Ya puede respirar tranquila la Sevilla cultural adicta a La Carbonería porque el histórico local, refugio de poetas, músicos, actores y toda especie creativa de aquí y de fuera, parece por fin a salvo de esa amenaza de desahucio que adelantaba este periódico no hace todavía una semana: la directora general de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura, Araceli García, firmó ayer la resolución por la que se incoa expediente para la declaración del establecimiento como Bien de Interés Cultural, en la categoría de lugar de interés etnológico. El simple hecho de que haya comenzado el procedimiento administrativo implica la protección automática cautelar, por así decirlo, y tal y como informaron fuentes de la Consejería, con lo que en principio no habría que temer por la continuidad de esta pequeña gran leyenda del barrio de San Bartolomé.

Y si se dice en principio no es porque la ley ofrezca dudas al respecto, sino porque lo que queda protegido es «tanto la actividad como el espacio», según las citadas fuentes, y no cubre necesariamente a los gestores actuales del negocio. Pero si la inquietud era por la pervivencia de La Carbonería, esta queda consagrada administrativamente.

Aunque la noticia saltó anteayer y como tal la adelantó El Correo, fue ayer cuando cobró oficialidad en la voz de la propia consejera, Rosa Aguilar, quien ante los periodistas proclamaba que de este modo «se está protegiendo el inmueble y la actividad» desde el ámbito cultural con «una protección plena y total». Que ya han esperado, porque fue en mayo de 2007 cuando el pleno del Ayuntamiento de Sevilla aprobó por unanimidad solicitar a la Consejería de Cultura la declaración del establecimiento como BIC, situación que comienza a plantearse nueve años después.

El proceso durará aproximadamente un año, pero la salvaguarda ya es un hecho. Queda el fárrago de la tramitación, que incluye la inscripción preventiva en el catálogo de bienes protegidos de Andalucía, la publicación en el BOJA, la comunicación a las partes para que estas procedan como mejor entiendan... y finalmente, tras otros cuantos pasos dentro del proceso, la firma en Consejo de Gobierno. Pero si se habla de pasos, el verdaderamente «esencial», como dijo Aguilar, fue el de ayer «en relación a un lugar que, sin lugar a dudas, ha marcado época, historia en Sevilla y para Andalucía, y sigue viva y activa».

Sobre cómo afectará esa resolución al propietario y al arrendatario, Aguilar aclaró que la medida tomada implica que «cualquier actuación de obra que se quiera realizar en este lugar tiene que pasar por la Consejería para emitir los informes correspondientes y estudiar cualquier proyecto que se pueda presentar». Es decir, nada de hoteles, como podrían querer los dueños del local. Además, se garantiza que el lugar estará «destinado al desarrollo cultural y tiene que estar abierto con esa identidad». Sin entrar en el litigio que pueda plantearse entre las partes al respecto de esta taberna que desde hace casi 50 años ha convertido el número 8 de la calle Levíes en uno de los epicentros más fervientes y potentes de la cultura local, por el que han pasado desde Moustaki hasta Caballero Bonald, desde Frank Zappa hasta el grupo Triana.