A punto de estrenarse como directora de la Feria del Libro de Sevilla, esta sevillana de 1972, directora técnica de la Federación Andaluza de Libreros (FAL) reflexiona sobre la situación del sector en la víspera del Día del Libro.

—Después de algunos años de aparente recuperación, ¿podemos decir que el sector del libro ha dejado atrás la crisis?

—Los números más bajos de ventas los registramos en 2014. En 2015 y 2016 se inicia un repunte de las ventas, y la tendencia se mantiene hasta hoy. La recuperación es tímida todavía, pero es bueno que venga de tres años atrás. —En los últimos tiempos hemos visto en Sevilla cerrar librerías históricas y abrir otras nuevas. ¿Es ley de vida, o el apocalipsis que anunciaban algunos?

—La sensación que tenemos es que, claramente, no es ni mucho menos el fin de las librerías sevillanas. Céfiro y Anatma cerraron porque se jubilaban sus dueños, e incluso éstos trataron de traspasarlas como librerías, pero no fue posible. La antigua Extravagante se reconvirtió en Caótica, y los antiguos trabajadores de Beta se han reconvertido a su vez... Más que una debacle, lo que hay es una transformación. El problema sería en todo caso que de grandes librerías surgen otras con menos pulso económico, pero les irá bien porque al frente hay gente experta en el sector. Una cosa que me gusta es que antes incluso de obtener el CIF, las nuevas librerías solicitaban entrar en Cegal en Red. Las librerías a la antigua usanza no tienen ningún futuro.—En el último Congreso de Libreros de Sevilla se habló de la resistencia de algunos profesionales a digitalizarse. ¿Es un camino sin retorno?

—Hay quien se resiste, sí, pero es más bien por miedo. La digitalización agiliza sobre todo el trabajo, y eso es fundamental porque el oficio de librero hace mucho que no se limita a ponerte en un mostrador a vender libros: tienes que ocuparte de las devoluciones, los proveedores, las cuentas... En este sentido, ahorrar tiempo de gestión te permite personalizar tu librería, hacer clubes de lectura, cuentacuentos, firmas... Hoy día tienes que dar un plus.—Y comunicarse bien con el público...

—Una de las conclusiones del Congreso fue la necesidad de cooperación intersectorial y la comunicación. La mayoría, incluso las papelerías-librerías, se han apuntado a Facebook, también a Twitter e Instagram. Más que en sistemas de gestión, la mayoría están en redes. Son muy pocas las que no dan el salto.—Amazon, ¿es el coco, o el futuro?

—Es curioso, porque al final el eterno dilema no era si libro digital o libro de papel, sino el libro de papel, ¿dónde lo compras? ¿En una librería o en internet? Es verdad que las empresas que te mandan un libro a casa con un clic suponen una competencia fortísima, pero ahí tienen los libreros que concentrarse para luchar. Ya existe Todostuslibros.com, que te dice dónde puedes encontrar el libro que buscas por provincias...—Pero no es plataforma de venta...

—Creemos que Amazon siempre nos va a llevar la delantera en su campo, sería una locura competir ahí. Hay que incidir en lo que Amazon no tiene, la idea del librero como prescriptor cultural, la cercanía, hacer que la experiencia de venta sea más rica, conocer los gustos del cliente... El librero tiene que estar muy implicado en el barrio, ayudar a vertebrarlo, darle identidad, algo importantísimo en un momento de pérdida de esa identidad en muchos lugares. —¿Y las librerías de viejo y de ocasión? Las hemos visto proliferar con la crisis pero, ¿son competencia?

—Tenemos poca relación con ellos, son dos circuitos muy distintos, dos líneas de negocio diferentes, pero este año los hemos visitado como Feria del Libro y hemos empezado a hablar con ellos, y nos gustaría estrechar relaciones. Es un fenómeno interesante que está en auge.—Tradicionalmente se ha dicho que los índices de lectura en nuestra comunidad estaban por los suelos. ¿Sabemos cómo es le perfil de lector en Andalucía, hoy?

—Hay índices, encuestas como la del Observatorio de la Lectura de la Federación del Gremio de Editores de España, y una de Ex Libric, sello del grupo IC, que demuestra que el 46’5 % de la población andaluza es lectora y mujer, alrededor de los 40 años, lee sobre todo por las noches, en casa y novelas. También se dice que la tendencia es tímidamente al alza. Empezamos a repuntar poquito a poco, pero no nos podemos conformar con eso. Hay muchísimo que hacer. Y por más que nos modernicemos, desde las instituciones se tiene que seguir fomentando la lectura..—Precisamente por eso quería preguntarle. ¿en qué han quedado las campañas de fomento de la lectura a nivel local, autonómico y nacional?

—En Sevilla el Icas tenía un plan muy ambicioso, el año pasado tuvimos varias reuniones y la idea sobre el papel parecía muy buena. Pero lo primero que había que hacer, antes de un plan de actuaciones, era un estudio previo municipal de hábitos lectores, y ahí se quedó la cosa, no sabemos si por cuestiones burocráticas, presupuestarias, etc. Y desde hace un año no nos han vuelto a convocar. Es verdad que el Ayuntamiento ha sacado una línea de ayudas a librerías, pero hay mucho trabajo por delante. Uno de nuestros propósitos es que haya más cooperación en los barrios, entre los distintos agentes relacionados con el libro.—¿Y la Junta de Andalucía?

—El pasado 6 de marzo nos convocaron para presentarnos un plan bianual 2028-2020 de Fomento de la Lectura. La verdad es que íbamos escépticos todos, parecía que había un cronograma de actuaciones bastante atado, quieren hacer un estudio autonómico y todo suena bien, pero salimos diciendo lo de siempre: hasta que no veamos hechos... Muchas veces es más una cuestión de coordinación de fuerzas que otra cosa. Lo seguro es que por supuesto que colaboraremos. ¿Al final nos daremos un trastazo? Por nosotros que no quede... —Las bibliotecas, ¿también han salido poco a poco de la oscuridad?

—Parece que ha habido mayor dotación para las bibliotecas, al menos a nivel municipal, pero hemos aprendido también a coger las noticias con pinzas. Las bibliotecas lo han pasado fatal con la crisis, si bien es verdad que con mucha imaginación, y con el apoyo de organismos como el Centro Andaluz de las Letras (CAL) no han parado de hacer cosas. —El Ministerio, ¿ha apoyado la lectura más que ayuntamientos y gobiernos autonómicos?

—El Ministerio ha emprendido un proyecto bastante ambicioso, que contempla algo tan importante como son las campañas de promoción, con eslóganes como Leer te da vidas extra, con un plan que quiere ir del 2017 al 2020, y en el que también han contado con las asociaciones del sector, las cámaras del libro... Son iniciativas que han mucha falta. —El libro infantil, ¿ha sido el brazo más fuerte del sector en estos años difíciles?

—Dentro de los sectores especializados, son los más numerosos y se nota. Hay editoriales de muy buena calidad, este año sin ir más lejos entra en la Feria del Libro de Sevilla Tres Tristes Tigres... Es un ámbito que resistió bastante bien la crisis, porque la gente mira mucho por el dinero, pero a los niños en general los cuida y les hace regalos. —Esa es, además, la cantera de lectores del mañana...

—Sí, y genera mucha actividad. Lo malo es que los lectores jóvenes luego pinchan bastante, aunque no cabe duda de que gente como Blue Jeans, Elisabeth Benavent o los youtubers arrastran a muchos lectores. Son conceptos distintos, pero todo lo que sea animar a la lectura es bienvenido.