Bajo el nombre de Musica Boscareccia o Música del Bosque, algunos de los solistas más sobresalientes de la Barroca ofrecieron un concierto que en sí mismo fue toda una primicia. Se trataba de la puesta de largo, con la ceremonia escénica que conlleva actuar frente a un público, de música que ha estado dormida durante mucho tiempo en los archivos de la Real Capilla, estandarte de la vida musical de este país y su corte durante los siglos XVII y XVIII fundamentalmente. Un trabajo exhaustivo de recuperación que debemos a la soprano castellana Alicia Amo y al violinista Andoni Mercero y que se salda con obras de indudable interés y extraordinaria belleza.
El programa giró en torno a Francisco Corselli, maestro de dicha Capilla durante más de treinta años y autor de las piezas recuperadas, que renovó la estética musical de la institución aportando un toque inconfundiblemente profano a su música sacra, lo que hizo evidente desde el primer acorde la sensual y suntuosa voz de la joven Alicia Amo, tan delicada en acentos y colores como profusa en ornamentaciones de buen gusto y calado emocional. Aunque su dicción resultase emborronada y sus cambios de registro fueran a veces bruscos, en las dos cantadas que ofreció del compositor italiano acentuó el contraste entre arias – precioso Dulce azento y brillante y enérgico Culto dará incesante. Su interpretación de Entre cándidos de José de Nebra, seguramente la pieza más difundida de las ofrecidas, destiló gracia y chispa, mientras en el Salve a Nuestra Señora de José de Torres potenció un carácter más austero y eminentemente litúrgico.
En las piezas instrumentales, una sonata de Corselli y un trío ya clásico del muy reivindicado y apreciado Cayetano Brunetti, Andoni Mercero lució un fraseo y una agilidad entre el virtuosismo más extremo y la delicadeza más sobrecogedora, magníficamente secundado por Alexis Aguado también al violín, Juan Carlos de Mulder a la cuerda pulsada, Carlos García Bernalt al teclado y el violonchelo de Mercedes Ruiz, que debería ir estudiando cómo sacarle más partido a su poderoso sonido en una caja acústica como la del Lope de Vega, a la que aún no se le ha cogido el pulso.