas. Una y otra se necesitan, como la luz y la oscuridad se necesitan para conformar su propia identidad, a base de contrastes. Paradójicamente, durante mucho tiempo la creatividad filosófica estuvo precisamente ligada a la Universidad, esa filosofía académica, al contrario que hoy, era la más creativa. «Aunque ya no sea así, la filosofía académica sigue aportando algo muy importante: los elementos necesarios para hacer verdadera filosofía, porque es muy importante que quien haga filosofía conozca la historia de esta». Además, la Academia ejerce una función muy importante de carácter preparatorio: ediciones, traducciones, monografías, etc.

Para Javier Gomá la diferencia fundamental está en el prisma de los tiempos que vivimos: «La filosofía, allá donde se haga, que también se hace a veces en la Academia, es sobre todo una apropiación del presente o del pensamiento. Esto significa pensar el presente con osadía, con originalidad y apropiarte de él como haría un poeta o novelista respecto a su propia experiencia».

El autor de Filosofía mundana defiende valores muy útiles para gestionar la propia vida, para ayudarnos a enfrentar el mundo con optimismo y valentía. Javier Gomá reivindica así el placer de ser contemporáneo, mientras se declara sin ambages «hijo gozoso de su tiempo». Critica que exista una generalizada «nostalgia del pasado», y que opere una «tendencia aristocratizante», que según Gomá no es exclusiva de la derecha, «sino también y muchas veces principalmente de la izquierda, que ve con incomodidad el presente tachándolo de vulgar, de degeneración respecto a unos modelos de humanismo antiguo, más jerárquico y autoritario». Ser hijos gozosos de nuestro tiempo es dejar de lado la amargura, el escepticismo y el hastío vital tan característicos de la postmodernidad y conducir la existencia con placer. «La filosofía que yo practico pretende por el contrario darme a mí mismo y a los demás razones para vivir el presente con entusiasmo y con gozo», defiende Gomá.

La mundanidad en la filosofía es esencial para cumplir otra de sus finalidades esenciales, la de moldear las conciencias a largo plazo. La de penetrar en la mente y articular nuestros modos de razonamiento, nuestra forma de encarar los diversos avatares de la vida. No persigue un fin urgente ni espectacular, sino que actúa a nivel de construcción de pensamiento y de creación de significados. Como señala Javier Gomá, «la filosofía es esa disciplina que nos ayuda a pensar sobre el todo y que acaba moldeando las conciencias de los ciudadanos a largo o larguísimo plazo. Sólo decir que nosotros hablamos ahora mismo con palabras y con significados de palabras que son fundadas o creadas por pensadores y escritores del pasado. La labor de la filosofía es crear hoy palabras y significados que tomen prestadas las generaciones futuras».

La recopilación de microensayos recogida en Filosofía mundana sorprende asimismo no sólo por su enfoque, poco usual y novedoso, sino también por la manera de exponer sus distintas tesis mediante la primera persona. Se trata de un tono confidencial que, según el autor, es una técnica literaria, un pretexto para explicar de forma tangible elementos de gran abstracción. Javier Gomá adereza sus textos con el relato de diversas anécdotas personales que nacen con el objeto de mejorar la comprensión de las ideas plasmadas, aunque en ningún caso se trata de «un libro confesional en el que cuento aspectos de mi vida personal, sino que pretendo que se haga evidente para el lector que estas teorías no son solamente un juego de palabras o de conceptos, sino que nos ayudan a contemplar la realidad con otros ojos». Filosofía mundana presenta una concepción de pensamiento con los pies bien pegados al suelo, sin alas que levanten el vuelo y se desvíen por piruetas intelectuales.

La mundanidad que plantea Filosofía mundana la acerca a nuestras mentes, a nuestros intereses, un acto que contrasta con el arrinconamiento al que se la somete desde las altas instancias del poder. Pretender optativizar la materia en los centros educativos es, de alguna forma, empujarla hacia tierra de nadie, conducirla al olvido. Los medios de comunicación tienen asimismo una inmensa tarea por delante a la hora de acercar a la ciudadanía una pieza tan importantísima para el desarrollo del pensamiento y la mente crítica. «A la Filosofía académica, de Historia de la Filosofía no le prestan mucha atención pero yo creo que con motivo, porque es una filosofía que tiene que ver con la Historia de la Filosofía o con las técnicas, con sus instituciones auxiliares. Si ha salido una nueva monografía el autor tiene que comprender que en ese sentido no es muy distinto a un ingeniero que escribe un libro sobre los materiales para fabricar puentes, que por su propia naturaleza tienen un interés muy reducido», apunta Javier Gomá en referencia al tratamiento filosófico por parte de los medios.

Sin embargo, la respuesta es diferente cuando se escribe desde la mundanidad, contando con el público y tratando de integrarle en la composición de los textos. «Cuando los escritos de filosofía cumplen estos requisitos la demanda social y de los medios es muy grande. Más aún, mi experiencia percibe una gran sed de filosofía por parte de la ciudadanía y los medios se prestan a comunicarlo y difundirlo». Con el pesimismo esperando tras cada esquina, con la constante mirada hacia atrás anhelando tiempos que ya pasaron, hacer filosofía desde el optimismo, la alegría y el placer de estar aquí hoy y ahora, se convierten en propuestas casi esenciales para alcanzar una felicidad que, casi siempre, se esconde tras las cosas mundanas.

PROMOVER LAS HUMANIDADES

Javier Gomá nació en Bilbao en 1965. Es licenciado en Filología Clásica y Derecho y doctor en Filosofía. Desde 2003 es el director de la Fundación Juan March, una institución encargada de la promoción y organización de actividades relacionadas con el ámbito de las Humanidades y las Ciencias. En la última década ha sido autor de cuatro libros fundamentales en su trayectoria: Imitación y experiencia (2003), Aquiles en el gineceo (2007), Ejemplaridad pública (2009) y Necesario pero imposible (2013). Su última publicación, Filosofía mundana (2016), recoge los microensayos que compusieron Todo a mil (2012) y Razón: portería (2014), además de otros que se presentan en sus páginas de forma inédita.