Casi todo festival suele incluir en su sección oficial algún título de corte académico, menos arriesgado que el resto; el de Sevilla también lo hace. Este año le ha tocado a una película río del director de la aclamada La vida de los otros. Tras realizar en Norteamérica la fallida El turista, Florian Henckel von Donnersmarck regresa a su país para hablarnos de nuevo, en la que es su tercera película, de la Alemania del Este en los tumultuosos años del siglo XX en los que sufrió la sinrazón de los nazis y la censura del régimen estalinista.
La cinta comienza con una exposición de arte degenerado (Entartete kunst), de cuya vertiente musical se hará eco el Maestranza en unos días para arropar el estreno de las óperas El dictador de Krenek y El emperador de la Atlántida de Ullman. Un arte que engloba todo lo que el régimen nazi consideraba que no favorecía a su causa y provenía de influencias modernas acuñadas por bolcheviques y judíos, en favor de un arte épico que ensalzara el espíritu heroico del nacionalsocialismo. Lo curioso es que con el reparto de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, los rusos prohibieron igualmente todo arte que no encumbrara directamente el régimen y la lucha obrera, considerándose todo lo demás inútil y decadente.
Malas tierras para quien quisiera dedicarse a la pintura buscando un lenguaje propio. Reprimido durante toda su juventud, el protagonista de esta cinta, un Tom Schilling de rostro inocente y aniñado, a quien vimos en Oh Boy y Napola, busca su propia identidad en un ambiente imposible hasta que tras huir a la zona libre lo busca, ya con menos trabas, en su interior y en su propio devenir histórico. Un argumento en el que vemos reflejada la sinrazón nazi contra el propio pueblo, el dolor sufrido por los mismos arios que no podían o no querían adaptarse al régimen, así como el ambiente de censura y totalitarismo al que fue sometido el pueblo vencido por parte del comunismo soviético.
Tres horas ha necesitado el director en lo que parece una adaptación literaria sin serlo; tres horas que sin embargo entretienen e ilustran, transmiten la concepción que el arte ha tenido siempre como enemigo de los totalitarismos, como estandarte del libre pensamiento, y que muestran con caligrafía precisa y formas claras, clásicas y académicas, un período de la historia de Alemania que no ha de repetirse. Por eso es importante que se recuerde periódicamente, más cuando acierta a definir personajes maquiavélicos incapaces de asumir sus crímenes de guerra y convencidos de que hicieron lo correcto. Aunque la cinta camina peligrosamente por el filo del ridículo, no cae nunca en él, logrando emocionar con ayuda de unas interpretaciones correctas (a Schilling hay que añadir al protagonista de La vida de los otros, Sebastian Koch, y el descubrimiento de François Ozon en Frantz, Paula Beer), una cuidada fotografía del veterano Caleb Deschanel, y una esmerada banda sonora de Max Richter.
OBRA SIN AUTOR ***
Título original: Werk ohne Autor
Alemania-Italia 2018 188 min.
Guión y dirección Florian Henckel von Donnersmarck Fotografía Caleb Deschanel Música Max Richter Intérpretes Tom Schilling, Sebastian Koch, Paula Beer, Saskia Rosendahl, Oliver Masucci, Evgniy Sidikhin, Ulrike C. Tcharre, Hans-Uwe Bauer Estreno en el Festival de Venecia 4 septiembre 2018; en Alemania 3 octubre 2018