En un film también protagonizado por Nicole Kidman que se titula Reencarnación, una mujer recibe insistentemente la incómoda visita de un niño cuyas afirmaciones acaban por volverla literalmente loca. Algo así le ocurre a Colin Farrell en el nuevo film del director de Canino y Langosta. No es casualidad que comience con el Stabat Mater de Schubert y termine con La Pasión según San Juan de Bach; música religiosa para enmarcar esta película que también lo es, donde conceptos como culpa, sacrificio, redención, misericordia, estigmas y profecías se combinan con personajes pecadores y diabólicos. Lanthimos rueda en una Columbus fantasmagórica, de espacios asépticos y amplios, para lo que no duda en utilizar frecuentemente el gran angular, este ejercicio de intriga y misterio tan envolvente como fascinante, con un muy contenido reparto recitando sus diálogos con perfecta pronunciación, y las dosis perfectas de morbo y perturbación, cierto aire Kubrick incluido (El resplandor y Eyes Wide Shut, otra con Kidman, sobrevuelan su atmósfera, con la ayuda inestimable de la música de Ligeti) y un retorcido sentido del humor, todo lo cual hace que el director griego logre una de las cintas más aterradoras de los últimos años, fría y sin embargo apasionante. A destacar la escalofriante interpretación del joven Barry Keoghan, así como la elegancia formal que domina en todo el conjunto, consiguiendo entre todos estos ingredientes una obra cuanto menos inquietante de principio a fin.

El sacrificio de un ciervo sagrado ****

EFA. Reino Unido-Irlanda-USA 2017 109 min.

Dirección: Yorgo Lanthimos Intérpretes: Colin Farrell, Nicole Kidman, Barry Keoghan, Raffey Cassidy, Sunny Sulfic, Alicia Silverstone