Ningún partido se fía de Susana Díaz. La “desconfianza” que provoca la socialista en el resto de formaciones impide que la única candidata propuesta por el Parlamento para ser investida presidenta de la Junta logre superar el veto de la oposición y formar gobierno. PP, Podemos, Ciudadanos (C’s) e IU votaron este martes en contra de Díaz [47 síes frente a 62 noes], y anunciaron que volverán a negarle la investidura el viernes, en segunda vuelta, cuando ya sólo necesitará la abstención de 16 diputados.
La socialista ha tratado de convencerlos con un programa político mixto que suma iniciativas de derechas y de izquierdas -24 leyes y 135 medidas-, pero se topó con un muro. Todos le recordaron “las promesas incumplidas del pasado”, “que lo que dice luego no lo ejecuta”, “que el PSOE ha gobernado durante 30 años y no ha tenido visión política” para ver ni corregir los problemas socioeconómicos que hoy afectan a Andalucía, con más de un millón de parados. La dirigente de Podemos, Teresa Rodríguez, añadió que la experiencia frustrada del pacto PSOE-IU, que Díaz fulminó prematuramente para adelantar las elecciones, les disuade de cualquier tipo de acercamiento. “Somos nuevos, pero no tontos”, avisó.
La socialista se aferró con uñas al resultado electoral del pasado 22 de marzo, recordó machaconamente que ella, y ningún otro, ha presentado su mayoría como aval para gobernar, y afeó a todos sus oponentes que “bloqueen las instituciones” sin aportar alternativas: “No me voten, pero si no van a presentar alternativa, permítanme gobernar y contrólenme”, reiteró casi como grito de guerra. Desde primera hora de la mañana, Díaz se mostró convencida de que “antes o después” será presidenta, “y no sólo en funciones”. Y desde antes de que empezara el debate, reclamó al resto de fuerzas que abandonara el “tacticismo y el regate corto”, pensando en “el trueque de sillas” tras las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo. El PSOE cree que sus adversarios, sobre todo Podemos y C’s, dilatan su apoyo a la investidura andaluza para no condicionar el mapa postelectoral que surgirá tras el 24 de mayo, y que revelará cuánto se necesitarán unos y otros en ayuntamientos y comunidades autónomas para poder gobernar.
La investidura hoy está menos garantizada que ayer. Lo dijeron así los dos partidos con los que el PSOE ha negociado preferentemente: Podemos y C’s. El único rival de Díaz que parecía inclinado a facilitar su nombramiento, Juan Marín, dio este martes un imprevisto paso atrás. Ciudadanos, tras cerrar un pacto anticorrupción con el PSOE, apostaba por abstenerse en segunda vuelta para favorecer la entrada de la socialista. De hecho el debate de este martes entre Marín y Díaz fue cordial y amigable. El portavoz de C’s reconoció los “gestos” del discurso de la socialista, y aportó más razones para el sí que para el no.
Pero mientras él hablaba y dejaba entrever que se abstendría el viernes, su líder nacional, Albert Rivera, corregía este discurso y anunciaba que C’s seguirá votando en contra mientras el PSOE no firme el pacto y, sobre todo, mientras el expresidente Manuel Chaves no entregue su acta de diputado en el Congreso. “No aceptamos la cláusula o excepción Chaves. Díaz tendrá que elegir entre los andaluces o sus expresidentes”, dijo.
Así es como la socialista perdió el único apoyo que tenía en el Parlamento, y no lo perdió en el debate con Marín, sino en la interferencia con Albert Rivera. Luego Podemos, el grupo al que había que convencer ayer para amarrar la investidura, se enrocó en su rechazo. Rodríguez ofreció una arenga en clave de mitin, dura en el primer turno contra Díaz, y más conciliadora en la segunda réplica, en la que admitió que le gustaba “la música y parte de la letra” de su programa, pero seguía sin fiarse. La líder del partido morado insistió en no ceder mientras el PSOE no cumpla sus condiciones: que la Junta rompa con los bancos que permiten desahucios y que se contabilice y se destituya a los altos cargos de la Administración nombrados a dedo para sustituirlos por funcionarios.
También fuera del debate, Rodríguez sorprendió al avanzar que en el hipotético caso de que Podemos cambiara el no por la abstención, la decisión última tendría que someterse a referéndum de las bases, con lo cual la investidura quedaría en el aire al menos hasta después de las municipales. En el seno de Podemos se ha abierto un debate: unos piensan que facilitar el gobierno a Díaz es una decisión que debe someterse al escrutinio de las bases, porque entienden que es una especie de pacto postelectoral, y los estatutos del partido obligan a convocar un referéndum sobre acuerdos de gobernabilidad. Otros creen que no, que depende de la dirección. En todo caso, es otro elemento que añade incertidumbre a la legislatura. Rodríguez garantizó que este tema se resolvería antes de la fecha tope para volver a convocar elecciones en caso de que no haya investidura [30 de junio].
En cuanto a PP e IU, ambos llegaron a la Cámara con el no por delante, aunque el líder popular, Juan Manuel Moreno, instó a Díaz a “negociar personalmente y con humildad”, y le habló de 146 contrapropuestas. Moreno exigió a la socialista que “no culpabilice” a los demás de no lograr acuerdos ni de obtener la estabilidad que buscaba cuando convocó elecciones anticipadas. “Algo tiene que estar haciendo mal cuando cuatro partidos de ideologías distintas le niegan la investidura”, dijo.
Los populares y los comunistas comparten el fracaso rotundo en las últimas elecciones, los primeros pasaron de 50 escaños a 33 y los segundos de ser socios de Gobierno junto al PSOE con 12 diputados a quedar arrinconados con cinco parlamentarios, y una capacidad de influencia irrelevante. La sesión de ayer constató que los puentes entre los antiguos socios, PSOE e IU, están rotos. Mucho tiene que ver la animadversión personal que se profesan Díaz y Antonio Maíllo. “No me voy a acostumbrar al cinismo y la hipocresía en política, quien no la conozca que la compre”, le espetó Maíllo.
Díaz ha propuesto una inyección de 3.000 millones para crear empleo, el aumento de plantilla en educación y sanidad, y 20 medidas contra la corrupción, incluida la incompatibilidad del cargo de diputado con otras actividades o sacar a los imputados de las listas electorales. También planteó una reforma de la Constitución y del sistema electoral para elegir a alcaldes, presidentes autonómicos y el presidente del Gobierno en segunda vuelta, si ningún candidato ha obtenido mayoría absoluta en la primera vuelta. Esta medida fue bien recibida por el PP y por el Ejecutivo de Mariano Rajoy, que ya la propuso hace cinco meses, pero la dirección del PSOE federal se desmarcó ayer de esta iniciativa de Díaz.
Si el viernes se repite la votación de este martes, el presidente del Parlamento convocará cuantos plenos sean necesarios, ya metidos de lleno en campaña electoral, hasta que la socialista sea investida presidenta de la Junta.