El escritor y periodista Manuel Vázquez Montalbán, buen amigo de La Carbonería, se preguntaba si «la casa» podría sobrevivir al 92. La eufórica ola de modernidad que prometía traer la Expo suponía también una amenaza para ciertos establecimientos tradicionales que, con pocos recursos pero mucha alma, habían sido focos de creación y cultura en las difíciles décadas anteriores.
La Carbonería sobrevivió a aquellos fastos y siguió desarrollando una impagable labor hasta el día de hoy, en que enfrenta una demanda de desahucio planteada por el propietario del inmueble de la calle Levíes, 18, Ignacio Medina y Fernández de Córdoba, duque de Segorbe entre otros títulos.
Los propios responsables de La Carbonería, los descendientes del fundador Paco Lira, dudan a la hora de calcular las actividades que han llevado a cabo entre esas cuatro paredes a lo largo de estos 40 años en que han abierto sus puertas a diario, de lunes a domingo, pero si tenemos en cuenta que como mínimo se ha organizado una exposición de arte mensual –a veces dos y tres en un mes–, la suma supera las 600 muestras. Lo mismo puede decirse de conciertos de todo tipo –desde Georges Moustaki a Paco Ibáñez–, presentaciones de libros, lecturas poéticas, representaciones teatrales o recitales flamencos, incluyendo actuaciones gratuitas diarias que han hecho de La Carbonería, también, uno de los tablaos más frecuentados por turistas de todo el mundo, por no hablar de su importante labor editorial. A ojo de buen cubero, unas 14.000 convocatorias.
En la memoria gráfica de La Carbonería se dan cita instantáneas memorables de Gilles Larrain con Naranjito de Triana, Chocolate, Juana la del Revuelo, José de la Tomasa o Potito con aquel programa de TVE dedicado al grupo Triana o los memorables episodios de la serie Rito y geografía del cante, imágenes de Gualberto y Antonio Smash junto a recuerdos del paso de celebridades como Frank Zappa o Nina Hagen por este rincón del barrio de San Bartolomé, poetas como José Hierro, Félix Grande, Fernando Quiñones, Caballero Bonald, Fernando Ortiz, Juana Castro, Jacobo Cortines, Carlos Edmundo de Ory o María Victoria Atencia con el imprescindible pensador Agustín García Calvo.
Si el anterior local de la familia Lira, La Cuadra –que conoció hasta tres emplazamientos diferentes– fue el germen de la compañía de teatro más célebre de Sevilla, la que recibió su nombre, La Carbonería ha sido decisiva en la creación de eventos como el festival de Mont-de-Marsan o la colección flamenca de Chant du Monde o Flamenco Vivo, entre otros.
El espacio, que celebra hoy una jornada de puertas abiertas desde las 12.00 del mediodía hasta las 0.00 horas, ha recibido hasta ahora un clamoroso silencio por parte de las instituciones públicas, las mismas que en 2007 acogieron la idea de declarar este espacio Bien de Interés Cultural (BIC), que habría evitado la desagradable situación actual.
El Ayuntamiento en pleno elevó la petición a la Junta de Andalucía, cuya consejera de entonces, Rosa Torres, aseguró que La Carbonería tenía «todo nuestro cariño», reconoció los méritos del espacio para aspirar a dicha distinción, y se comprometió a definir la figura jurídica más adecuada para proteger el local. Casi diez años después, su sucesora en el cargo, Rosa Aguilar, no se ha pronunciado después de una semana de fuerte campaña para evitar el desalojo, incluyendo una recogida de firmas en Change.org que ya frisa las 4.000 adhesiones.
También guarda silencio el propietario del inmueble, a través de cuya empresa Hotel de los Mercaderes S.L, con la que este periódico ha tratado de ponerse en contacto sin éxito hasta hoy. Cabe recordar que la fecha prevista para el juicio es este jueves, 23 de junio. Según todos los indicios, la intención de Ignacio Medina –a la sazón arquitecto de profesión, además de académico de las Buenas Letras y de la Real Academia de Historia– es levantar un hotel en el lugar.